POLÍTICA Y CULTURA

¿Regresa la Social Democracia?

¿Regresa la Social Democracia?

Por Tony Raful

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 En Noruega, Suecia y Dina­marca, luego de que partidos social demó­cratas, obtuvieran victorias electorales sucesivas, go­bernarán formaciones “so­cial demócratas”, en un he­cho insólito, ya que la Social Democracia no había vuel­to a gobernar esos países desde el año 2001. Se agre­ga Finlandia, gobernada ac­tualmente por un Gobierno de Coalición liderado por el Partido Social Demócrata. En Alemania, el Partido So­cialdemócrata (SPD) de Olaf Scholz acaba de derrotar, aunque por estrecho margen el domingo a la Unión Cris­tianodemócrata (CDU).

La contradicción se expre­sa claramente en la reivindi­cación del histórico discurso social, contra la concentra­ción de riquezas en grupos dominantes de la pirámide del poder político.

Jonas Gahr Store, líder so­cialdemócrata noruego, sin­tetizó el programa socialista en su lema de “un giro hacia la gente corriente, con subi­das de impuestos para los ri­cos y planes para una transi­ción de una economía muy dependiente del petróleo, a otra verde, que reparta los costes del proceso en forma equitativa”.

Se advierte en el discur­so de los vencedores, poner hincapié en la subida de im­puestos, pero al capital y a los más ricos. Evidentemen­te que la desigualdad y la pandemia que flagelan gran­des regiones del mundo, han reactivado el concepto del Estado regulador, fuerte, que sirva de contrapeso a las des­igualdades e injusticias del neo liberalismo.

En auxilio de una huma­nidad acorralada por los efectos masivos del “Coro­na Virus”, ha salido fortale­cida la idea del Estado, que lejos de suprimirse, como una superestructura dis­funcional y deficitaria o resurgir como el Leviatán moderno de Hobbes, re­aparece como ordenador eficiente, garantía para la continuidad de las políti­cas sociales correctivas del sistema sanitario, así co­mo la sobrevivencia a tra­vés del equilibrio y la in­tervención racional en los límites conservadores de la paz social.

Con un problema pre­ocupante generado por el imparable flujo de inmi­grantes que desborda al continente europeo, se re­quiere de un cambio del re­ferente ideológico indivi­dualista, que se aboque a atenuar las contradicciones sociales, intervenir en polí­ticas de asistencia y planes conjuntos que impidan el caos o promuevan la vio­lencia ciega.

La reflexión debe girar en torno a las señales que en­vían los resultados electora­les de los países nórdicos, y ahora de Alemania. La crisis envuelve mayores disconfor­midades, conflictos expo­nenciales de búsquedas de protección social, tras el en­torno de la economía desde un punto de vista esencial­mente humano, la imposi­bilidad de sostener mode­los productivos al margen del hombre, como criatura de refundición social equi­tativa de bienes y servicios. Un mundo regido por la ga­nancia absoluta, al margen de la regulación social y de los impuestos a las clases altas, sugiere en la práctica la presunción de supresión del Estado o de un Estado alegórico.

Las propias estructuras del pensamiento social de­mócrata, llevadas a la con­creción de modelos parti­distas aglutinantes y activos, pueden remozarse en medio de la crisis de la pandemia, al desnudarse la inconsecuen­cia de las políticas de Estado, dictadas por el sistema injus­to de gravámenes que hacen recaer en la gente, el costo de sostenimiento de socieda­des injustas y desiguales. Un cosa es cierta, la Social De­mocracia Europea esta pro­poniendo más impuestos pero para los ricos. Y ha em­pezado a ganar elecciones. ¿Traerán para el mundo al­gún mensaje cifrado estos re­sultados?

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