No entendí la respuesta del Banco Central

Andrés Dauhajre Hijo

El pasado martes, el Banco Central (BC) publicó una Página Abierta para responder al artículo que publiqué el día anterior en este diario, “¿Evasión de cotizaciones a la Seguridad Social?”. El BC consideró que emití “una apreciación un tanto subjetiva cuestionando la precisión de las estadísticas divulgadas por el Banco Central” y un “comentario subjetivo que pudiese considerarse desafortunado y poco constructivo”. Concluyó señalando: “Resultan lamentables los planteamientos realizados por el Dr.
Dauhajre, los cuales han llamado poderosamente la atención, cuestionando las cifras publicadas por el BCRD…, ya que este tipo de declaraciones solo contribuyen a crear dudas y suspicacias en la población y en los usuarios de las estadísticas locales e internacionales.”

Reconozco que al leer las puntualizaciones del BC me preocupé, pues mi intención nunca ha sido generar sospechas sobre la credibilidad de sus estadísticas. Volví a leer el artículo. Al hacerlo observé que me limité a comparar las estadísticas del BC y las de la TSS, dos variables objetivas. No entiendo cómo la comparación de dos estadísticas objetivas que no fueron producidas por el sujeto (Dr. Dauhajre), pueda ser tildada de apreciación subjetiva, pues la misma no refleja mi percepción, argumento y lenguaje, mucho menos mis intereses o deseos particulares en lo observado. Todo lo contrario, me limité a plantear las tres posibilidades que entendía podían explicar la diferencia, solo para sugerir que el BC y la TSS deberían reunirse para aclararla. Incluso, el título del artículo pudo haber llevado a la TSS a pensar que el autor estaba insinuando que el origen del problema residía más en ella que en el BC. Quizás una titulación “¿Evasión de cotizaciones a la Seguridad Social o Sobrestimación del empleo por parte del BC?” habría sido menos sesgado y más objetivo.

Los calificativos de desafortunado y poco constructivo me hacen sentir mal, pues siempre he perseguido contribuir el progreso económico y social del país y al fortalecimiento y la credibilidad de las informaciones estadísticas producidas por las diferentes entidades oficiales, incluyendo el BC. Recuerdo que el 10 de agosto del 2009, publiqué en este diario el artículo “Alóo, Banco Central”, en el cual señalé que la participación de 17.6% del PIB que el BC asignaba al sector comunicaciones en el primer trimestre del 2009, era incorrecta y que debía revisarse la metodología utilizada, pues ningún país del mundo registraba una participación de tal magnitud. En aquella ocasión, el BC respondió a través de un largo artículo en el cual defendió su estimación. Años después el BC aprovechó el cambio del año de referencia (de 1991 a 2007) de las Cuentas Nacionales para realizar una corrección de la participación del sector comunicaciones en el PIB. En lugar del 17.6% que había publicado para el primer trimestre de 2009, la redujo a 1.9%. Pienso que, de alguna manera, los señalamientos que realicé en aquella ocasión y que el BC rechazó con mucha firmeza, con el tiempo terminaron siendo constructivos.

Sobre el calificativo de lamentables y generadores de dudas y suspicacias que el BC asigna a nuestros planteamientos, lamentamos mucho semejante percepción. Siempre hemos tratado en nuestras reuniones con inversionistas locales y extranjeros, tenedores de bonos y firmas calificadoras de riesgo presentar una perspectiva positiva y optimista de nuestra economía. Consciente de eso, las entidades oficiales que coordinan las visitas al país de las firmas calificadoras, generalmente nos solicitan recibirlas en nuestras oficinas.

