Perú anhela la gobernabilidad tras el salvavidas parlamentario a Castillo

Lima, 29 mar (EFE).- El fracaso de la oposición política peruana en su segundo intento para destituir al presidente Pedro Castillo abrió paso este martes a una nueva etapa en su gestión, en la que deberá enmendar las tensiones y falta de diálogo entre los poderes del Estado para consolidar la gobernabilidad.

Un día después de sobrevivir en el Parlamento al juicio político que buscaba sacarlo del poder que asumió en julio de 2021, Castillo se mostró confiado en que la relación de su Gobierno con el Legislativo mejorará, pero reconoció entender que «este pequeño grupo que no ha logrado su cometido va a seguir su propia agenda».

«El Congreso de la República tiene que entender que, por encima de la confrontación política, está el país», sostuvo el mandatario desde la céntrica región de Pasco, tras agradecer a los legisladores por «haber dejado sentadas las bases del espacio democrático».

El lunes, cuando se cumplían ocho meses exactos desde que el maestro de escuela rural asumió la Presidencia de Perú, Castillo volvió a sortear la amenaza parlamentaria y, pese a que el desenlace era matemáticamente previsible, lo hizo con un apoyo mayor del esperado.

Fraccionada, la oposición, que domina la Cámara, apenas sumó 55 votos a favor de la moción de destitución, lejos de los 87 que necesitaba para prosperar.

Una decisión que se votó minutos antes de la medianoche y desactivó, al menos por ahora, la opción de que Perú entrara en el espiral de ingobernabilidad que marcó la legislatura pasada.

Esa espiral derivó en la disolución del Congreso y la caída prematura de tres presidentes entre 2016 y 2021.

No obstante, parece prematuro pensar que alguien salió fortalecido de este escenario de confrontación, al que tanto el Ejecutivo como el Legislativo llegaron desprestigiados y con inéditos índices de desaprobación.

UNA MOCIÓN CADA 52 DÍAS

Durante su intervención ante el pleno, previa a la exposición de su abogado, Castillo leyó el lunes un discurso de 13 páginas durante 12 minutos y aseguró que el intento de destitución se basaba en «reportajes periodísticos tendenciosos, contradictorios y sin corroboración».

«Esta moción no se sustenta en los hechos, en el derecho y carece de todas las pruebas», sentenció el gobernante, quien insistió en que los casos que lo involucran están en fase de investigación preliminar en la Fiscalía.

La alocución del presidente buscó, en cierto modo, atenuar la confrontación aunque, si bien dijo ser consciente de errores y defectos, esquivó detallar medidas de enmienda.

Los legisladores lo acusaban de una supuesta «permanente incapacidad moral», una figura constitucional controvertida que carece de una definición concreta y que el Congreso ha utilizado seis veces desde 2017 para tratar de destituir a mandatarios.

Entre mociones de destitución y censura contra ministros, el hemiciclo peruano presentó en los últimos cuatro años un total de trece iniciativas de esta naturaleza, siete de ellas en el último año, cuando se alcanzó un promedio de una moción de este tipo cada 52 días.

La próxima será el próximo jueves, cuando el Congreso votará la eventual censura al cuestionado ministro de Salud, Hernán Condori, por su presunta falta de idoneidad y capacidad para el cargo que ocupa.

CINCO PRESIDENTES, CUATRO GABINETES

Con este flamante rechazo al nuevo intento de destitución, luego de que el primero no lograra los votos necesarios para ser admitido a trámite en diciembre pasado, el Parlamento dio luz verde a la continuidad de Castillo, el quinto hombre en llegar al sillón presidencial de Perú desde 2016.

Pero las turbulencias parecen estar aún lejos de cesar, pues en el ojo del huracán está ahora una investigación fiscal en la que están implicados exfuncionarios de su Gobierno y sobrinos suyos presuntamente involucrados en una supuesta red de corrupción enquistada en el seno del Ministerio de Transportes y Comunicaciones.

A la fecha, el gobernante izquierdista, quien se impuso por apenas 40.000 votos en las elecciones del año pasado a la derechista Keiko Fujimori, ya acumula cuatro gabinetes de ministros distintos, aunque el tercero ni siquiera llegó a ser investido porque quien lo encabezaba, el congresista Héctor Valer, renunció a los pocos días de asumir el cargo por denuncias de violencia doméstica.

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