Luisa González, heredera política de Correa. ¿Podrá devolver al poder a la Revolución Ciudadana?
POR GABRIELA MOLINA
QUITO, 8 febrero. — La abogada de 47 años reeditará el 9 de febrero en las urnas su disputa en primera línea por la Presidencia de Ecuador con el actual mandatario Daniel Noboa, además de otros 14 postulantes con pocas probabilidades de salir del fondo del tablero, según las últimas encuestas.
Autodefinida como progresista de izquierda, González saltó en 2023 a la arena electoral en representación de la Revolución Ciudadana (RC), sin más perfil político que su paso por el Ministerio de Trabajo y por la Asamblea Nacional como legisladora, además de otros cargos directivos en instituciones públicas. La política, oriunda de la provincia costera de Manabí, un bastión del correísmo, asumió en 2024 la presidencia de la RC y espera esta vez superar a su principal oponente.
Ecuador, un país de casi 18 millones de habitantes, se ha mostrado en los últimos comicios políticamente dividido entre los que añoran la época de mandato de Correa y lo que ansían no volver atrás. En ese escenario polarizado, despojarse de la sombra de su líder, Correa, es el principal desafío que enfrenta González, según analistas, que niegan que la Revolución Ciudadana haya entrado en declive pese a las derrotas en las urnas de las últimas convocatorias. La RC ganó cinco procesos electorales con Correa a la cabeza (2007-2017).
La estructura partidista es un respaldo para González, aseguró la catedrática Andrea Endara, de la Universidad Casa Grande, pero la permanencia de un sentimiento de rechazo a la figura de Correa arraigado en parte de la sociedad ecuatoriana hace que su militancia se convierta al mismo tiempo en su principal amenaza, afirmó a The Associated Press.
“El voto duro del correísmo está seguro, pero el voto duro anticorreísta es muy fuerte y el presidente Noboa ha sabido utilizarlo y captarlo”, opinó la especialista, quien no duda que esa corriente política, a través de González, pueda recuperar el poder.
“Entre los dos grandes adversarios, la única candidata con el respaldo de una estructura política detrás suyo es Luisa González”, estimó Franklin Ramírez, docente de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Eso hace que, aunque el candidato presidencial hubiera sido cualquier otro militante en lugar de ella, también “tendría posibilidades de vencer”.
Para el politólogo, la Revolución Ciudadana es el movimiento mejor estructurado en el país, con presencia en territorio, experiencia de gobierno, una militancia y 15 años de vida. Aseveró que, si bien el liderazgo de Correa sigue vigente a casi ocho años de haber dejado el poder, “hay una vida organizativa más allá de él, que sigue sacando cuadros y Luisa es parte de esa dinámica”, con la que ganaron las elecciones municipales en 2019 y 2023, mencionó.
La profunda división entre seguidores y detractores de la Revolución Ciudadana es, para el catedrático de la Universidad Tecnológica Equinoccial, Juan Camino, una amenaza real en la carrera presidencial de González.
Las posibilidades de González “están intactas”, sobre todo por los desatinos de la gestión de Noboa reflejados en el incremento de los niveles de pobreza y la violencia incesante, enfatizó, pero es obvio que Noboa está “usando la carta del anticorreísmo”, que ahora le resulta favorable. Aunque, recordó Camino, en la primera elección el político “apelaba a salir de esa dicotomía perversa”.
En noviembre de 2023, Noboa y González fueron finalistas en unos comicios extraordinarios convocados para completar el período del entonces gobernante Guillermo Lasso, quien disolvió la Asamblea Nacional en medio de una crisis interna y acortó su propio mandato. Noboa resultó ganador con el 51,83% de los votos y González llegó al 48,17%.
Esa fue la segunda derrota presidencial de la Revolución Ciudadana que había contado con un arrollador respaldo popular. Aún así siguen siendo la principal fuerza legislativa con una mayoría de 45 asambleístas. El primer revés fue en 2021, cuando Andrés Arauz, otro aspirante de perfil desconocido hasta su candidatura, sucumbió frente a Lasso.
La suerte de la candidata en este segundo intento no está anclada a los dos resultados adversos del pasado, estimó Ramírez. “González es una opción para enfrentar el autoritarismo y la incapacidad de gobernar de modo serio y democrático de Noboa”, afirmó.
En esta campaña, la política se presenta con un discurso de superación de los antagonismos, intentando dejar en el olvido esa línea rígida que marca el líder de su organización y enumerando los problemas que acechan a Ecuador para solventarlos desde el Estado.
Para Endara, la falta de contundencia en su mensaje, le pasa factura. “Luisa no me deja claro quién es ella y si realmente va a conciliar o no”.
Camino en cambio ve positivo que la campaña de González se haya centrado esta vez en ella, antes que en Correa, para darle “más espacio y visibilizarla”. “Hablar de las necesidades de la gente y apelar a que el Estado tome el protagonismo en solucionarlo”, también es adecuado, opinó.
González propone en su plan de gobierno combatir “al neoliberalismo criminal” y a “la derecha rabiosa” representada por Noboa. Ofrece “paz y seguridad, trabajo digno y estable, salud y educación gratuitas” y para ello dice que se debe “recuperar el rol del Estado”.
De ganar la presidencia se convertiría en la segunda mujer en llegar al poder en Ecuador. Su compañero de fórmula es el economista y también exfuncionario Diego Borja, quien se distanció de esta tienda política y sorpresivamente retornó en estas elecciones. AP