Me equivoqué sobre las elecciones de 2024. Esta es la razón

Por James Carville

The New York Times

Carville es un veterano de las campañas presidenciales demócratas, incluida la de Bill Clinton en 1992, y asesor de American Bridge, un comité de acción política demócrata.

Pensaba que Kamala Harris ganaría las elecciones en Estados Unidos. Me equivoqué. Aunque estoy seguro de que los demócratas podemos argumentar que la derrota no fue aplastante o consolarnos un poco con nuestros resultados en la Cámara de Representantes, lo más importante para nosotros ahora es afrontar que nos equivocamos y tomar medidas sobre el “por qué” predominante.

Llevo dos meses dándole vueltas a esto en mi cabeza, a todas las variables, a todos los “y si…”, a todas las preguntas sobre las decisiones de reelección de Joe Biden y sobre qué tipo de demócrata o mensaje podría haber funcionado contra Donald Trump. Sigo volviendo a lo mismo. Perdimos por una razón muy sencilla: fue, es y siempre será la economía, estúpido. Tenemos que empezar 2025 con esa verdad como nuestra estrella polar política y no distraernos con nada más.

Aunque la economía estadounidense sigue siendo la más fuerte del mundo, con el PIB en aumento y una inflación que está remitiendo, el pueblo estadounidense no se conformó con que fuéramos mejores que los demás ni tomó eso como algo suficientemente bueno. Trump, por primera vez en su carrera política, ganó decisivamente al apoderarse de una franja de votantes de clase media y bajos ingresos centrados en la economía. Los demócratas han perdido totalmente el relato económico. El único camino hacia la salvación electoral es recuperarla. En política, la percepción lo es todo, y muchos estadounidenses nos ven como ausentes con la economía, como si no sintiéramos sus penurias o nos preocupáramos demasiado por otras cosas.

Para recuperar el relato económico, debemos centrarnos en acelerar una máquina de mensajes transformada para el nuevo paradigma político en el que nos encontramos. Se trata de encontrar formas de hablar a los estadounidenses sobre economía que sean persuasivas. Repetitivas. Memorables. Y totalmente centradas en las cuestiones que afectan a la vida cotidiana de los estadounidenses.

Esto empieza por cómo formamos nuestra oposición. En primer lugar, tenemos que dejar de hacer del propio Trump nuestro principal objetivo; no puede volver a ser elegido. Además, está claro que a muchos estadounidenses les importan las acusaciones contra Trump —aunque estén justificadas—, sus impulsos antidemocráticos o las cuestiones sociales si no pueden mantenerse a sí mismos o a sus familias.

Trump ganó el voto popular al poner en primer plano la indignación económica de los estadounidenses. Si nos centramos en otra cosa, corremos el riesgo de caer aún más en el abismo. Nuestra maquinaria de mensajes debe centrarse claramente en oponerse a la impopular agenda económica republicana que perdurará más allá de él. Oponte vocalmente al partido, no a la persona o al extremismo de su movimiento. No siempre estoy de acuerdo con Wall Street, pero Jamie Dimon tenía razón cuando dijo que los ataques de los demócratas contra la “ultra-MAGA” eran insultantes y políticamente insensibles. Denunciar a otros estadounidenses o a su líder como delincuentes no va a ganar elecciones; centrarse en sus penurias económicas sí lo hará, al igual que oponerse a la agenda económica republicana.

Habrá mucho a lo que oponerse. Nuestro mensaje central debe girar en torno a la oposición a los recortes fiscales de los republicanos para los estadounidenses más ricos. Es profundamente impopular, y sabemos que quieren volver a hacerlo. Y luego atacamos el resto. Sabemos que lo más probable es que los republicanos disparen los costos cotidianos con payasadas arancelarias; es casi seguro que intenten recortar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, aumentando las primas a la clase trabajadora; y probablemente no harán casi nada para frenar el precio de los medicamentos con receta. En una muestra de inhumanidad verdaderamente asombrosa, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ya ha lacerado la financiación del cuidado a la salud para los trabajadores de emergencias y los sobrevivientes del 11-S. Lo peor está por llegar.

Pero, por supuesto, la oposición es solo la mitad de la moneda.

Aunque los demócratas no tienen casi ninguna posibilidad de aprobar un programa económico audaz y progresista en los próximos cuatro años, lo que sí podemos hacer es obligar a los republicanos a oponerse a nosotros. Debemos pasar a la ofensiva con un programa económico popular y populista con el que no puedan estar de acuerdo.

Empecemos por obligarlos a oponerse a un aumento del salario mínimo a 15 dólares la hora. Hagamos de Roe contra Wade una cuestión de mensajería económica y obliguémoslos a bloquear nuestros intentos de codificarlo en ley. Y recuperemos la cuestión de la inmigración convirtiéndola en una cuestión económica y obliguemos al Partido Republicano a negar una reforma bipartidista que agilice la entrada de talentos de alto rendimiento y de quienes traerán negocios a nuestro país. Este año la dirección del Partido Demócrata debe convocar y publicar una agenda económica creativa, popular y audaz y recuperar proactivamente nuestro terreno económico. Hazlo a lo grande, hazlo populista, apégate al progreso económico y oblígalos a oponerse a aquello que no pueden apoyar. Al unísono.

Por último, los demócratas deben lanzarse de cabeza con este programa económico al nuevo paradigma mediático en el que vivimos ahora. Soy un hombre de 80 años y puedo ver claramente que nos dirigimos hacia un entorno mediático no tradicional y descentralizado. Los pódcast son los nuevos periódicos y revistas impresos. Las plataformas sociales son una conciencia social. Y los influentes son los administradores digitales de esa conciencia. Nuestro mensaje económico debe ser agudo, nítido y claro, y debemos llevarlo directamente a la gente. A los aspirantes demócratas a la presidencia, sus audiciones para 2028 deberían basarse en dos cosas: 1) lo auténticos que sean en materia económica y 2) lo bien que lo expliquen en un pódcast.

El camino a seguir no será fácil, pero no hay dos caminos entre los que elegir. El camino a seguir no podría ser más seguro: vivimos o morimos ganando la percepción pública de la economía.

Así fue, así es y así será siempre.

The New York Times

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