Palavé en Silencio: Dos niños mueren por rayo y una comunidad queda marcada por el dolor

Palavé, Manoguayabo – Santo Domingo Oeste, 3 agosto.- Lo que parecía una tarde de lluvia cualquiera en el sector Palavé terminó con una tragedia que marcó para siempre a esta comunidad de Santo Domingo Oeste. Un rayo cayó sobre un terreno de juego donde tres niños se divertían bajo la lluvia, costándole la vida a dos de ellos y dejando a un tercero en estado crítico.

Todo ocurrió el pasado sábado por la tarde. Como era costumbre entre los niños del barrio, la llegada del aguacero fue la señal para salir al play del vecindario. Entre ellos estaban Yelian de los Santos y Yeurys Charles, ambos de 13 años. La lluvia era, para ellos, un escenario de juegos y risas, nunca un presagio de muerte.

Un relámpago cayó repentinamente en medio del terreno. Yeurys murió al instante. Yelian, aunque con signos vitales, fue hallado con graves heridas por Gregory Alejandro Asensio, un vecino que presenció la escena desde su casa.

“Vi cuando ese rayo inmenso bajó. Uno cayó muerto al instante, otro fue lanzado lejos, y el tercero todavía se movía”, narró Asensio, conmovido. “Corrí a ayudar al que aún respiraba. Hice de todo por salvarlo, pero se me murió en las manos”.

El tercer niño, cuya identidad aún no ha sido revelada, permanece ingresado en el Hospital Pediátrico Dr. Robert Reid Cabral con quemaduras severas. Su estado es delicado y su pronóstico, reservado.

Horas después del suceso, el dolor invadía cada rincón de Palavé. En la casa de Luz García, madre de Yelian, el llanto era incontenible al recibir el cuerpo de su hijo. “Un hijo es el alma de uno… y cuando se va, se va un pedazo del alma también”, dijo entre lágrimas.

La comunidad se congregó en una iglesia local para despedir a Yelian, recordado como un niño noble, cariñoso y lleno de sueños. Lo mismo ocurrió en la familia de Yeurys Charles. Su hermana, Berusa, relató que el menor había salido tras ser invitado a jugar bajo la lluvia. Minutos después, la noticia devastadora llegó a su casa: Yeurys no volvería.

Ambos niños eran estudiantes responsables y amantes del deporte, según recuerdan vecinos y profesores. Su muerte ha dejado una herida difícil de cerrar, y un silencio profundo cubre el sector.

En Palavé no hay protestas ni gritos. Hay duelo. Un dolor callado que une a una comunidad que, entre lágrimas y abrazos, intenta entender cómo una costumbre tan inocente pudo terminar en tragedia.

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