Ómicron y enero
Pablo McKinney[email protected]
A partir de hoy, el país estará cerrado por alegría, por Navidad. Sólo que en esta ocasión, las fiestas llegan en medio de un coronavirus que no para de mutar ni de generar variantes, una siempre peor que la anterior.
El escenario no puede ser más incierto. Sin embargo, las autoridades dominicanas siguen en la disyuntiva de abrir o cerrar, atrapados en el laberinto de escoger qué es más importante, si recuperar la economía y el turismo, o impedir que la pandemia nos sorprenda menos pobres pero casi muertos.
Las vacaciones y las fiestas de Navidad nos sorprenden “comprando todos los números” de una imaginaria rifa que sólo puede traernos más dolor, sufrimiento, muertes. Hagan memoria, mientras acudo a la ciencia para enterarles del momentum por el cual atraviesa el Covid, y cuál es la magnitud de los peligros que él y sus variantes representan. Así, gracias al Dr. J. R. sabemos que las personas con más riesgo de contraer virus con la variante ómicron son los que no se han vacunado; que es urgente iniciar la vacunación de nuestros niños para lo que ya está aprobada la vacuna de Sinovac; que las tres vacunas representan el método más eficaz para enfrentarse a la variante ómicron. Pero hay más: La comunidad científica mundial acaba de informar que la variante ómicron posee un crecimiento exponencial que provoca que los casos se dupliquen cada dos días, por lo que es capaz de multiplicarse 70 veces más rápido en los bronquios humanos que la variante todavía dominante, la delta, esto último, según un estudio preliminar de la Universidad de Hong Kong, que considera “muy probable” que la llegada de ómicron aumente las hospitalizaciones y las muertes respecto a las esperadas con la variante delta.
En Londres, los científicos que asesoran al Gobierno le aconsejan que endurezca las restricciones para evitar entre 600.000 y dos millones de casos al día a finales del mes de enero.
Estos son datos y no opiniones. Finalizadas las fiestas de Navidad, la que espera a los dominicanos no es “la cuesta de enero” de los españoles, sino el quinto brote de la pandemia y la parca enamorada que viene con ella. El balón está en la cancha de nuestras autoridades. Si ponen en peligro la salud de la colectividad, los derechos individuales pueden esperar. Al fin, para qué sirve recuperar la economía desde un cementerio.