PETROLEO Y MONEDA: Pueblo Viejo; Lo que Brilla Sí es Oro

Henri Hebrard –

Santo Domingo, 17 de marzo de 2025. – Clarísimo termómetro de la crisis de incertidumbres a nivel global, la cotización del oro en el mercado de Londres va volando de récord en récord; y esta semana, por primera vez, ha logrado superar el nivel histórico de los US$3,000 por onza troy, lo que equivale a un enorme brinco interanual que supera el 40%, ya que hace un año atrás, las cotizaciones del oro habían cerrado en torno a US$2,100 la onza. Esto definitivamente confirma que, más que nunca, la tenencia del oro es el refugio favorito de los inversionistas en momentos de turbulencias, cuando la autodenominada “revolución trumpista” desde la Casa Blanca se plantea cambiar, no tanto las reglas del juego, sino el juego mismo.

De hecho, no debe de sorprender que, alrededor del mundo, los organismos multilaterales, al igual que los analistas financieros de los principales bancos de inversiones, han empezado a revisar a la baja sus expectativas de crecimiento para la economía mundial en 2025 y en 2026. Primero, hace unos días atrás, fue el caso de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que, luego de confirmar que la economía global había alcanzado un crecimiento de +3.2% en 2024, recortaba a +3.1% sus expectativas para 2025 (o sea dos puntos decimales por debajo de sus anteriores previsiones de diciembre 2024) y a +3.0% para 2026 (en este caso una revisión a la baja de tres puntos decimales). Y luego, el Fondo Monetario Internacional (FMI) que estuvo de visita en la República Dominicana, en sus conclusiones preliminares, acaba de recortar a +4.5% sus proyecciones de crecimiento para el país en 2025, lo que compara negativamente con la proyección de +5.0% publicada en octubre 2025. No sorprendería entonces pensar que, en la venidera revisión al Marco Macroeconómico 2025-2029, las autoridades dominicanas contemplen hacer lo propio y bajen alguito a la actual proyección de un crecimiento de +4.75% contenida en la ley de Presupuesto de Ingresos y Gastos del año 2025.

Ahora bien, lo que se interpreta correctamente como mala notica a nivel global, resulta ser una excelente noticia para la República Dominicana, ya que el país es el receptáculo de una de las minas de oro de mayor producción a nivel mundial: Pueblo Viejo en Cotuí, gracias al Contrato Especial de Arrendamiento Minero (CEAM) que asocia al Estado dominicano (como propietario de la mina) con el consorcio conformado por la alianza de dos gigantes de la minería de oro a nivel mundial (Barrik Gold de Canadá y Newmont de los Estados Unidos).

Desde el año 2013, la mina de Pueblo Viejo ha significado considerables aportes, primero a la balanza de pagos, gracias a exportaciones anuales que alcanzaron un nivel récord de US$1,675.5 millones en el año 2020, producto de haber exportado 949 miles de onzas a un precio promedio de US$1,766/onza (ver a continuación histórico de los precios anuales de exportación).

Del mismo modo, representaron considerables contribuciones a las recaudaciones del fisco, gracias a pagos de impuestos que sumaron RD$28,704.3 millones en 2021, al sumar: Impuestos sobre la Renta (ISR) por RD$12,550.2 millones; Participación a las Utilidades Netas (PUN) por RD$10,414.4 millones), y, RD$5,739.7 millones como pago de Retorno Neto de Fundición (RNF).

En 2024, la mina en Cotuí logró producir unas 586.7 miles de onzas que, si bien significaba un ligero crecimiento de un 4.9% por encima del volumen producido en 2023 (apenas 559.0 miles de onzas), se quedó todavía muy, pero muy por debajo de los volúmenes registrados entre 2014 y 2021, cuando la mina logró exportar un promedio anual de 1,092 miles de onzas (con un máximo de 1,261 miles de onzas en 2016), como se puede apreciar en la gráfica más abajo.

Las constantes demoras en poder aprobar y luego implementar los planes de expansión de la mina explican este descenso tan importante en la producción actual, que se proyecta en 2025 con un crecimiento de un +10.8% vs. el nivel de 2024, o sea cerca de 650 mil onzas.

Habrá de espera completar la construcción de la nueva presa de colas, para que se

regrese a lo que sería el nivel de producción optimo en torno a 800 mil onzas durante los próximos 25 años.

Un simple dato para ilustrar la pérdida de oportunidad por no haber alcanzado este nivel en 2025: se dejarán de producir unas 150 mil onzas, que a precio promedio conservador de US$3,000/onza representa un valor no exportado de US$450 millones en 2025, que no se podrá sumar a la actual proyección de exportaciones de oro por un valor total de US$1,950 millones (o sea 650 mil onzas por este precio actual de US$3,000/onza). Como referencia, tomemos en cuenta que el presupuesto 2025 se había elaborado sobre la base de unas cotizaciones anuales promedio de tan solo US$2,548.40/onza, debido a que el marco macroeconómico de este presupuesto 2025 era de fecha 21 de agosto 2024.

Por lo que va de 2025, las primeras informaciones de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) confirman que será necesario revisar al alza el presupuesto de ingresos generados por la actividad minera en Pueblo Viejo: mientras se obtuvieron ingresos por RD$12,936.3 millones en 2024, prácticamente el triple de lo recaudado en 2023 (tan solo RD$4,329.2 millones), el presupuesto 2025 contempla, hasta el momento, ingresos por un total de RD$12,519.0 millones, con un nivel de producción inferior a lo que se proyecta para 2025, y sobre todo con un precio promedio (US$2,548.40/onza) muy inferior a las altas y crecientes cotizaciones actuales. De hecho, en el mes de enero 2025, la DGII logró recaudar RD$5,586.8 millones en apenas un mes, o sea un enorme crecimiento de +240% por encima de lo que había recaudado por este mismo concepto en enero 2024 (RD$1,643.9 millones).

Claramente, la mina de oro se está tornando en uno de los mejores negocios de toda la historia económica de la República Dominicana, y de retomarse mañana discusiones para una Reforma Fiscal Holística, habría de reproyectar a corto, mediano y largo plazo los ingresos esperados de la explotación de la mina de oro de Pueblo Viejo; mis cálculos preliminares me dan que, antes del 2030, la República Dominicana bien pudiera recibir ingresos anuales (vía recaudaciones) por encima de los RD$50 mil millones anuales, producto de estar exportando unas 800 mil onzas al año a precios no inferiores a los US$3,000/onza.

Finalmente, tomando en cuenta estas noticias tan buenas, el país debería de incluir en una reforma a la actual ley de minería, un artículo que garantice al país una participación no menor al 40% en la renta minera como nivel mínimo de justo retorno por la explotación privada de un bien de la Nación, y, replicando las buenas prácticas de Colombia y Perú, crear un Fondo Minero Soberano al cual se aportaría una porción significativa de los ingresos mineros, de modo que estos ingresos extraordinarios y finitos se inviertan realmente en desarrollo. Solamente de este modo se podrá cumplir la promesa de «Sembrar la Minería», parafraseando la histórica advertencia hecha por el gran intelectual Arturo Uslar Pietri a las autoridades venezolanas en 1936 de la necesidad de “Sembrar el Petróleo”. Lamentablemente, no le hicieron caso en Venezuela, con los resultados desastrosos a la vista de todos. Para República Dominicana, aún estamos a tiempo de elegir el camino bueno, y con esta buena escogencia, entonces las generaciones futuras nos podrán felicitar por haber visto que, en Pueblo Viejo, lo que brilla es oro.

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