¿Partido, movimiento… o camuflaje estratégico?

Por ahí suena más fuerte que Melissa —y sin dejar tantas inundaciones visibles— el rumor de que un grupo de antiguos dirigentes del PLD estaría a punto de soltar su más reciente criatura política: O28, nombre corto, enigmático y, por lo visto, cuidadosamente diseñado para generar más preguntas que respuestas.
Con logo multicolor —quizás en un intento de parecer «transversal», inclusivo, o tal vez simplemente para no parecer morado—, O28 aún no se define públicamente: ¿será un nuevo partido o apenas un movimiento con ínfulas de organización política formal? ¿Un grupo de reflexión o una escisión con hambre de boleta?
Lo que se sabe en esta trinchera es que los trabajos van avanzados, muy avanzados. Algunos hablan de jornadas de organización al estilo 24/7, y otros se atreven a cifrar en más de cien los expeledeístas que integran la iniciativa, incluyendo nombres con pasado en el poderoso Comité Político. Nada mal para un movimiento que ni siquiera ha salido oficialmente del cascarón.
De confirmarse, estaríamos frente a una ruptura de magnitudes considerables dentro del último partido que fundó el profesor Juan Bosch. Porque aunque desde el alto mando del PLD —léase Danilo Medina y Johnny Pujols— se insiste en que el partido está “creciendo” y superando a Fuerza del Pueblo en las encuestas, la creación de O28 sugiere lo contrario: descontento, fractura y búsqueda de nuevos caminos por parte de quienes ya no se sienten representados por la actual dirección.
O28 es, por ahora, la comidilla en pasillos políticos, grupos de WhatsApp, tertulias de café y análisis de sobremesa. Como bien dice el refrán: cuando el río suena… no siempre es lluvia.
Shutdown, con consecuencias más allá del Potomac

Mientras tanto, en el siempre dividido Capitolio, se cocina otra de esas crisis que ya no sorprenden a nadie en Washington: el cierre del gobierno federal. Es el segundo más largo en la historia reciente, y si sigue el ritmo, podría convertirse en el primero. Sí, adivinaron: el récord actual lo tiene el primer mandato de Donald Trump.
Como de costumbre, el estancamiento se da por la eterna guerra presupuestaria entre demócratas y republicanos. Esta vez el hueso en disputa se llama Obamacare, cuyos subsidios expiran en noviembre y que los demócratas quieren renovar. Los republicanos, fieles al libreto, buscan cómo torpedear esa idea… y algunas más.
Pero esta crisis no se queda en los pasillos del Senado. Ya ha habido despidos masivos de trabajadores federales, parte de una línea dura que recuerda la visión de Trump de achicar el Estado. Y ahora, el impacto toca sectores más sensibles: desde el 1 de noviembre, millones de personas perderán acceso a cupones de alimentos y otros subsidios.
¿Y eso qué tiene que ver con nosotros? Mucho.
Porque entre los afectados hay dominicanos, residentes legales, ciudadanos naturalizados y hasta algunos con estatus migratorio incierto. Son parte de esa población vulnerable que depende de la red de ayuda pública estadounidense. Y no solo eso: el cierre ya provocó la paralización de operaciones en aeropuertos como el de Los Ángeles, el más concurrido del mundo. ¿El motivo? Falta de controladores aéreos. Una joya.
El propio secretario de Transporte de la administración Trump no descarta que situaciones similares se repitan en otras terminales. ¿Nos suena? Debería: el flujo aéreo entre República Dominicana y EE. UU. es constante, no solo por nuestros compatriotas, sino por los turistas que sostienen parte vital de nuestra economía.
En resumen: entre la posibilidad de un nuevo proyecto político doméstico que nace de viejas cúpulas, y el posible colapso burocrático en el imperio del norte, a los dominicanos no nos falta de qué preocuparnos… ni de qué reírnos, aunque sea con sarcasmo.
