No solo de can vive el hombre

Por Charlie Núñez

La primera empresa de zona franca se instaló en el país en 1969 en La Romana, y en la década de los setenta surgieron otras en algunos puntos del país sobre todo en el Cibao.

Es en la década de los ochenta cuando comienza el florecimiento de las mismas, producto del “Plan Reagan para las Iniciativas de la Cuenca del Caribe” que buscaba frenar un poco la migración hacia el territorio Norteaméricano.

Se convirtió en moda, que trabajadores de zonas francas – empresas que en el pasado se caracterizaron por pagar bajos salarios – se ubicaran a tomar cervezas en colmados cercanos al lugar de trabajo.

Quizás nadie hizo un estudio financiero, pero vender muchas cervezas a un montón de gente imagino deja buenos beneficios, y así de ese modo los colmados pasaron de “vende arró” a crear las condiciones físicas para convertir sus instalaciones en lo que hoy llamamos colmadones.

Romo y cerveza mezclado con bajo nivel educativo en un ambiente ideal para exhibir “logros” en el barrio, con frecuencia eran escenario de pleitos que poco a poco fueron creciendo hasta que comenzaron a aportar muertos a las estadísticas nacionales de homicidio.

Pasamos de merengues a bachata, luego a un montón de cosas con la sombrilla de “urbano”, desde el mismo merengue, acentuándose en la bachata y concluyendo con los urbanos, las letras de manera conservadoras, son para mayores de 50 años.

¿Usted ha visto los temas y el lenguaje de la nueva forma de hacer radio y televisión?, ha visto los panelistas que promueven nuevos géneros con orgullo, dándose golpes en plenos programas?, y de la forma de vestir qué?, y uno se pregunta, y es que este descontrol no tiene fondo?.

Para quienes con frecuencia seguimos noticias en medios digitales, ver hombres o mujeres dándose palos, tirando piedras o botellas, peleándose con armas blancas, líos a tiros como en el oeste, trompadas y jalones de moños, es como tomarse un vaso de agua.

Si a todo eso usted le agrega las carreras clandestinas de carros y motores – que no son clandestinas na – excesos de velocidad, manejo temerario, irrespeto al barrio, sumado a la moda de que quien va en un vehículo si tiene un roce con alguien saca su librito de ley, consistente en un bate, un machete o una pistola.

Cuando veo esto, solo aspiro a que ningún turista tenga internet, que se le acabe la batería del celular o se le vaya la luz en su casa aunque nunca haya visto un apagón, Dios mío, habrán salido del vientre de una mujer o tienen capacidad de engendro los que así se comportan?

Ahhh, no mencioné las drogas, que parece ser consumida como si fuese vital para la salud o la alimentación, con drogas, alcohol, armas de todo tipo, sin formación, privando en no sé qué, una sociedad así jamás puede sentirse orgullosa, pues en ella solo habrá dos tipos de personas, víctimas y victimarios.

Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, ten piedad de nosotros, no digamos que esto es una selva, porque los animales nunca llegarán a tal comportamiento.

La sociedad dominicana en sí, es un contenido delicado, y es justo recordar que no solo de can vive el hombre.

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