Pasemos ahora a comentar, con el mayor respeto posible, los señalamientos que el BC vierte en su Página Abierta. El BC resalta su conformidad con el grado de correlación existente entre el crecimiento del PIB y la variación porcentual del total de ocupados reportado por la Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT). En nuestro artículo, nos limitamos a los ocupados formales pues esos son los que podemos comparar con los trabajadores cotizantes que registra la TSS. Como el BC no lo hizo en su Página Abierta, nosotros lo hacemos en esta entrega. El gráfico #1 muestra que cuando contrastamos el crecimiento del PIB real con la variación de los ocupados formales, existe un nivel de correlación menos significativo que el resultante cuando se utiliza el total de ocupados. Esto queda más claro en el gráfico #2. En él presentamos la recta de regresión de las dos variables, la cual arroja un coeficiente de determinación (R2) de 0.23, bastante bajo. Cuando sustituimos la variación del empleo formal estimada por la ENCFT con la variación que resulta del registro de la TSS (gráficos #3 y #4), encontramos que la correlación es mucho más elevada: el coeficiente de determinación (R2) resulta ser de 0.67, tres veces más elevado que el obtenido con los datos de la ENCFT. En consecuencia, los datos de la TSS sobre ocupados formales o trabajadores cotizantes reportados por un promedio de 96,194 empresas en el 2023, predicen mejor el crecimiento del PIB real que los datos de la ENCFT del BC que emanan de visitas presenciales o telefónicas a 8,480 viviendas.

Si nos adentramos en la ENCFT para ver la variación del empleo formal por sectores entre el tercer trimestre de 2023 y el tercer trimestre de 2022, encontramos que los resultados presentados por la ENCFT no ayudan a explicar esas variaciones del PIB real. Tomemos al sector turismo (hoteles, bares y restaurantes), el líder del crecimiento económico en lo que va de 2023. Según la ENCFT, el empleo formal en el sector turismo se redujo en 3,949 entre el trimestre III-2023 y el trimestre III-2022, para una caída de 2.22%. Estamos seguros que el Mitur asignaría poca credibilidad a ese dato teniendo en cuenta que el propio BC ha estimado que el PIB real del turismo aumentó en 10.9% en ese período. Cuando tomamos los datos de trabajadores cotizantes de la TSS resulta que, durante ese período, el empleo del sector turismo aumentó en 14,951, es decir, en 10.0%, un resultado más compatible con el crecimiento del PIB real de 10.9% que registró ese sector en ese período. En el caso del comercio, la ENCFT indica que el empleo formal creció en 48,253, para un 14.75%, mientras que el BC estima que el PIB real de ese sector cayó en 0.9%. La TSS registra un crecimiento de apenas 3.75% en el empleo formal del sector comercio para el período indicado.

La ENCFT podrá ser la encuesta mejor diseñada y realizada del mundo. Eso no quiere decir que uno no se sorprenda ante las diferencias abismales en las variaciones entre el empleo formal de la TSS y el de la ENCFT. Dado que el BC no presentó los datos objetivos en su Página Abierta, desconocemos si esas diferencias son explicadas por los fraudes de los “empleadores virtuales”, los efectos de las “amnistías que se han realizado por Ley”, o por los “empleadores que cierran operaciones o suspenden parcial o de manera total a sus trabajadores y no proceden de forma oportuna a sincerar sus nóminas en los registros de la TSS”. Sin datos, todo lo que se afirme, cae en el terreno de la subjetividad.

