Parece que nos ha ido bien
Juan Temístocles Montás
Entre 1990 y 2022 se produjeron importantes cambios demográficos y económicos en los países más grandes del Caribe, convirtiéndose la de República Dominicana en la economía de mayor tamaño en la región.
En 1990 Cuba era el país más poblado con 10.6 millones de habitantes, seguido por la República Dominicana con 7.1 millones. Haití ocupaba el tercer lugar con 6.7 millones y le seguían Puerto Rico con 3.5 millones, y Jamaica con 2.3 millones.
En lo económico, Puerto Rico tenía la economía más grande en la región. Lo mismo ocurría en producción por habitante. Seguía Cuba, tanto en tamaño de su economía como en producción por habitante. La República Dominicana ocupaba el tercer lugar en el tamaño de su economía, pero estaba lejos de los países antes mencionados y de Jamaica, en producción por habitante. Sólo superábamos a Haití en producción por habitante, país que tenía la economía más pequeña del Caribe.
Treinta dos años después, en 2022, Haití pasó a ser el país más poblado con 11.3 millones de habitantes, seguido por Cuba con 11 millones. La República Dominicana siguió ocupando el tercer lugar con 10.8 millones, y Puerto Rico, a pesar de ver reducida su población a 3.2 millones, siguió ocupando el cuarto lugar. Jamaica ocupó la quinta posición con 2.7 millones.
Pero en términos económicos, para 2022 la situación había cambiado. La economía dominicana pasó ser la más grande del Caribe, superando a Puerto Rico, aunque ese país nos superaba en producción por habitante. Asimismo, la economía cubana pasó a ocupar el tercer lugar, tanto en tamaño como en producción por habitante. Jamaica ocupó la cuarta posición en ambos renglones y Haití continúo siendo la economía más pequeña en tamaño y en producción por habitante.
Durante esos años, el tamaño de la economía dominicana se multiplicó por 6.19. En el caso de Puerto Rico su economía se expandió 1.91 veces; Cuba 1.7 veces; Jamaica 1.4 veces y; Haití, 1.6 veces, debido en este caso al rápido crecimiento de la población.
Es notorio que desde 1990, República Dominicana, Jamaica, Cuba, Haití, y Puerto Rico han experimentado diferentes trayectorias económicas marcadas por desafíos estructurales, ciclos de crecimiento, crisis económicas globales, y la dependencia de sectores claves como el turismo, la exportación de materias primas, y las remesas.
Desde la década de 1990, la República Dominicana ha implementado políticas de apertura comercial que han atraído inversión extranjera y han promovido la competitividad y la diversificación de su base productiva. Aunque ha tenido desafíos políticos, el país ha mantenido una estabilidad relativa que atrae la inversión y el crecimiento.
Puerto Rico, al ser territorio de los Estados Unidos, las políticas federales han limitado su autonomía para implementar estrategias efectivas de desarrollo. Una crisis de deuda severa ha limitado la inversión y el crecimiento. Cabe agregar que la economía puertorriqueña también ha sido gravemente afectada por desastres naturales, lo que ha dificultado aún más su recuperación.
Cuba, por su parte, tuvo que enfrentar una profunda crisis económica luego de la caída de la Unión Soviética en 1991. La economía cubana ha estado históricamente controlada por el Estado, limitando la iniciativa privada y la inversión extranjera. Además, las sanciones impuestas por los Estados Unidos han obstaculizado el desarrollo y la diversificación económica.
En cuanto a Jamaica, el desempeño económico ha sido muy volátil desde la década de 1990. Ha enfrentado uno de los nivelas más alto de deuda pública a nivel mundial, lo que ha limitado el gasto público y las inversiones en infraestructura. Problemas de seguridad han afectado la inversión y el crecimiento económico.
En Haití la inestabilidad política y social vivida por ese país desde 1990 ha dificultado el desarrollo de un marco económico sólido. La economía haitiana depende de la ayuda internacional y la inestabilidad política, caracterizada por cambios frecuentes de gobierno y violencia ha desincentivado la inversión y la posibilidad de generar cambios.
En el caso dominicano, ser ya la economía líder del Caribe es un resultado logrado a base de estabilidad y de un ejercicio de liderazgo social y político adecuadamente responsable que ha permitido realizar las transformaciones estructurales y un marco favorecedor del desarrollo económico y social. Nos ha ido bien.