¿Por qué tantos incendios forestales?
Los expertos indican que el fenómeno de La Niña ha terminado para República Dominicana, después de 3 años de influir en nuestro clima. Se prevé un período neutro con altas posibilidades de la influencia del fenómeno El Niño, con comportamiento inverso. Lo real es que la sequía que afecta al país, ha descarnado las debilidades que tenemos y muestra cómo hemos hecho caso omiso a las advertencias de cambio climático, la necesidad de cambiar el patrón de desperdicio del agua, la falta de educación para su uso racional como recurso finito y lo convencidos que estamos, como nación, de que “na e na” y en esta tierra bendita nada mayor se atreve “a posase”. La grave sequía, falta de lluvia, presenta un panorama de árboles con hojas secas y menos numerosas, reducción dramática del verdor que nos caracteriza y mucha yerba y pajonales secos debajo de árboles y arbustos, favorables para fuegos. Los incendios se multiplican de manera anormal y sospechosa porque resulta imposible un número tal de fuegos espontáneos. El campesino usa “la quema” como herramienta para limpiar terrenos a sembrar y es probable que hayan ocurrido accidentes que hacen perder el control del fuego. Se ha indicado que en la última tragedia por incendios en Valle Nuevo, eso fue el detonante y se conoce al autor. El corte de la caña recurre a estos métodos súper dañinos, aunque es cada vez menos frecuente. Solo hay que ver a lo largo de la Autopista Duarte y otras vías importantes, la cantidad de fuegos iniciados a orilla de carretera. ¿Casuales? ¿Espontáneos? Me niego a creer que así sea. En los propios terrenos que rodean a Santo Domingo, por la Avenida de Circunvalación, los fuegos han devastado áreas gigantescas. Hemos comprobado además cómo aparecen fuegos simultáneos en lomas forestadas, produciendo una sensación de profunda tristeza y desesperanza, viendo como actos, probablemente terroristas, si terroristas y lo expresó sin rubor, comprometen nuestro futuro como nación y afectan un precario equilibrio ecológico, de por sí desequilibrado. ¿Cuánto tiempo se precisa para restaurar flora y fauna de un precio incendiado? Fallamos como país, como conglomerado social de supuesta conciencia, como gobierno y gobernados y como “autoridades” supuestas a evitar la degradación del medio ambiente. Somos testigos pasivos de un atropello a la existencia misma, en el que ningún extranjero ha venido a ayudarnos en ese proceso se autodestrucción. No me atrevo ni a pensar que esto pudiera ser parte de un plan político, que entendiendo que le complican la existencia a un gobierno cuando en realidad conspiran contra la nación dominicana toda. El humo de esos fuegos, que presumo provocados, contamina el alma nacional y tiñen de su gris sofocante, los colores de nuestra bandera. Le corresponde a cada dominicano el convertirse en vigilante de la integridad de nuestros árboles, al margen de quién los plantó y actuar como denunciante de todo acto terrorista realizado en procura de provocar incendios.