¿Por qué nuestra inversión pública es tan baja?
Bernardo Vega
La propaganda oficialista de nuestro gobierno, corroborada por declaraciones de organismos internacionales, es que la economía dominicana es la séptima más grande del continente, que ya somos un país de clase media con una inflación por debajo del 4% y niveles de devaluaciones del peso dominicano tan reducidos que muchos inversionistas extranjeros traen su dinero para aprovechar nuestras altas tasas de interés.
Todo esto es verdad, y buenísimo que lo sea, pero al mismo tiempo el nivel del gasto en obras públicas en nuestro presupuesto es muy bajo, pues mientras en los gobiernos de Balaguer la inversión pública llegaba a un 50% del gasto total del presupuesto, hoy día no pasa de un 10%. Son muchas las obras que no se terminan y también muchas las que se prometen y no se inician o lo hacen muy tardíamente.
Hay cinco razones básicas para ese fracaso, dos de las cuales tienen que ver con lineamientos de la política establecida por el PLD durante la pandemia y continuada por el PRM. Como no se podía salir de la casa debido a la pandemia, el PLD decidió que había que mantener la luz aún para aquellos que no la pagaban y además comenzó a establecer un sistema de tarjetas de débito para grandes subsidios sociales, dada la incapacidad para ir al trabajo. Mientras en países como México y Brasil las tarjetas sociales representaron muy correctamente una ayuda condicionada, por ejemplo, que una madre recibiría un subsidio siempre y cuando enviara sus niños a la escuela, en el caso dominicano las diferentes tarjetas de subsidios no lo están. Por otro lado, los esfuerzos para lograr que los dominicanos paguen la luz no han tenido mucho éxito y por eso el subsidio eléctrico es enorme.
Agréguese a eso los subsidios al precio de la gasolina y como crece cada año la cantidad de empleados públicos, a pesar de las reunificaciones de varios ministerios y uno podrá darse cuenta de por qué ha aumentado tanto el gasto corriente a expensas de la inversión pública, a lo que habría que agregar el gasto corriente representado por los intereses sobre la deuda externa e interna que ya ascienden al equivalente a un 25% de los impuestos que pagan los dominicanos.
Peor aún, parte de la por sí muy baja inversión pública proviene de préstamos internacionales. Este gobierno inteligentemente ha optado por préstamos de organismos internacionales, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Banco Mundial y el Banco Centroamericano de Integración Económica, en vez de concentrarse en bonos soberanos que han sido utilizados hasta para pagar la nómina pública, es decir para gastos corrientes.
¿Cómo aumentar la inversión pública? Se nos ocurren cinco soluciones, pero todas de alto costo político, aun para un presidente que ha prometido no ir a la reelección. Una solución obvia radica en la reforma tributaria, ya que nuestros impuestos como porciento del tamaño de la economía, son de los más bajos de América Latina, pero luce que el presidente Abinader no aprovechará su no reelección para promoverla. Otra podría ser privatizar por lo menos una de las tres distribuidoras de electricidad, pues mientras el Estado sea dueño de ellas y, a pesar de las buenas intenciones de su actual administración, no es verdad que los pagos por consumo de electricidad aumentarán sustancialmente.
También podrían eliminarse los subsidios implícitos en la congelación del precio de la gasolina. Todos los programas con las diferentes tarjetas de débito podrían modificarse para establecer condicionalidad en el uso de las mismas. Finalmente, pero igualmente doloroso desde el punto de vista político, está la reducción en la cantidad de empleados públicos.
Pero, ¿Cómo es posible que la economía crezca tanto si la inversión pública es tan baja? La respuesta radica en el alto nivel de la inversión privada nacional y extranjera, la cual se concentra en nuevos hoteles, generación de electricidad, zonas francas y otras áreas de servicios. Pero factores externos, entre ellos la política de Trump, pueden afectar las inversiones en turismo y zonas francas, al tiempo que las deportaciones de dominicanos indocumentados aumentarán nuestro desempleo y estimularán una mayor migración de haitianos indocumentados también a su vez deportados desde el norte.
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