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Tony Raful[email protected]
El Centro de Estudios de Políticas Económicas de Harvard ha publicado un informe reciente que contiene la mirada de 16 economistas reconocidos de América Latina, en torno al efecto de la pandemia del COVID-19 en la economía regional. Han tomado en cuenta la gran deuda económica y social que cargan consigo los países de la región, fruto de muchos temas estructurales que no fueron atendidos oportunamente.
Esta realidad ha traído consigo que los embates económicos de la pandemia hayan sido más pronunciados en América Latina, una realidad sobre la cual tenemos que debatir ampliamente, si queremos enrumbar los destinos de nuestros países en las próximas décadas.
Han surgido importantes preguntas en la medida en que vamos comprendiendo más los efectos económicos del COVID-19, pero hay un consenso en que lo que más requiere la región es aprender de la crisis y prepararnos mejor para el futuro, especialmente en lo relativo a la calidad de nuestro panorama fiscal y a la capacidad de endeudamiento, y su aplicación a lo social y la productividad, que han sido factores claves a la hora de disponer de herramientas y recursos para combatir la crisis.
En el ámbito de lo social, la inversión en protección social, salud y educación ha sido determinante para amortiguar los efectos de la crisis, porque ha servido de red de protección para los más vulnerables y ha evitado que muchos sean víctima de la movilidad social negativa, es decir, que pasen de una clase social a una de menores ingresos y calidad de vida.
Además de aprender de la crisis, la otra gran inquietud es cómo vamos a retornar al crecimiento económico y social lo más pronto posible. Los economistas que aportaron al informe de Harvard muestran su preocupación sobre el tema, afirmando que el rebote económico del 2021 y 2022 no será sostenible y, de no mejorar las condiciones financieras globales, podríamos enfrentar una década difícil en términos económicos.
En el mediano plazo, el reto mayor no proviene de la pandemia, si no de las carencias que ya existían en la región antes de que llegara el COVID-19. Factores como la alta inflación, los problemas de balanza de pago, la falta de inversión pública y los retos fiscales, generan una fuerte presión sobre las finanzas públicas en América Latina, que se traducen en retos estructurales, institucionales y sociales.
La región adolece de un mejor clima de inversión, seguridad jurídica, gobernabilidad, institucionalidad, progreso social, inversión en desarrollo tecnológico, aumento de las capacidades de los individuos y políticas industriales exitosas.
Todos estos factores, englobados en la falta de institucionalidad y de cohesión y equidad social, podrían considerarse el talón de Aquiles de América Latina, el cual, si no se enfrenta con determinación, podría sumir a la región en otra década perdida.
Gracias a Dios que, en República Dominicana, desde los gobiernos del PLD, creamos las condiciones para poder enfrentar con éxito esta crisis sanitaria global, muy a pesar de la falta de continuidad y las improvisaciones de las nuevas autoridades.
Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre lo que hay que hacer para solucionar esta realidad. Lo que falta es el consenso, la voluntad política y la capacidad para llevarlo a cabo, con participación, transparencia e inclusión. Hay que comenzar, lo más pronto posible.