¿Obsesión o deseo de hacer justicia?
La democracia funciona cuando los gobiernos y sus órganos actúan conforme a la Constitución y las leyes. El irrespeto a las normas legales por quienes juraron respetarla, es, en la práctica, una deserción de los principios y valores que hacen posible su funcionamiento y abre las puertas a la destrucción del estado de derecho y la coexistencia pacífica en un sistema de libertades y respeto a las ideas, que es en síntesis la esencia misma de la democracia.
En la lucha contra la corrupción selectiva puesta en marcha por lo que se pretende ser un Ministerio Público independiente, se han cometido muchas violaciones a derechos fundamentales., según expertos y abogados. El debido proceso, base fundamental de una sana administración de justicia, y la presunción de inocencia han sido vulnerados. La filtración de informaciones a los medios, incluso en fase de investigación, han resaltado la intención de inocular en la opinión pública una impresión temprana de culpabilidad, sin haber siquiera entrado en la fase de juicio.
Dado el ambiente de intimidación que siempre ha existido en el ámbito judicial, un expediente ya condenado en el juicio sumario de las redes y los medios, difícilmente no influya en la decisión de los jueces. Este proceder del Ministerio Público podría a la postre, como ya se observa en amplios sectores, cuestionar no solo las intenciones sino también los resultados de su esfuerzo.
La obsesión por la prisión preventiva es signo inequívoco de la ruta tomada en una campaña más interesada en encarcelar que en hacer justicia.