Mucha gente quiere ver sangre (la de otros)

Rosario Espinal

Proliferan las confrontaciones de todo tipo y cada vez hay más insatisfacción con la vida, no importa cuán ricas sean las personas (el bienestar es relativo).

Elon Musk, supuestamente el hombre más rico, se siente insatisfecho. Compró una red social (la antigua Twitter) desde donde promueve la confrontación con un X. Proclamó el fin de la civilización si no ganaba Donald Trump, y ahora el fin de Europa si no gana la ultraderecha.

¿Qué buscan los oligarcas de la tecnología apoyando abiertamente a Trump? Más reducción de impuestos, más desregulación de sus negocios (incluidas las criptomonedas para la especulación), subsidios para sus programas espaciales y de inteligencia artificial.

Por doquier los inmigrantes son foco de odio. Los culpan de muchos males, aunque dejen su pellejo en las peores labores por el menor salario (incluidos los fangos de la agricultura).

Hasta los propios inmigrantes rechazan otros inmigrantes: los de estatus legal rechazan los indocumentados, los de un país rechazan los de otros, los de clase media a los pobres.

En el 2024, Trump aumentó su caudal de votos latinos, a pesar de haber dicho por años que esos inmigrantes son criminales, violadores y narcotraficantes.

La gente blanca está aterrorizada con más personas de otras razas en posiciones de poder en Estados Unidos y Europa. El populismo ultraconservador en Occidente tiene ahí su base: la rebelión de los blancos.

Los hombres, aterrados con el avance de las mujeres en posiciones de poder, también están en rebeldía. Hasta un término se ha acuñado: la manosfera de los bro. Son las redes que atacan el feminismo y culpan a las mujeres de muchos males. Peor aún, muchas mujeres asumen ese discurso por miedo, por inconciencia o simple oportunismo.

Muchos heterosexuales ven con horror la normalización de las relaciones homosexuales. LGBT es símbolo de decadencia occidental. Sacan la Biblia para condenarlos.

La clase media no quiere ver cerca a los pobres, los consideran inútiles y aprovechados que buscan beneficios públicos. Por eso, dicen, no quieren pagar más impuestos y se unen a los ricos en su cruzada anti impositiva. Aclaman la meritocracia para justificar su rechazo a la inclusión social.

Vivimos en un mundo de grandes desigualdades, de grandes aspiraciones individuales insatisfechas, de redes sociales desbordadas donde se difunden insultos y mentiras en nombre de la libertad, donde en vez de identificar los verdaderos responsables de las miserias humanas se escogen villanos para atacar.

La humanidad ha registrado avances importantes a través de los siglos, pero todos los regímenes de la modernidad (el capitalismo, el socialismo y el comunismo) han fracasado en generar paz y bienestar duraderos. Y la socialdemocracia, que incorporó elementos del capitalismo y del socialismo, y llevó bienestar al capitalismo desarrollado, está también en declive.

En todos los confines, las insatisfacciones y el vacío existencial se llenan con el populismo nacionalista autoritario, que expande el repertorio de villanos a odiar y promete venganza.

La motosierra de Javier Milei es un símbolo de este tiempo.

Mucha gente quiere ver sangre (la de otros).

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