Nicolás Maduro: Entre la política y el arte de la permanencia

Caracas, 18 marzo. – La última obra pictórica que circula en las redes sociales ha vuelto a poner en el centro del debate el liderazgo de Nicolás Maduro en Venezuela. La imagen, que muestra al presidente venezolano con Jesucristo como copiloto en un barco que simboliza el rumbo del país, es más que una simple representación artística. Refleja la percepción que Maduro tiene de su propio mandato: como una dirección divinamente guiada.

A sus 61 años, Maduro se encuentra en un momento de consolidación de poder. Designado sucesor por Hugo Chávez, ha sabido valerse de la estructura chavista y el apoyo militar para mantenerse en la presidencia durante once años. Su gestión ha estado marcada por la controversia y la polarización política, pero su capacidad para resistir a las presiones internas y externas ha sido notable.

El retrato, compartido con orgullo por Maduro en sus redes sociales, refleja su confianza en el respaldo de la base chavista. Sin embargo, su liderazgo no está exento de críticas y cuestionamientos. La inhabilitación de su principal rival, María Corina Machado, ha suscitado controversia y ha llevado a cuestionar la legitimidad del proceso electoral.

Personalmente, Maduro se presenta como un líder carismático y cercano, pero también ha sido descrito como despótico en el ámbito privado. Su obsesión por la seguridad lo ha llevado a denunciar numerosos complots en su contra, lo que ha generado un clima de tensión política en el país.

Cuando asumió la presidencia en 2013 tras la muerte de Chávez, muchos dudaban de su capacidad para liderar el movimiento bolivariano. Sin embargo, Maduro ha sabido mantenerse firme en el poder y resistir los embates de la oposición y la comunidad internacional.

Once años han pasado desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia de Venezuela, enfrentando desafíos económicos y sociales sin precedentes. Durante este tiempo, ha mantenido un control férreo del poder, aunque no exento de controversias y críticas tanto internas como externas.

Nombrado sucesor por Hugo Chávez, Maduro ha sido objeto de constantes cuestionamientos sobre su capacidad de liderazgo. Sin embargo, ha sabido mantenerse firme en su posición, respaldado por la estructura vertical del chavismo y el apoyo militar.

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) lo ha designado nuevamente como candidato para las elecciones de 2024, lo que refleja su dominio sobre la política venezolana. A pesar de algunas corrientes críticas dentro del chavismo, cuestionar su autoridad puede tener graves consecuencias, como lo demuestra el caso de Tareck El Aissami, quien fue destituido de su cargo como vicepresidente y ministro de Energía y Petróleo por acusaciones de corrupción.

La corrupción ha sido una constante en el gobierno de Maduro, exacerbada por políticas económicas radicales que han profundizado la crisis en Venezuela. En lugar de buscar soluciones pragmáticas, Maduro ha optado por mantenerse fiel a los principios del socialismo, lo que ha llevado al país a una grave escasez de bienes y servicios.

A pesar de la creciente oposición interna y las protestas populares, Maduro ha demostrado una notable fortaleza de carácter y liderazgo. Su control sobre las instituciones del estado y el apoyo de los sectores militares le han permitido mantenerse en el poder, a pesar de las críticas y sanciones internacionales.

La astucia política y el control del aparato estatal han sido las herramientas clave de Nicolás Maduro para mantenerse en el poder en Venezuela. Continuando el legado de Hugo Chávez, Maduro ha consolidado un entramado de fuerzas leales a su gobierno, incluyendo fuerzas militares, organismos de inteligencia y milicias paramilitares.

Diego Bautista Urbaneja, abogado y escritor, destaca cómo Maduro ha intensificado el control del aparato productivo y militar, así como la represión contra la disidencia. La corrupción y la caída de los precios del petróleo han debilitado la economía venezolana, lo que ha llevado a Maduro a endurecer su control sobre el país.

El Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, y Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, son dos figuras clave en el gobierno de Maduro, encargados de garantizar la lealtad de las fuerzas armadas y mantener el control político, respectivamente. A esto se suma el papel de Diosdado Cabello, quien ejerce como vocero radical del régimen.

Según Urbaneja, el chavismo ha utilizado sin restricciones el poder del estado para mantenerse en el poder, lo que ha generado un complejo de inferioridad en las fuerzas democráticas del país. El apoyo internacional, especialmente de países como Rusia, Cuba, China e Irán, ha sido crucial para fortalecer el régimen de Maduro y su aparato de inteligencia.

A pesar de las negociaciones con la oposición y las insinuaciones de una posible transición democrática, Maduro ha seguido manteniendo un control férreo sobre el país. Incluso cuando se vislumbraba un posible acuerdo en los acuerdos de Barbados, la situación no cambió significativamente y el gobierno de Estados Unidos levantó algunas sanciones económicas como un gesto de buena voluntad hacia Venezuela.

Con datos de El país, de España

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