Luis, Kamala, Haití ardiendo y turismo
Por TONY PÉREZ
Este jueves 15 de septiembre, a partir del mediodía y durante cuatro horas, el presidente dominicano Luis Abinader dialogará con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, durante una reunión en la residencia para invitados del presidente de esa nación norteamericana. Ha viajado en la víspera para una sesión, a la 1:45 p.m., en el Capitolio, con la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y sostener encuentros con otras personalidades, según la información del palacio de la Moisés García.
Se da por descontado que la grave crisis socioeconómica y política del Haití colapsado ocupe gran parte de su apretada agenda.
Deseable que así fuese, siempre que las cuentas queden claras sobre los intereses de República Dominicana y los límites de su participación en el insufrible conflicto.
La visita del mandatario a la capital estadounidense ocurre tras su oportuna decisión de prohibir, desde el 7 de septiembre, la entrada a nuestro país del ex primer ministro haitiano Claude Joseph y 12 jefes de pandillas que han sembrado de secuestros y muertes el país del oeste de la Isla Española.
La agencia española EFE reportó que el domingo 11 fueron asesinados y quemados dos de siete periodistas que realizaban un reportaje en el barrio Cité Soleil, escenario de sangrientos enfrentamientos entre bandas. Los reporteros fueron identificados como Frantzsen Charles, de FS News, y Tayson Latigue, de Ti Jenn Jounalis.
Conforme Human Rights Watch, citada por BBC, la violencia se ha recrudecido luego del asesinato de Moise. 540 personas fueron secuestradas y más de 780 asesinadas entre enero y mayo de este año. En los últimos cinco meses de 2021, 396 personas fueron secuestradas y 668 asesinadas.
La madrugada del 7 de julio de 2021, mercenarios colombianos contratados en Estados Unidos penetraron a la residencia privada del presidente haitiano Jovenel Moise, de 53 años, en Petion Ville, Puerto Príncipe, lo mataron a tiros y hirieron a su esposa, Martine Moise, quien -en poco tiempo- se recuperaría en Miami y luego anunciaría su disposición para aspirar a la Presidencia.
El martes 20 de julio Ariel Henry asumió como primer ministro tras la dimisión forzada de Claude Joseph, quien pasaría a ocupar el cargo de canciller. Henry había sido designado el 5 de julio por Moise.
Haití ha sido robado hasta las entrañas por los mismos imperios y la oligarquía local en contubernio con los políticos. El empobrecimiento ha tocado fondo. La población crece como yerba mala sin esperanza de vida. La situación medioambiental es deprimente; registra menos del 2 por ciento de cobertura boscosa. La capa vegetal se ha esfumado a causa de la depredación.
A la vista de todos, las pandillas criminales armadas hasta los dientes se han adueñado del país y sus líderes de bandas armadas hasta los dientes, exigen en las calles la renuncia del primer ministro. Ellas gobiernan.
Ante ese drama tenebroso, la República Dominicana queda permanentemente expuesta a oleadas de migrantes insostenibles e intrusión de toda suerte de mafias y pandilleros. El riesgo es mayor en las cinco provincias fronterizas (Pedernales, Elías Piña, Independencia, Dajabón y Montecristi).
Y eso es inaceptable.
El liderazgo haitiano debe barajar fórmulas creativas para solucionar los graves males que acosan a la población sin dañar a otras naciones, y menos a RD que nada tiene que ver con aquella desgracia. La capacidad de acogida de los dominicanos hace mucho que se agotó.
Actitudes de hostilidad permanentes por parte dirigentes haitianos, como el populista ex primer ministro Joseph, no solo merecen la decisión de prohibición de entrar a RD, sino el repudio de la comunidad internacional, comenzando por la ONU, la OEA y naciones poderosas como Estados Unidos, Francia y Canadá, que sí pueden contribuir a la reconstrucción de Haití y al rescate de su paz.
Con un discurso de odio, en su afán de situarse como opción electoral, el acomodado Joseph ha dedicado todos sus esfuerzos a agitar confrontación entre haitianos y dominicanos, mientras calla todo lo referente al asesinato de Moise, las tropelías cotidianas de las pandillas y el estado de empobrecimiento continuo de sus coterráneos.
A ojos vista, apuesta a derivar culpas y extrapolar la inseguridad imperante de aquel lado de la frontera a territorio dominicano.
Bombardea de esa manera el proceso de estabilización económica que se verifica aquí por vía de las remesas y el auge del turismo (3.5 millones de turistas en primer semestre de 2022, según el MIT).
E implícitamente manda un mensaje de terror para alejar a inversores privados que han puesto la mira en el ambicioso proyecto de desarrollo turístico de Cabo Rojo, Pedernales, en ejecución (16,000 habitaciones).Pedernales, dista 307 kilómetros al sudoeste del Distrito Nacional, hace frontera con Anse -a- Pitre, comuna del distrito de Belle-Anse.
La de él es una irresponsabilidad de tomo y lomo, en tanto echa más fuego a la hoguera social. Agita la sangre para quedarse con el santo y la limosna. Se trata de una postura criminal.
La grave situación de Haití está en su punto de inflexión. Y la solución jamás debería pasar por pensar siquiera en poner en juego la relativa paz que los dominicanos hemos construido a puro pulso ni, mucho menos, por socavar más nuestra economía.
Quien ose jugar ese ajedrez merece ser echado de estas tierras, mínimo.
Seguro que el presidente Abinader mantendrá su posición ante la Kamala, ante la Pelosi, ante los senadores y ante las personalidades de Estados Unidos con las que se reunirá. Y reiterará el reclamo a la comunidad internacional para, junto a los haitianos, pacificar y reconstruir Haití.
Publicado originalmente en Acento