¿Partido, movimiento… o camuflaje estratégico?
Por ahí suena más fuerte que Melissa —y sin dejar tantas inundaciones visibles— el rumor de que un grupo de antiguos dirigentes del PLD estaría a punto de soltar su más reciente criatura política: O28, nombre corto, enigmático y, por lo visto, cuidadosamente diseñado para generar más preguntas que respuestas.
Con logo multicolor —quizás en un intento de parecer «transversal», inclusivo, o tal vez simplemente para no parecer morado—, O28 aún no se define públicamente: ¿será un nuevo partido o apenas un movimiento con ínfulas de organización política formal? ¿Un grupo de reflexión o una escisión con hambre de boleta?
Lo que se sabe en esta trinchera es que los trabajos van avanzados, muy avanzados. Algunos hablan de jornadas de organización al estilo 24/7, y otros se atreven a cifrar en más de cien los expeledeístas que integran la iniciativa, incluyendo nombres con pasado en el poderoso Comité Político. Nada mal para un movimiento que ni siquiera ha salido oficialmente del cascarón.
De confirmarse, estaríamos frente a una ruptura de magnitudes considerables dentro del último partido que fundó el profesor Juan Bosch. Porque aunque desde el alto mando del PLD —léase Danilo Medina y Johnny Pujols— se insiste en que el partido está “creciendo” y superando a Fuerza del Pueblo en las encuestas, la creación de O28 sugiere lo contrario: descontento, fractura y búsqueda de nuevos caminos por parte de quienes ya no se sienten representados por la actual dirección.
O28 es, por ahora, la comidilla en pasillos políticos, grupos de WhatsApp, tertulias de café y análisis de sobremesa. Como bien dice el refrán: cuando el río suena… no siempre es lluvia.
Shutdown, con consecuencias más allá del Potomac
Mientras tanto, en el siempre dividido Capitolio, se cocina otra de esas crisis que ya no sorprenden a nadie en Washington: el cierre del gobierno federal. Es el segundo más largo en la historia reciente, y si sigue el ritmo, podría convertirse en el primero. Sí, adivinaron: el récord actual lo tiene el primer mandato de Donald Trump.
Como de costumbre, el estancamiento se da por la eterna guerra presupuestaria entre demócratas y republicanos. Esta vez el hueso en disputa se llama Obamacare, cuyos subsidios expiran en noviembre y que los demócratas quieren renovar. Los republicanos, fieles al libreto, buscan cómo torpedear esa idea… y algunas más.
Pero esta crisis no se queda en los pasillos del Senado. Ya ha habido despidos masivos de trabajadores federales, parte de una línea dura que recuerda la visión de Trump de achicar el Estado. Y ahora, el impacto toca sectores más sensibles: desde el 1 de noviembre, millones de personas perderán acceso a cupones de alimentos y otros subsidios.
¿Y eso qué tiene que ver con nosotros? Mucho.
Porque entre los afectados hay dominicanos, residentes legales, ciudadanos naturalizados y hasta algunos con estatus migratorio incierto. Son parte de esa población vulnerable que depende de la red de ayuda pública estadounidense. Y no solo eso: el cierre ya provocó la paralización de operaciones en aeropuertos como el de Los Ángeles, el más concurrido del mundo. ¿El motivo? Falta de controladores aéreos. Una joya.
El propio secretario de Transporte de la administración Trump no descarta que situaciones similares se repitan en otras terminales. ¿Nos suena? Debería: el flujo aéreo entre República Dominicana y EE. UU. es constante, no solo por nuestros compatriotas, sino por los turistas que sostienen parte vital de nuestra economía.
En resumen: entre la posibilidad de un nuevo proyecto político doméstico que nace de viejas cúpulas, y el posible colapso burocrático en el imperio del norte, a los dominicanos no nos falta de qué preocuparnos… ni de qué reírnos, aunque sea con sarcasmo.

