Paz desde Arabia, y justicia
Guillermo Caram
Desde Arabia Saudita emanan vientos de paz en medio de tormentas comerciales, migratorias: diplomáticos rusos y norteamericanos dieron pasos firmes para normalizar sus relaciones.
La paz ucraniana se programó.
El desarme nuclear planteado por Trump se avizora gracias al planteamiento de una cumbre trilateral. Celebración del triunfo aliado en WWII la posibilita. Putin ha invitado y Xi Pin parece aceptar.
Como desarme nuclear golpeará industria armamentista combatida por Papa Francisco, coadyuvaría incorporarlo aunque sea, por sus condiciones, “ad-referéndum”; si bien una participación del Papa (Pío XII) fue rechazada por Stalin cuando Churchill propuso invitarlo a Conferencia de Yalta-Crimea-Ucrania tras finalizar WWII (1945). Sostuvo que el Vaticano carecía de ejército y armamentos.
Pero Putin no es Stalin, ni la URSS comunista existe, ni el mundo es lo que era.
Stalin llegó a Yalta buscando amortiguamiento protector para la URSS al este de Europa.
Ese amortiguamiento lo constituía, fundamentalmente, Ucrania; nación que comenzó en año 882 bajo el nombre de Rus de Kiev; nombre que la asocia a Rusia: Kiev es capital de Ucrania. Formó parte de URSS hasta su caída (1989). Luego Ucrania solicitó adhesión a OTAN despertado suspicacia y animosidad rusa.
Desde entonces, acrecentáronse confrontaciones ruso-ucranianas hasta desatar guerra actual.
La paz iniciada en Arabia traerá justicia por aquella admonición del salmista: “justicia y paz se besan” (85:10)
También crecimiento económico y, acompañado de justicia, desarrollo para mejorar condiciones de vida. En guerra, brazos dejan de producir para atacar y/o defenderse. Agresores destruyen sembradíos, bombardean industrias.
Una Arabia musulmana tomó iniciativa y sirvió de anfitriona a este hito hacia paz mundial. Gran lección para quienes asocian, indefectiblemente, esta religión al terrorismo. Esperanzador triunfo diplomático que puede convertirla en espacio e instancia de concertación que tanta falta hace para alcanzar paz, justicia, crecimiento y desarrollo.
Nuestras autoridades deben prepararnos para cosechar esos vientos pacificadores: produciendo más, generando más empleo, cultivando tierras baldías hasta que tierras raras produzcan, gastando en y financiando agropecuaria e industria, haciendo sostenible nuestra economía gastando y endeudándonos menos.
Hoy