Mezcla de sorpresa y alborozo por nombramiento de Magín Díaz

 Guarionex Rosa

Casi como nunca antes, el decreto que nombró al economista Magín Díaz como ministro de Hacienda, causó una especie de alborozo, lluvias de apoyo y consideraciones hacia el ex director general de Impuestos y algunos comentarios contrarios, pero en general una gran novedad.

Entre muchos de los entendidos y gente a quienes podría de una forma u otra afectar que haya un nuevo ministro de Hacienda en esa cartera, surgía la credulidad de que al final, tras tantas quejas soterradas, el presidente Abinader decidió apartar al considerado “enfant terrible”.

El saliente ministro Jochy Vicente era tenido como un hombre intratable, que se enemistó con medio Gabinete y que tuvo desencuentros con el ministro de la Presidencia, José Paliza, considerado un hombre de la extrema confianza del presidente Abinader, llamado primer ministro.

Vicente, un representante de la oligarquía, cuyo estado de situación sorprendió porque antes de su ingreso al régimen de Abinader en el 2020 no era una personalidad tan conocida, ni su fortuna objeto de las conversaciones de salones, fue derrotado el año pasado por la reforma fiscal.

La reforma la quisieron imponer los negreros contra la clase obrera y la clase media, pero el presidente Abinader, elegido por las mayorías evitó su aprobación por temor a un estallido popular, puesto que fue concebida exactamente para salvar del pago de impuestos a los más adinerados y hacerlos recaer en los de abajo.

Después de la salida de Vicente y cerca del 16 de agosto cuando el régimen cumplirá cinco años, parece previsible que otras figuras que ya agotaron ese lustro salgan del gobierno y den paso a nombres menos propensos a involucrarse en actos de corrupción y sobornos de los “prestadores de servicios”.

Magín Díaz fue el director de Impuestos Internos entre 2016-2020 bajo el gobierno del licenciado Danilo Medina, del Partido de la Liberación Dominicana, PLD. Después se dedicó a la asesoría económica independiente y escribía artículos. Sus juicios fueron a veces críticos, pero no contrarios a la política de Abinader.

La impresión bastante extendida es que si un funcionario no logró su cometido en cuatro años debe dejar el puesto. Eso fue lo que habría ocurrido con Vicente, solo que el presidente Abinader, quizás muy considerado con sus patrocinadores, dejó sobre la mesa una anterior carta de renuncia.

Abinader, indulgente al extremo y diplomático guardando apariencias, reconoció que el dimitente “fue una de las piezas clave del gobierno para enfrentar y superar la crisis económica derivada de la pandemia del COVID-19. Vicente ocupaba el cargo desde agosto del 2020.

El presidente tiene pendiente que el Congreso apruebe los códigos Penal y Laboral, ambas piezas antecedidas de un largo debate público, porque en el caso del último, incluye la cesantía a lo que se opone un sector del empresariado y que respalda en general la clase obrera.

El empresariado hace pocas concesiones a los trabajadores. Desde que bajo el doctor Balaguer en los 12 años los sindicatos fueron desbandados de las empresas del estado y privadas, la clase obrera se ha visto desprovista de esa defensa de los derechos laborales, sociales y de salud que anteriormente esas entidades propiciaban.

Los sectores conservadores se opusieron también a conquistas del Código Penal como fueron las tres causales sobre el aborto, que movilizó a los religiosos, otros políticos y a sectores legislativos en favor de esa causa, como en 1963, durante el gobierno de Bosh, contra la Constitución que establecía la educación laica.

Listín Diario

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