Pesadilla y frustración

Por ANULFO MATEO PEREZ

Para muchas personas, el pueblo dominicano ya no es el mismo o que no existen los hombres y mujeres del calibre de quienes en el pasado protagonizaron epopeyas en defensa de los más nobles ideales.

Los jóvenes de antaño, y otros no tan jóvenes, se interesaban en cambiar todo lo que detenía o ralentizaba la historia, a riesgo de su propia existencia. Y con la misma pasión soñaban y amaban la vida.

La cultura hedonista ha sido inoculada a la sociedad, colmada de precariedades materiales y espirituales, provocando que una parte de los dominicanos haya entrado en “trance”, para no reaccionar ante la ignominia.

“Lo bueno que tiene la situación, es lo malo que se está poniendo”, se decía décadas atrás, en una etapa de lo nacional donde también se conculcaban los más elementales derechos y el optimismo se oponía a la adversidad.

Aún más remoto, para 1812, libertos y negros esclavos se arriesgaban en su empeño de romper las cadenas, alentados entonces por la constitución española. Y en efecto, muchas cabezas fueron cortadas y exhibidas como advertencia.

Vivimos en una fantasmagórica situación, parecida a las historias contadas una y otra vez por Tim Burton y Washington Irving, como en “El Guerrero sin Cabeza”. Sí, vivimos en una atmósfera al estilo de Edgar Allan Poe.

¿Levitamos en un onirismo existencial o en la realidad? ¿Ensoñación en los tiempos de “El Golpe” de George Roy Hill? Ya no se está seguro. Saqueo del erario, extorsión, sicariato… todo eso revestido de impunidad oficial.

Poderes del Estado concentrados en una sola persona. Hedonismo pervertidor que guía a los dueños del trono y de otros, con el singular privilegio de estar en su cautivador entorno.

¿Cuándo llegaremos al final de esta terrible pesadilla? ¿Cuándo?

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