Poderosos y humildes despiden a Francisco en un funeral donde es recordado como el papa del pueblo

POR  NICOLE WINFIELD and COLLEEN BARRY

CIUDAD DEL VATICANO, 26 abril. — Líderes mundiales y fieles católicos despedían a Francisco el sábado en un funeral que destacó su preocupación por “los más periféricos de las periferias” y reflejó sus deseos como pastor. Aunque presidentes y príncipes asistieron a la misa en la Plaza de San Pedro, reclusos y migrantes lo recibirán en la basílica al otro lado de la ciudad donde fue enterrado.

Unas 250.000 personas asistieron al funeral y decenas de miles más se alinearon a lo largo de la ruta del cortejo fúnebre, aplaudiendo y gritando “Papa Francesco” mientras su sencillo ataúd de madera circulaba por las calles de Roma a bordo de uno de sus antiguos papamóviles hacia el lugar donde descansará, en la basílica de Santa María la Mayor, al otro lado de la capital italiana.

Luego fue trasladado al interior del templo escoltado por la Guardia Suiza.

El cardenal Giovanni Battista Re, de 91 años y decano del Colegio Cardenalicio, pronunció una homilía extensa, animada y muy personal. Describió al jesuita argentino como el papa del pueblo, un pastor que sabía comunicarse con “los más pequeños” con un estilo informal y

“Fue un papa del pueblo, con un corazón abierto hacia todos”, dijo Re. Fue aplaudido por la multitud cuando recordó la constante preocupación del pontífice por los migrantes, incluyendo la misa que ofició en la frontera entre Estados Unidos y México y su viaje a un campo de refugiados en Lesbos, Grecia, de donde sacó a 12 migrantes con él.

“El hilo conductor de su misión fue también la convicción de que la Iglesia es un hogar para todos, un hogar con sus puertas siempre abiertas”, agregó Re.

Según Re, con sus viajes, incluyendo su última gran gira por Asia el año pasado, llegó a “los más periféricos de las periferias del mundo”.

El jesuita argentino había coreografiado el funeral él mismo cuando revisó y simplificó los ritos y rituales del Vaticano el año pasado. Su objetivo era enfatizar el papel del papa como un simple sacerdote y no como “un hombre poderoso de este mundo”.

Fue un reflejo de su proyecto de 12 años para reformar radicalmente el papado, hacer hincapié en el papel de los sacerdotes como servidores y construir “una Iglesia pobre para los pobres”. Articuló la misión pocos días después de su elección en 2013, lo que explicó el nombre que eligió como pontífice, en honor a San Francisco de Asís, “quien tenía el corazón de los pobres del mundo”, según el decreto oficial de su biografía que se colocó en su sencillo ataúd de madera antes de su sellado el viernes por la noche.

A pesar de la atención que dedicó a los desamparados, los poderosos estuvieron presentes en su funeral. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el expresidente Joe Biden; el de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy; el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer, se unieron al príncipe Guillermo de Inglaterra y a otros miembros de la realeza europea que encabezan más de 160 delegaciones oficiales. El presidente de Argentina, Javier Milei, tuvo un lugar destacado dada la nacionalidad del papa, aunque no se llevaban especialmente bien y el pontífice se ganó también la antipatía de muchos en su país al no haber regresado desde que asumió el cargo.

Trump y Zelenskyy se reunieron en privado antes del inicio del funeral. Una foto mostraba a los dos líderes sentados solos, frente a frente, en dos sillas en el interior de la basílica de San Pedro, donde Francisco predicaba a menudo sobre la necesidad de alcanzar un final pacífico para la guerra de Rusia en Ucrania.

La fachada blanca de la basílica de San Pedro se tiñó de color rosa a la salida del sol el sábado y hordas de fieles afligidos se apuraron para entrar en la plaza. Se instalaron pantallas de televisión gigantes en las calles aledañas para quienes se quedaron fuera del recinto. La misa y la procesión fúnebre, durante la que el ataúd será trasladado en el papamóvil descubierto que usó durante su viaje a Filipinas en 2015, se emiten en vivo en todo el mundo.

