Oír radio durante la tiranía trujillista era entretenimiento y peligro
A mediados de la década de los 50, siendo un muchacho, en mi pueblo Salcedo no había mucha presencia de televisores. Apenas unos cuantos. Se podían contar con los dedos de una mano. Pero aunque había casas que tenían radios, tampoco se habían proliferado. Eran en su mayoría eléctricos, de tubo. Tampoco había tantas emisoras de radio como ahora. En los pocos hogares que los tenían, la gente escuchaba música, novelas, pelota.
En uno o dos comercios dedicados a vender sándwiches y jugos muchas personas se juntaban a oír programas musicales y sobre todo deportivos. No se habían puesto de moda los colmadones.
Pero dentro de un pequeño sector de la sociedad, ya se había encendido la chispa de la inconformidad con el régimen dictatorial imperante. Había cierto deseo de saber que ocurría fuera del país, y la única forma de lograrlo era mediante noticias a través de la radio.
Buscando emisoras extranjeras que transmitían programas o noticias sobre la República Dominicana. Particularmente de Cuba, Venezuela.
Esa situación provocó que personeros de la inteligencia, militares, policías o los que luego fueron denominados calieses, empezaran a tratar de detectar a los que usaban la radio como forma de escuchar noticias internacionales. Eso creó un conflicto en algunos hogares, ya que tenían que distraer la atención de dichos personeros, de formas distintas.
Una era la de poner un radio alto con música o pelota, que se escuchara fuera, y tener otro dentro de algún cuarto para buscar emisoras foráneas con noticias sobre lo que ocurría en el exterior. Lo que pensaban sobre el régimen dictatorial de Trujillo. Eso sin lugar a dudas creó otras situaciones delicadas, que mucha gente de ahora no tiene ni remota idea de lo que se pasaba durante ese régimen oprobioso.
Nuestros padres se cuidaban de que los muchachos no tuviésemos alcance de los radios. En mi casa, el cable de conexión con el toma corriente se colocaba donde nadie los alcanzara. Y siempre se dejaba en una emisora conocida, como La Voz Dominicana, por si acaso un día venían a registrar y se pudieran percatar de que el dial estaba en una emisora de fuera. Pues a eso se le llamaba conspirar contra el régimen.
Hago este breve relato, probablemente considerado insulso para algunos, en virtud de que con el desarrollo de la informática y la proliferación de las redes sociales, vemos que personas que uno supone con algún grado de desarrollo, están hablando de la necesidad de un régimen como el que gracias a Dios terminó en el año 1961. Y que, como siempre expreso, a pesar de las imperfecciones y debilidades del sistema democrático e institucional, gozamos de libertad de expresión. De libertad de tránsito, de poder hacer cosas que para muchos de nuestra generación, por intentar hacerlo, pagaron con la cárcel, el exilio o la muerte.
Hoy casi nadie tiene radio. Han ido desapareciendo. La televisión, equipos sofisticados y celulares los sepultaron. Pero esa radio, ya casi extinguida sirvió de escape a muchas inquietudes de ciudadanos que solo querían vivir en paz y libertad.
Dictadura vigilaba a todo el que escuchaba radio del exterior
Muchas personas se juntaban en barras a oír programas de música o deportes
Se consideraba conspirar contra el régimen escuchar emisoras de fuera