Petróleo y Moneda: Transición energética en República Dominicana: ¿cuánto vale el show?
Por Henri Hebrard
En espera de otra publicación de mis acostumbradas «Buenas noticias desde la economía dominicana», me complace compartir la 32ª entrega semanal de «Petróleo y Moneda», mi espacio de opinión y análisis económico en lapropuestadigital.com:
Esta semana, en Transición energética en República Dominicana: ¿cuánto vale el show? , analizamos las relaciones entre el crecimiento económico y la disponibilidad de energía, para identificar los retos importantes del sector energía a corto y mediano plazo en la necesidad de seguir acompañando la agenda de crecimiento económico esbozada por el presidente Abinader.
De acuerdo con los datos del BCRD, entre 2013 y 2023, la economía dominicana acumuló un crecimiento excepcional de +61.20% (de forma real), equivalente a un ritmo promedio de crecimiento interanual de +4.89%.
Durante este mismo período, las matrices energéticas publicadas por la CNE y OLADE indican que el consumo final de energía, medido anualmente en barriles equivalente petróleo (bep), pasó de 41.29 millones (2013) a 56.04 millones (2023), o sea un crecimiento acumulado de un +35.7%, lo que equivale a decir que este consumo final de energía creció apenas a un 58% del ritmo de crecimiento de la economía.
El crecimiento económico proyectado no se producirá sin un fuerte crecimiento de la oferta energética porque, desde los primeros momentos de la humanidad, la energía es el motor principal de la economía; en este sentido, el alto costo del dinero seguirá siendo un freno al desarrollo de mayores inversiones en el sector, y más en momentos cuando el subsector distribución de electricidad sigue llevándose más de RD$100 mil millones anuales del presupuesto del gobierno central debido a pérdidas anuales de las EDES en torno a los US$1,700 millones.
Muchas gracias de antemano por su lectura, redifusión, y por supuesto, sus acostumbrados comentarios.
Transición energética en República Dominicana: ¿cuánto vale el show?

El pasado 21 de octubre, se celebró un foro muy interesante de la Asociación Dominicana de la Industria Eléctrica (ADIE) sobre los retos u oportunidades de la transición energética en la República Dominicana (BCRD). A continuación, les comparto algunos de los elementos de nuestra participación en este evento.
Es fundamental acordar cual es el perímetro de tal “transición energética” , ya que normalmente se limita al proceso de transformación de la matriz de generación eléctrica, cuando, más bien debería abarcar mucho más que el solo subsector eléctrico, y que, de manera holística, debería de cubrir todas las áreas que tienen que ver con producción, transporte y transformación de todas las energías, tal como lo vienen haciendo la Comisión Nacional de Energía (CNE) ( https://cne.gob.do/documentos/tecnicos/pen/ ) cuando publica periódicamente sus Planes Energéticos Nacionales (PEN), y la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) cuando actualiza los Balances Energéticos (BEN) de cada país ( https://sielac.olade.org/default.aspx ).
Del mismo modo, hay que seleccionar cuál es el horizonte de tiempo y la visión de crecimiento económico para el país; parece atinado enlazar tres referencias obligadas: i) la Estrategia Nacional de Desarrollo (END) que, a pesar de su desactualización estadística, sigue describiendo muy bien los grandes ejes programáticos de la agenda desarrollista; ii) la visión presidencial de duplicar el tamaño de la economía real ( Meta RD 2036 ); y, finalmente iii) el Plan Energético Nacional 2022-2037 que precisamente está a punto de ser actualizado en línea con aquellos ambiciosos objetivos de Meta RD 2036. Esta mano de obra es indispensable, ya que, el crecimiento económico no se produce sin crecimiento de la oferta energética porque, desde los primeros momentos de la humanidad, la energía es el motor principal de la economía.
En el caso de República Dominicana ¿Qué nos dice la historia reciente en cuanto a esta interrelación entre oferta energética y crecimiento económico?
De acuerdo con los datos del BCRD, entre 2013 y 2023, la economía dominicana acumuló un crecimiento excepcional de +61.20% (de forma real), al pasar su índice de volumen del Producto Interno Bruto (PIB) anual de 73.4598 (2013) a 118.4176 (2023), equivalente a un ritmo promedio de crecimiento interanual de +4.89% . Es interesante señalar que, en esta época postcrisis de las subprimes, se logró duplicar el PIB real al iniciar el período de referencia en torno a la mitad del año 2010 para cerrarlo en 2024, o sea un período de 14,5 años.
