Permisividad y récord
Carmen Imbert Brugal
Cuando el sainete de “los brownies envenenados” enviados al “Campamento por las Tres Causales”, el tratamiento bucólico del caso, reconocía que la compra y consumo de cannabis están más que permitidos. Veneno no tenía el postre sino marihuana. La chef entendió que “nadie iba a perder la conciencia, ni el juicio, consumiendo esos postres, sino que iba a ser una sensación de relajación o algarabía, ansiedad tal vez…”. Ella reveló donde había conseguido la marihuana para la receta. La complacencia con la autora fue una extensión de la permisividad para el fumador de esquina, para los autores de dembows que incitan al consumo de sustancias ilícitas, auspiciados por “youtubers” colaboradores del gobierno municipal. Aquel episodio sirvió para sazonar el Campamento y respaldar a las compañeras antes de los decretos desmovilizadores.
El caso desapareció del interés público y permitió ratificar que sin necesidad de someter la “ley 50-88 Sobre Drogas y Sustancias Controladas” al procedimiento establecido para derogarla, la práctica la había modificado, acotejado. “La receta del postre no ha sido revelada, pero es indudable que para lograr el efecto deseado debió adquirir algo más que 20 gramos de marihuana. El peso asignaría la categoría de “distribuidora” prevista en la Ley 50-88 Sobre Drogas y Sustancias Controladas-” “Empatía Infractora. CIB 7.06.2021-.”
La venta de sustancias “controladas” en el territorio nacional es absolutamente libre con escarceos dispersos. Compensa la permisividad una marca del Cambio propalada por el presidente: “Hemos incautado más sustancias narcóticas que en los últimos 12 años”. Pero es tanta la droga que pasa por la isla que permite la apropiación de una cantidad adecuada para la distribución local y el florecimiento del intocado microtráfico. Como prueba está la paradigmática calle 42, pero eso es divertimento para incautos, la permanencia de ese territorio libre está protegida y en campaña. En este contexto lamentable, de impotencia gubernamental e hipocresía, aflora una especie de Enrique Blanco: “Kiko la Quema”, “el papá de Cambita Garabitos”, que ahora concita atención como sucedió cuando perseguían a “Los Papo Trenza” y a los torturadores de “La Guáyiga.” La búsqueda del zar del microtráfico en el municipio, tiene en estado de sitio varias comunidades. Su negocio funcionó de manera exitosa con respaldo oficial. Dicen que su desgracia no proviene de la venta de drogas sino del intento de apropiarse de la finca de un militar. Cualquiera que sea la razón motivó un gesto insólito del jefe de estado. El presidente solicitó a “Kiko” que se entregara, pero algo peor, reveló que su lugarteniente “está en 29”. En el argot policial “estar en 29” significa “darle pa bajo” a una persona. La pena de muerte no existe en el ordenamiento jurídico dominicano, aunque muchos la desean para antisociales sin condena. Antes del Cambio eran frecuentes las denuncias de las ejecuciones mal llamadas extrajudiciales. Líderes cívicos se desgañitaban defendiendo el derecho a la vida de la marginalidad perseguida. Sorprende el silencio de esas buenas personas. Quizás por eso el mandatario asume el 29 como amenaza y establece sin dudas otro récord en la patria nueva.
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