Pero no solo esas diferencias abismales sorprenden a analistas no expertos en estadísticas laborales. Nada me ha sorprendido más de las estadísticas de la ENCFT que la dinámica del desempleo. La tasa desempleo más baja que ha registrado la nación desde el trabucazo de Mella al día de hoy se alcanzó en el segundo trimestre de 2020, cuando promedió 3.2%. En otras palabras, el desempleo más bajo de toda la historia dominicana se alcanzó en el peor momento de la pandemia del Covid-19 y el de mayor contracción de la economía dominicana en toda su historia provocada por las medidas de aislamiento dispuesta por la administración del presidente Medina. Mientras la tasa de desempleo fue de 5.7% en el primer trimestre de 2020, cayó a 3.2% en el segundo trimestre de ese año, un resultado abiertamente irracional. Tratamos de ver si algo similar había ocurrido en las demás economías de la región. No tuvimos suerte. En México aumentó de 3.3% en el primer trimestre de 2020 a 5.5% en el segundo trimestre de ese año. En Colombia pasó de 13.2% a 20.4%. En Chile aumentó de 8.2% a 12.2%. Como se observa en el gráfico #5, lo mismo encontramos en Perú, Argentina y Costa Rica. ¿Qué sucedió? El BC, acogiendo una recomendación absurda de la OIT, decidió ubicar a las personas que perdieron su empleo y que no estaban en condiciones de buscar activamente trabajo fuera de la Población Económicamente Activa (PEA), como parte de la Fuerza de Trabajo Potencial (FTP), la cual aumentó en 376,229 personas entre el segundo trimestre de 2022 y el segundo trimestre de 2023. Lo correcto era clasificarlas como desocupadas, lo que habría provocado un fuerte aumento de la tasa de desempleo, tal y como sucedió en el resto de la región. La noticia no era buena, pero era la realidad. ¿Acaso alguien podría otorgar credibilidad a ese dato de desempleo que había estimado el BC? Hasta el día de hoy, ese insólito 3.2% sigue apareciendo dentro de los indicadores del mercado laboral. Alguien con sensatez debería corregir esa información errada pues la misma atenta contra la credibilidad del Banco Central.

Pero hay más cosas extrañas que ameritan ser corregidas en la ENCFT. En todos los países del planeta Tierra en los cuales la población anual crece (nacimientos más nuevos inmigrantes es mayor que las defunciones más los nuevos emigrantes), entre los cuales se encuentra República Dominicana, la Población en Edad de Trabajar (PET) es una variable que crece sin cesar de trimestre a trimestre. En las estadísticas del mercado trabajo que publican el Inegi de México, el DANE de Colombia y el INE de Chile, la población en edad de trabajar muestra una tendencia creciente de un trimestre a otro. El BCRD, por alguna razón, publica una serie trimestral de la población en edad de trabajar que, entre 2015 y 2023, contiene 9 trimestres en los cuales la PET baja en relación con el nivel del trimestre anterior, un resultado a todas luces indescifrable para los enrolados en el sentido común. El BC nunca ha explicado a qué se debe esa tendencia “cocodrilezca” de la PET, que se observa en el gráfico #6. Los expertos del BCRD saben que esta falla, la cual atenta contra la credibilidad de sus indicadores laborales, puede corregirse con una simple calibración de los ponderadores de la encuesta con el objetivo de que la misma reproduzca la estructura por edad y sexo de la población estimada por la ONE en cada trimestre.
Hay también ausencias importantes de explicaciones. Durante el año 2020, debido a las restricciones impuestas por la pandemia del Covid-19, el tamaño efectivo de la muestra de la ENCFT del BC se redujo de manera considerable. La causa fundamental fue la pérdida de observaciones provocado por el aumento de la tasa de rechazo a responder que se verificó en el “trabajo de campo”. Durante ese año, el BC se vio precisado a cambiar la manera de recolectar la información: de un sistema de recolección presencial de los datos se pasó a llamadas telefónicas, lo que pudo haber impedido la aplicación rigurosa del protocolo de las encuestas presenciales. La mayor tasa de rechazo a responder (22%) tuvo lugar en el segundo trimestre de 2020. El BC, en sus publicaciones de los resultados de la ENCFT no presentado un informe que permita conocer los efectos del elevado rechazo a responder y del cambio en la modalidad de entrevista en la calidad estadística y en el sesgo de los datos, algo que habría sido de mucha utilidad para los usuarios locales e internacionales de las estadísticas del BC.

Cuando nos adentramos a analizar los resultados de la captura de informaciones generadas por la ENCFT del BC observamos una seria deficiencia en los datos de ingresos reportados por los entrevistados. Este es uno de los problemas más serios que enfrentan las encuestas, lo que puede ser minimizado exigiendo a los encargados del trabajo de campo cumplir con los protocolos de validación de las informaciones, más aún si perciben que las informaciones sobre el ingreso de los ocupados reflejan una fuerte reducción en relación a las capturadas en años anteriores.

