Lula da Silva: la democracia y la soberanía brasileñas no son negociables
Por Luiz Inácio Lula da Silva
Presidente de Brasil
The New York Times
Decidí escribir este ensayo para establecer un diálogo abierto y franco con el presidente de Estados Unidos. A lo largo de décadas de negociación, primero como dirigente sindical y después como presidente, he aprendido a escuchar a todas las partes y a tener en cuenta todos los intereses en juego. Por eso he revisado detenidamente los argumentos esgrimidos por el gobierno de Donald Trump para imponer un arancel del 50 por ciento a los productos brasileños.
Traer de vuelta los empleos estadounidenses y la reindustrialización son motivaciones legítimas. Cuando en el pasado Estados Unidos enarboló la bandera del neoliberalismo, Brasil advirtió de sus efectos nocivos. Ver que la Casa Blanca reconocía por fin los límites del llamado Consenso de Washington, una receta de políticas de protección social mínima, liberalización comercial sin restricciones y, en general, una desregulación dominante desde la década de 1990, reivindicó la postura brasileña.
Pero recurrir a la acción unilateral contra Estados individuales es prescribir el remedio equivocado. El multilateralismo ofrece soluciones más justas y equilibradas. El aumento arancelario impuesto a Brasil este verano no solo está equivocado, sino que es ilógico. Estados Unidos no tiene un déficit comercial con nuestro país, ni está sujeto a aranceles elevados. Durante los últimos 15 años, ha acumulado un superávit de 410.000 millones de dólares en el comercio bilateral de bienes y servicios. Casi el 75 por ciento de las exportaciones estadounidenses a Brasil entran libres de aranceles. Según nuestros cálculos, el arancel efectivo promedio sobre los productos estadounidenses es de solo el 2,7 por ciento. Ocho de los 10 principales artículos tienen arancel cero, incluidos el petróleo, los aviones, el gas natural y el carbón.
La falta de fundamento económico de estas medidas deja claro que la motivación de la Casa Blanca es política. Según reportes, el subsecretario de Estado, Christopher Landau, dijo lo mismo a principios de este mes a un grupo de empresarios brasileños que estaban trabajando para abrir canales de negociación. El gobierno estadounidense está utilizando los aranceles y la Ley Magnitsky para buscar impunidad para el expresidente Jair Bolsonaro, quien orquestó un intento fallido de golpe de Estado el 8 de enero de 2023, con lo que buscaba subvertir la voluntad popular expresada en las urnas.

Estoy orgulloso del Supremo Tribunal Federal de Brasil por la decisión histórica que tomó el jueves, que salvaguarda nuestras instituciones y el Estado de derecho democrático. No se trató de una “caza de brujas”. La sentencia fue el resultado de un proceso llevado a cabo de acuerdo con la Constitución brasileña de 1988, promulgada tras dos décadas de lucha contra una dictadura militar. Se produjo tras meses de investigaciones que descubrieron planes para asesinarme a mí, al vicepresidente y a un juez del Supremo Tribunal. Las autoridades también descubrieron un proyecto de decreto que habría anulado de manera eficaz los resultados de las elecciones de 2022.
Además, el gobierno de Trump ha acusado al sistema de justicia brasileño de perseguir y censurar a empresas tecnológicas estadounidenses. Esas acusaciones son falsas. Todas las plataformas digitales, nacionales o extranjeras, están sujetas a las mismas leyes en Brasil. Es deshonesto llamar censura a la regulación, especialmente cuando lo que está en juego es la protección de nuestras familias contra el fraude, la desinformación y el discurso de odio. El internet no puede ser una tierra sin ley en la que se dé rienda suelta a pederastas y abusadores para que se aprovechen de nuestros niños y adolescentes.
Igualmente infundadas son las acusaciones del gobierno sobre las prácticas desleales de Brasil en el comercio digital y los servicios de pago electrónico y su supuesta falta de aplicación de las leyes medioambientales. Al contrario de ser desleal con los operadores financieros estadounidenses, el sistema de pago digital de Brasil, conocido como PIX, ha permitido la inclusión financiera de millones de ciudadanos y empresas. No se nos puede penalizar por crear un mecanismo rápido, gratuito y seguro que facilita las transacciones y estimula la economía.
En los dos últimos años, hemos reducido a la mitad la tasa de deforestación de la Amazonía. Solo en 2024, la policía brasileña incautó bienes por valor de cientos de millones de dólares utilizados en delitos contra el medio ambiente. Pero la Amazonía seguirá en peligro si otros países no ponen de su parte para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. El aumento de las temperaturas a nivel mundial podría convertir la selva tropical en una sabana,lo que alteraría los patrones pluviales en todo el hemisferio, incluido el Medio Oeste estadounidense.
Cuando Estados Unidos da la espalda a una relación de más de 200 años, como la que mantiene con Brasil, todos perdemos. No existen diferencias ideológicas que deban impedir que dos gobiernos trabajen juntos en áreas en las que tienen objetivos comunes.
Presidente Trump, seguimos abiertos a negociar cualquier cosa que pueda reportar beneficios mutuos. Pero la democracia y la soberanía de Brasil no están sobre la mesa. En su primer discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2017, dijo que “las naciones soberanas fuertes permiten que países diversos, con valores diferentes, culturas diferentes y sueños diferentes, no solo coexistan, sino que trabajen codo con codo sobre la base del respeto mutuo”. Así es como veo la relación entre Brasil y Estados Unidos: dos grandes naciones capaces de respetarse y cooperar por el bien de brasileños y estadounidenses.
The New York Times