Algunos de los dolientes pasaron la noche acampados en las plazas cercanas, y el ambiente era casi festivo mientras helicópteros sobrevolaban la zona. Italia movilizó a más de 2.500 policías y 1.500 soldados como parte de un dispositivo de seguridad que incluye la presencia de un torpedero frente a la costa, según la prensa italiana.

Muchos habían previsto de antemano estar en Roma este fin de semana para asistir a la ahora pospuesta canonización del primer santo de este milenio, Carlo Acutis, dentro de la programación del Año Santo Jubilar, y grupos de scouts y juveniles casi superaban en número a los de monjas y seminaristas.

“Era un papa muy carismático, muy humano, muy amable, sobre todo muy humano”, dijo Miguel Vaca, un peregrino peruano que dijo que acampó cerca de la plaza. “Es una emoción muy grande despedirlo”.

Recibido por pobres y marginados

Francisco, el primer papa latinoamericano y jesuita, murió el lunes de Pascua a los 88 años después de sufrir un derrame cerebral mientras se recuperaba en su casa de una neumonía.

Tras el entierro comenzarán oficialmente los preparativos para el proceso centenario de elección de un nuevo papa: un cónclave que probablemente arrancará en la primera semana de mayo. Mientras, el Vaticano estará en manos de un puñado de cardenales, incluyendo Giovanni Battista Re, de 91 años y decano del Colegio de Cardenales, que presidirá el funeral y organizará la votación secreta en la Capilla Sixtina.

Francisco romperá con la tradición reciente y será enterrado en la basílica de Santa María la Mayor, cerca de la estación principal de tren de Roma, donde lo espera una simple tumba subterránea cuya lápida tendrá solo su nombre: Franciscus. Se espera que hasta 300.000 personas se aposten a lo largo de los 6 kilómetros (3,5 millas) que recorrerá el cortejo fúnebre.

Cuarenta invitados especiales, organizados por la asociación benéfica Caritas del Vaticano y la comunidad de Sant’Egidio, recibirán su ataúd en la plaza frente a la basílica, en representación de los grupos marginados a los que Francisco dio prioridad como papa: personas sin hogar y migrantes, reclusos y personas transgénero.

“Los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios”, señaló la Santa Sede, citando al papa, al explicar la elección.

Una relación especial con la basílica

Incluso antes de convertirse en papa, Francisco tenía un cariño especial por Santa María la Mayor. El templo alberga una imagen de estilo bizantino de la Virgen, la Salus Populi Romani, a la que el argentino era particularmente devoto, tanto que iba a rezar ante ella antes y después de cada uno de sus viajes al extranjero como papa.

La elección de la basílica también tiene relevancia simbólica dados sus lazos con la orden religiosa a la que pertenecía Francisco. San Ignacio de Loyola, quien fundó los jesuitas, celebró su primera misa en el templo el día de Navidad de 1538.

Multitudes esperaron horas para despedirse

Durante tres días esta semana, más de 250.000 personas hicieron fila durante horas para dar su último adiós al papa en la capilla ardiente instalada en el interior de la basílica de San Pedro. El Vaticano mantuvo la iglesia abierta durante la noche para dar cabida a todos, pero no fue suficiente. Cuando el Vaticano cerró las puertas de la basílica al público a las siete de la tarde del viernes, los dolientes fueron desalojados en masa.

Al amanecer del sábado, estaban de vuelta y listos para darle un último adiós, algunos recordando las palabras que pronunció la misma noche de su elección y a lo largo de su papado.

“Estamos aquí para honrarlo porque siempre decía ‘no se olviden de rezar por mí’”, dijo la hermana Christiana Neenwata de Biafrana, Nigeria. “Así que también estamos aquí para darle este amor que él nos dio”. AP

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