MÁXIMO GÓMEZ: UN EXCEPCIONAL Y FIEL GENERAL INTERNACIONALISTA (1 DE 2)
Por Raúl Rodríguez La O
Máximo Gómez Báez fue durante toda su vida uno de los más importantes y fieles luchadores por la independencia de Cuba y luego contra la invasión, ocupación e injerencia de los Estados Unidos de Norteamérica en la Isla a partir de 1898. Se opuso muy particularmente contra la imposición de la Enmienda Platt que limitaba la soberanía e independencia de los cubanos y convertía nuestro territorio en una neocolonia al servicio de los gobernantes norteamericanos. Por su pensamiento, méritos combativos, principios éticos, lealtad, arrojo frente al enemigo y capacidad militar llegó a ocupar el cargo de General en Jefe del Ejército Libertador Cubano en la tercera y última guerra por la independencia de Cuba (1895-1898), organizada e iniciada por José Martí.
Gómez, guardián de la Revolución desde el siglo XX
Nació el 18 de noviembre de 1836 en Baní, actual capital de la provincia Peravia en la República Dominicana. Procedente de su país natal llegó a Cuba en 1865, acompañado de su madre y dos hermanas. Al estallar la primera guerra por la independencia, el 10 de octubre de 1868, en la parte oriental de la Isla, se incorporó al Ejército Libertador Cubano y combatió en sus filas de manera brillante hasta el final de dicha contienda en 1878. Luego salió al exilio y no dejó de pensar un minuto en la causa cubana junto a sus hijos y esposa Bernarda Toro, nacida en Cuba.
Con José Martí y cuatro patriotas más desembarcó por la Playita de Cajobabo, en Guantánamo, el 11 de abril de 1895, con el objetivo de encabezar la última guerra iniciada en la Isla, el 24 de febrero del mencionado año, en su condición de General en Jefe del Ejército Libertador. Tras la caída en combate del Apóstol de nuestra independencia, el 19 de mayo de ese mismo año y la de Antonio Maceo, el 7 de diciembre de 1896 y posteriormente el fallecimiento en los Estados Unidos de Calixto García, en diciembre de 1898, se convirtió en el principal y más legendario y prestigioso guardián de la revolución y del legado martiano hasta su fallecimiento, ocurrido en el barrio del Vedado, en La Habana, el 17 de junio de 1905.
«Yo quiero ser, siquiera, una sombra de Sucre»
Fue también un cronista de la guerra y escribió pasajes y ensayos memorables que lo convierten en un escritor de la llamada literatura de campaña. En la República de Honduras residió con su familia desde 1879 hasta 1884. Allí llegó a ocupar el cargo de General de División en el ejército de ese país aunque luego renunció. Veamos por su importancia y plena vigencia algunos fragmentos de una carta suya dirigida a José Dolores Pérez, en San Pedro Sula, Honduras, desde Nueva Orleans, el 3 de junio de 1885, cuando encabezaba con Antonio Maceo el Plan insurreccional de 1884 a 1886, reveladores de su pensamiento revolucionario e internacionalista relacionados con su estancia en dicho país centroamericano y su amor y fidelidad a la causa cubana :
Ningún cubano se pertenece mientras Cuba permanezca esclava, y el hijo de aquella tierra que no piense así, es más digno de compasión que de otra cosa, porque lo peor que puede haber para el hombre es el desprecio del mundo y este es el fruto que espera recoger el indiferente a los dolores de su patria, o que especule con ellos.
Yo no puedo ocuparme de otra cosa que no sea la independencia absoluta de la isla de Cuba, y quien de eso haya dudado, debe ser un cerebro muy estrecho, pues aparte estas consideraciones que bien deben cuadrar a todo hombre de juicio y conciencia hay otras de orden más elevado que halagan mis nobles ambiciones, y no me arredra al exponerlas el temor de parecer jactancioso.
Procedo y hablo a impulsos de mi corazón, y puede creer que bajo mis harapos y arrastrando mis sandalias por el polvo, me considero más grande. Más alto que aquellos que no dudan en derramar la sangre de los pueblos por alcanzar la Presidencia. (…) Yo quiero ser, siquiera, una sombra de Sucre el héroe inmortal; es mi sola aspiración; pero no uno de tantos hombres que gobiernan pueblos o naciones por medro personal, pero no los liberan de servidumbre alguna…