La ENCFT reporta que ingreso mensual promedio (en términos nominales) pasó de RD$19,347.42 en 2018 a RD$21,173.96, para un aumento de 9.4% (gráfico #7). Cuando se incursiona en los resultados para analizar el comportamiento por deciles de ingreso, observamos que en el caso del 10% “más pobre” de los ocupados, el ingreso promedio mensual pasó de RD$4,375.65 en 2018 a RD$5,713.98 en 2022, reflejando un aumento de 30.6%. Cuando hacemos lo mismo para el caso del 10% “más rico” de los ocupados encontramos que el ingreso medio mensual pasó de RD$63,722.00 en 2018 a RD$56,418.78 en 2022 (gráfico #8), equivalente a una disminución de 11.5%. ¿Es creíble ese resultado en una economía donde, con los datos del PIB estimados por el BC, se deduce que el PIB nominal mensual por ocupado entre 2018 y 2022 creció en 42.6%? Es obvio que la información colectada en el campo sobre los ingresos de los ocupados de mayores ingresos (el 10% más rico), registra una fuerte subestimación.

Este resultado tiene implicaciones muy serias. Como sabemos, entre el 70% y el 80% del ingreso de los hogares que utiliza el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) para estimar la pobreza y la distribución del ingreso, proviene de los ingresos del trabajo, información que es provista por la ENCFT. Si esa encuesta subestima de manera exagerada los ingresos de los ocupados de mayores ingresos y, por tanto, de los hogares a los cuales pertenecen, entonces las estimaciones del coeficiente de Gini que realiza el MEPyD son incorrectas. En efecto, el MEPyD ha publicado que la desigualdad en el país se ha reducido entre 2018 y 2022, como lo refleja la reducción del coeficiente de Gini, el cual pasó de 0.44 en 2018 a 0.38 en 2022. Esa afirmación es incorrecta. La misma se deriva de datos de ingresos de los ocupados por deciles emanados de una ENCFT que no corrigió por la subdeclaración de los ingresos mensuales de los ocupados “más ricos”, quienes reportaron una reducción de sus ingresos derivados del trabajo entre 2018 y 2022 de 11.5% en términos nominales y de 28.9% en términos reales.

Simultáneamente, la ENCFT del BC entra en contradicción con los datos del PIB nominal por ocupado que se derivan de las estimaciones del PIB que realiza el BC. En efecto, mientras el ingreso mensual promedio por ocupado según la ENCFT en 2018 (RD$19,347.42) representó el 24.4% del PIB nominal mensual promedio por ocupado (RD$79,192.05), en el 2022 el ingreso reportado por la ENCFT (RD$21,173.96) representó apenas el 18.7% del PIB nominal mensual promedio por ocupado (RD$112,944.32) estimado con los datos del BC (gráfico #10). De nuevo, cuatro posibilidades. O el dato de la ENCFT subestima el ingreso promedio por ocupado, o el estimado del PIB nominal del BC está sobrestimado, o la mayor parte del crecimiento del PIB que hemos registrado se ha destinado a remunerar el capital, o una combinación de las anteriores. En ningún otro país del mundo, el capital se lleva el 81.3% del PIB dejando al factor trabajo apenas el 18.7%. Pienso, aún arriesgándome a ser acusado de emitir opiniones subjetivas, que el problema principal reside en la subestimación de los ingresos que colecta la ENCFT.

En todas las economías del mundo las encuestas tienen una vida útil que varía de acuerdo a las características y condiciones de cada país. El año próximo, la ENCFT arriba a los 10 años de edad. No podría recibir un mejor regalo de cumpleaños que aprovechar el 2025 para renovar su marco de muestreo y revisar su diseño estadístico, utilizando los resultados del reciente Censo de Población y Vivienda efectuado por la ONE. Asimismo, debería aprovecharse la ocasión para llevar a cabo una revisión exhaustiva de su marco conceptual, el cuestionario, el protocolo de consistencia y validación de datos, así como la estrategia de difusión de resultados, asumiendo una política de datos abiertos que fomente el uso expedito y exhaustivo de las estadísticas sobre el comportamiento del mercado laboral.

El Caribe

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