Nacionalismo radical y patriotismo

Por: Luis Fernández

Los grandes desplazamientos humanos han aumentado considerablemente en los últimos tiempos en la escena internacional, convirtiéndose en un asunto global que está provocando crisis migratorias y el surgimiento de discursos nacionalistas con respuestas emocionales y defensivas contra los migrantes, cuando las migraciones son a través de la historia humana parte fundamental del desarrollo.

Estas posiciones nacionalistas radicales de países de la Unión Europea, de los Estados Unidos y algunas instituciones de nuestro país, han recibido muchas críticas ya que, en muchas ocasiones, están contribuyendo al resentimiento, al aumento de la escala de violencia, alimentando el miedo, las persecuciones indiscriminadas y las violaciones a los derechos humanos.

El nacionalismo cuando se radicaliza se convierte en un mecanismo dominante de la derecha política, que se utiliza para fragmentar la sociedad, fomentando conflictos, llegando a situaciones excluyentes con acciones autoritarias y xenófobas, discursos de odio que incitan a la discriminación, la violencia y actuaciones contrarias a una convivencia democrática basada en el respeto a la dignidad humana.

Aunque no son idénticos, pero si conceptos relacionados, el patriotismo contrario al nacionalismo es incluyente y fortalece la unidad y el progreso de la nación, fomentando el amor y devoción por la patria, el patriotismo es un sentimiento de lealtad, solidaridad, dedicación y compromiso con el país, su cultura, su historia y su gente, dirigido a la construcción de una sociedad más justa y humana.

El nacionalismo radical que lamentablemente se ha intensificado en muchos países, es un fenómeno preocupante que presenta muchos problemas y riesgos para la sociedad, ya que fomenta la polarización social, la violencia contra los migrantes y actúa decididamente y de manera antidemocrática contra la crítica y la diversidad, lo que atenta contra el sistema democrático.

El presidente Francés Charles de Gaulle quien lideró a Francia contra la Alemania Nazi en la segunda guerra mundial lo definió así,” el patriotismo es cuando el amor a tu propio pueblo prevalece; el nacionalismo, cuando el odio a quienes no son tuyos prevalece”, lo que nos dice que el nacionalismo radical no ama a su país, por el contrario, solo odia y desprecia a los que no están con su estrecha idea de nación.

Este tipo de nacionalismo radical muy bien utilizado por la derecha política y por sectores burgueses que a través de la historia han jugado un papel clave en el desarrollo del nacionalismo moderno para mantener sus intereses y privilegios, no es una herramienta para el progreso social, sino un mecanismo de división de la sociedad para desviar la lucha de los pueblos por sus verdaderos intereses.

El maestro Juan Bosch lo dijo de esta manera, “El nacionalismo burgués, es un mecanismo para ocultar las desigualdades sociales y económicas, presentándolos como «intereses nacionales» que todos deben defender”, este nacionalismo representa peligros evidentes y es una grave amenaza para la humanidad, por su estrecha relación en su extremo más violento y excluyente con el fascismo.

Para Juan Bosch ser patriota es una gran responsabilidad moral y política, es luchar por la dignidad del pueblo, la soberanía nacional y la justicia social, su patriotismo era de un fuerte contenido anticolonial y anti intervencionista, su visión humanista rechazaba cualquier tipo de nacionalismo excluyente, propiciando siempre un internacionalismo basado en la solidaridad entre los pueblos oprimidos.

Ser patriota es luchar por un país más justo y soberano, sin discriminación, odios, abusos y violencia sectaria, es entender contrario al nacionalismo radical e irracional que los derechos humanos, la dignidad y la justicia son valores universales que debemos respetar, para así fortalecer verdaderamente el amor a la patria, la identidad nacional y la defensa de los intereses nacionales.

 El nacionalismo radical tiene muchos aspectos negativos y el patriotismo muchos positivos, para defender el país y nuestra soberanía nacional, no hay que maltratar ni cometer abusos contra    nadie, todos somos seres humanos y tenemos derechos universales, que no dependen de la nacionalidad, género, religión, raza o de ninguna condición social y económica.

Reconocer todos esos derechos es cerrarles las puertas a las injusticias, al autoritarismo, a la deshumanización y al peligroso fascismo, es la manera de ser auténticos patriotas internacionalistas, que creen en la cooperación de los pueblos a favor de objetivos comunes como la paz, la justicia social, los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la construcción de sociedades más justas, pacificas e incluyentes.

Luis Fernández

Político, escritor y comunicador

Santo Domingo R.D.

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