Por Chiqui Vicioso
Hace días escuché una cifra aterradora sobre el número de violaciones sexuales en Texas. La segunda noticia aterradora fue que las pruebas de violaciones están en archivos que no se han tocado durante los últimos veinte años. Eso significa que cuando por fin se abrió el caso de una niña que fue violada a los trece años ya el violador estaba preso por dos casos adicionales.
Sin embargo, teniendo una cifra tan alta de violadores, Texas acaba de aprobar una ley contra el aborto que no incluye la condena por violación ni por incesto.
Esta ley limita el tiempo para abortar a seis semanas, cuando las mujeres ni se han dado cuenta de que están embarazadas. Y, ofrece una recompensa de diez mil dólares a quien denuncie cualquier mujer, que se haga un aborto después del tiempo estipulado, convirtiendo a Texas en un predio de “Vigilantes”, es decir de caliés.
El resultado ha sido que las mujeres que tienen recursos (clase media, media alta y alta) están viajando a Nuevo México u Oklahoma, donde no tienen estas restricciones, afectando esta ley, como siempre hemos advertido, mayoritariamente a las mujeres pobres e indigentes: las negras y latinas.
Esta ley contribuye a la imagen que ya tiene Texas de ser una aberración nacional, es decir, un Estado donde predomina la manipulación rampante de la gente menos educada, esa que hoy defiende la no-vacunación contra el COVID y el no uso de las mascarillas, elevando el contagio de la infancia en un 249 por ciento.
La estupidez generalizada de gobernadores republicanos, que compiten para estar aún más a la derecha que Trump, está generando una contra reacción generalizada, ya que los demócratas solo tienen que poner de ejemplo a Texas y la Florida para lograr que la gente (independientes y juventud) acudan a votar en masa.
Nunca ha estado más claro que la verdadera amenaza contra los Estados Unidos no es el terrorismo sino Donald Trump, moderno Atila, a quien renunciantes republicanos han denominado como “un cáncer” que mina la legitimidad del proceso electoral norteamericano.
Nada que sorprenda, cuando recordamos que Texas es una contradicción desde su origen, cuando México aceptó que 300 colonos norteamericanos se radicaran en ese territorio para poblarlo, y estos se alzaron con el santo y la limosna. En ese sentido, la biografía de Austin, su “padre de la patria”, es muy reveladora.
Como siempre, son las mujeres las que pagan el precio de la demagogia masculina, porque ahora negarles sus derechos reproductivos, es un mecanismo para congraciarse con ese otro USA (“Nación Dividida”) ignorante, violento y convencido de que “los yanquis, feministas, gays, negros e inmigrantes” les han robado el “sueño americano”.
(Tomado de El Nacional, Sept 25)