Del mismo modo, al medir el PIB nominal en US$, su valor pasó de U$62.608,1 millones (2013) a US$120.759,6 millones (2023), observándose entonces un crecimiento nominal acumulado de +92,9% (de forma nominal), equivalente a un ritmo de crecimiento interanual de +6,79%. En este caso, para lograr duplicar el PIB nominal en US$, habría de iniciar el período en el año 2012 para cerrarlo en 2023, o sea un período de 11 años.
Durante este mismo período de 2013 a 2023, las matrices energéticas publicadas por la CNE y OLADE indican que el consumo final de energía, medido anualmente en barriles de petróleo equivalente (bep), pasó de 41.29 millones (2013) a 56.04 millones (2023), o sea un crecimiento acumulado de un +35.7%, lo que equivale a decir que este consumo final de energía creció apenas a un 58% del ritmo de crecimiento de la economía (+61.2%), lo que es buena prueba de que crece más rápidamente la economía que el consumo energético. Al mismo tiempo, para poder satisfacer este consumo final, se observa un mayor crecimiento de la oferta total de energía disponible ( +58,2% vs. +35,7% en el caso del consumo final) la cual pasó de 56,32 millones de bep (2013) a 89,10 millones de bep (2023), muy alineado con el crecimiento real de la economía (+61,2%); este último resultado confirma un crecimiento importante de la participación de las energías renovables en el mix energético, las cuales, sin embargo tienen un rendimiento menos elevado que los combustibles tradicionales.

Dentro de esta oferta total de energía, destaca el hecho de que las energías renovables han comenzado a notarse de manera muy significativa: pasan de 7,51 millones de bep (2013) a 16,28 millones de bep (2023), equivalente a un enorme crecimiento de +116,8% en 10 años, con lo que la participación de las ER se disparó desde un 13,3% del total (2013) a un 18,3% del totales (2023); es muy ilustrativo ver igualmente que, de este crecimiento absoluto de 8.77 millones de bep entre 2013 y 2023, la energía solar aportó el 81.6%, al pasar su volumen de generación de 0 (2013) a 7.16 millones de bep (2023), misma tendencia que se habrá intensificado en 2024 y 2025 de acuerdo a los datos del Ministerio de Energía y Minas (MEM) que muestran que la generación fotovoltaica ha crecido otro 54,6% hasta julio de 2025.
Finalmente, en cuanto al consumo final a nivel sectorial, el sector transporte sigue siendo el principal consumidor de energía, y al pasar su consumo de 14,18 millones de bep (2013) a 20,30 millones de bep (2023) o sea un crecimiento de +43,2% , su participación en el consumo total de energía pasó de un 34,3% (2013) a un 36,2% (2023). Esto también nos indica que se necesita incluir de manera más decidida el tema transporte dentro del abordaje holístico de la transición energética. Lo que se ha logrado en el sector electricidad (por lo menos en el subsector generación), NO se ha podido lograr todavía en el sector transporte.
Ahora bien, en un aspecto meramente financiero del análisis económico de este proceso de transición energética, hay que señalar unos retos muy importantes en tres dimensiones: la fiscalidad, tanto del punto de vista de los ingresos como de los gastos del Estado; la activa participación estatal en el sector energético; y, no menos importante, los costos financieros de tantas nuevas inversiones requeridas.
En cuanto a fiscalidad se refiere, ninguna transición energética podrá considerarse exitosa si no integra una disminución drástica de las actuales y costosas transferencias del gobierno central a las empresas estatales de distribución (EDES) que en la actualidad superan los RD$100 mil millones al año, representando en 2024 en torno al 40% del déficit fiscal del gobierno central; en este sentido, reducir en un 80% este compromiso injustificable, en un plazo menor a 10 años, podría liberar enormes recursos.
Del lado tributario, es importante recordar que las recaudaciones de los 4 impuestos que gravan actualmente los combustibles son un importante sostén a las recaudaciones del Estado, proyectándose RD$103,777 millones para el presupuesto 2026, equivalente a un 1.2% del PIB; Proyecciones realistas de conversión del parque automotriz a electricidad permitirán cuantificar las pérdidas de ingresos que habrán de compensar a través de nuevas fuentes de ingresos, o de reducción de otros gastos.
Finalmente, se entiende que las altas tasas de interés serán el principal obstáculo a la intensificación del proceso de transición energética en República Dominicana, ya que las tasas reales de interés (11.40% en 2024 y 11.11% por lo que va de 2025) se encuentran muy por encima de las tasas reales prevalecientes antes del COVID (8.36% en 2018 y 9.03% en 2019). Las venideras reformas que habrán de debatirse durante el 1º semestre 2025 tendrán que buscar la manera de reducir significativamente el costo del dinero, que sigue siendo el insumo más costoso para emprender negocios en la República Dominicana.
Henri Hebrard

