Perfidia del enemigo

Por ANULFO MATEO PEREZ

Ahora que se aproximan las elecciones presidenciales y congresuales, es oportuno recordar que en la política no todo lo que brilla es oro; en la política hay “cosas que se ven y otras que no se ven”, expresaba José Martí, quien a su vez recordaba que la Ilíada se refería a las acciones de los dioses, guerreros griegos y troyanos.

Decía el apóstol de Cuba: “No buscaba Homero las comparaciones en las cosas que no se ven, sino en las que se ven: de modo que lo que él cuenta no se olvida, porque es como si se lo hubiera tenido delante de los ojos”. Como un ejército “que no se ve”, los poderosos usan agentes entrenados para infiltrar y penetrar a sus adversarios y “aliados”, juegan el papel de “asesores” o “consejeros”; son la sombra de los líderes.

En algunos casos, esos espías sirven a los gobiernos de las grandes naciones y terminan dirigiendo los procesos o encabezando gobiernos serviles, pasando a ser verdaderos traidores a su patria.

Fidel Castro tocó el tema una vez al recordar a Joaquín Villalobos, ex comandante guerrillero salvadoreño, quien desde posiciones muy “radicales” devino en contrarrevolucionario. Villalobos, estudió en Oxford, Inglaterra, y luego asesoró en programas de contrainsurgencia a los gobiernos de Francisco Flores en El Salvador, Álvaro Uribe en Colombia y Felipe Calderón en México.

Dirigentes del FMLN de El Salvador y los hijos de Roque Dalton, poeta y revolucionario, acusan a Villalobos de asesinarle el 10 de mayo de 1975.

En nuestro país hay más de un caso de líderes de izquierda o liberales que fueron acompañados, como su propia sombra, por agentes que les mantuvieron bajo control o asesinándoles.

Esas acciones, “que no se ven”, son usadas por el enemigo para destruir a sus adversarios, incluso a los que están en el poder.

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