Odermatt se consagra al capturar oro en la nevada china

Redacción deportes, 13 feb (EFE).- El suizo Marco Odermatt, líder de la general de la Copa del Mundo de esquí alpino, competición que comanda con solidez, se consagró este domingo al proclamarse, a los 24 años, campeón olímpico de gigante en los Juegos de Pekín 2022 en Yanqing, donde ganó una prueba marcada por la escasa visibilidad y las irregulares condiciones provocadas por la nevada que retrasó, además, el arranque de la segunda y decisiva manga.

Odermatt, que también lidera la Copa del Mundo de la disciplina, sucedió en el historial al austriaco Marcel Hirscher al cubrir los dos recorridos en un tiempo ganador de dos minutos, nueve segundos y 35 centésimas, 19 menos que el esloveno Zan Kranjec -que remontó seis puestos y ganó la plata en honor al padre fallecido hace apenas dos meses- y con un segundo y 34 centésimas de ventaja sobre el francés Mathieu Faivre, que acabó tercero y capturó la medalla de bronce.

Posiblemente el esquiador más completo que ha dado toda una potencia en el deporte rey invernal como Suiza desde la época del mítico Pirmin Zurbriggen -oro olímpico, quíntuple campeón mundial y cuádruple ganador de la Copa del Mundo, en la que ganó en todas las disciplinas y capturó en total 16 Globos de Cristal-, Odermatt hizo buenos los pronósticos. Después de quedarse fuera del podio en las otras dos pruebas que disputó, el descenso y el ‘súper’, desautorizó a aquellos que pensaban que la presión le iba a superar en un gran evento como los Juegos Olímpicos. Y demostró su descomunal calidad al imponerse en la primera prueba de los Juegos de Pekín 2022 que, a diferencia de las anteriores, no se disputó con sol y cielo azul, y sobre nieve artificial.

Natural de Bouchs, en el cantón Nidwalden, Odermatt ya confirmó la temporada pasada que, al acabar segundo, a sólo 117 puntos (1.260 frente a 1.093) del francés Alexis Pinturault -quinto este domingo- la general de la Copa del Mundo, la competición de la regularidad, no se dedicaba al esquí alpino únicamente para divertirse.

El flamante campeón ya había advertido acerca de su enorme potencial hace cuatro años en los Mundiales júnior de Davos, en su país -en los que se convirtió en el primero de la historia en capturar cinco oros en esos campeonatos: en descenso, supergigante, combinada, gigante y por equipos-; y esta temporada sólo una tragedia impedirá que se lleve a casa la gran Bola de Cristal, ya que comanda la general de la Copa del Mundo con casi 400 puntos de ventaja sobre el noruego Aleksander Aamodt Kilde.

Sus diez victorias en el torneo anual las reparte, de momento, entre el ‘super ‘(4) y el gigante (6), disciplina en la que, a principios de la pasada temporada, puso fin a nueve años de sequía desde que el gran Carlo Janka -retirado definitivamente el mes pasado- ganase por última vez para Suiza en esa modalidad. Pero entre sus 24 podios en la Copa del Mundo, cuenta tres en descenso; por lo que llegó en busca de varios trofeos a China. Donde no había pasado del séptimo en el descenso y se salio de recorrido en el supergigante.

Este domingo confirmó que puede ser el gran dominador del esquí alpino durante los próximos años. Ni se dejó presionar por la falta previa de éxito, ni por las muy adversas condiciones meteorológicas, que a punto estuvieron de sembrar el caos en el territorio olímpico de alpino. China no cuenta con expertos esquiadores y esa carencia quedó manifiesta en la escasez de ‘pisteros’ -no todos sabían deslizarse para preparar las pistas-, reclamando el anfitrión un contingente de ayuda que, a tal efecto, llegó desde Rusia.

La nueva gran figura del esquí suizo había dominado la complicada primera manga, en la que había mejorado en cuatro centésimas al austriaco Stefan Brennsteiner -que se ‘descalabró’ hasta el puesto 27- y en ocho a Faivre, que mantuvo su tercera plaza tras el acto decisivo.

«No se ve nada», se quejaba, tras completar un primer recorrido en el que hubo numerosas salidas de pista -entre ellas nueve de los mejores 30 del ránking-, el italiano Luca di Aliprandini, subcampeón mundial el año pasado ante su afición en Cortina d’Ampezzo; y que, tras acabar sexto la primera manga, fue de los que se salió en la segunda. Un acto que arrancó una hora y quince minutos después de lo previsto, evitando un aplazamiento de jornada que parecía evidente. En una prueba en la que los hermanos Zampa -Adam y Andreas- firmaron los puestos 15 y 16 para Eslovaquia.

El estadounidense River Radamus ascendió cinco plazas y acabó cuarto, a 1.60. Pero el único que le aguantó el tirón a Odermatt fue el esloveno Kranjec, que marcó de lejos el mejor segundo parcial y se quedó a menos de dos décimas. Capturó de esa forma una plata -la más importante medalla de su trayectoria deportiva- en honor a su padre, el que fuera su entrenador a lo largo de casi toda su carrera, fallecido hace apenas dos meses en un trágico accidente mientras arreglaba un tejado.

Desde entonces, Zan compite con un casco que lleva el lema ‘esto es para ti, papá’. Y este domingo, a los 29 años, consiguió dedicarle a su progenitor el resultado más importante de toda su carrera.

Odermatt completó un triunfo irrefutable que incluye involuntario mensaje velado, al suceder en el historial de la prueba al legendario austriaco Marcel Hirscher, que anunció su retirada en 2019 después de haber elevado a ocho su propio récord histórico de victorias finales (seguidas) en la Copa del Mundo. Al suizo no le superó ni un poco la presión. Este domingo, en Yanqing, ha nacido una estrella.

Por Adrian R. Huber

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