¿Preparados para la guerra?

Guillermo Caram

Cuando se está en medio de conflictos intensos como revoluciones o guerras, no se toma conciencia plena de ellos hasta que se declaran formalmente.

No podríamos afirmar si están sonando tambores de guerra o ya estamos en guerra.

La buena gobernanza manda a ponderar situaciones en la posición más desfavorable para anticipar soluciones adecuadas.

La situación más desfavorable es la guerra.

Nací en plena WWII. Recuerdo a padre y abuelo recoger clavos y tornillos del suelo por si lo necesitaban. En ferreterías, escaseaban. Los neumáticos de vehículos, cuando se deterioraban, eran reforzados con trozos de otros amarrados con tuercas y tornillos. Cuando la distancia a recorrer era muy larga, se enfriaban con agua para no sobrecalentarlos. Llegamos a producir aceite de higuereta para motores porque derivados del petróleo se destinaban a la guerra.

¿Están la sociedad y el gobierno dominicanos conscientes de las amenazas que penden sobre nuestra economía y preparados para un sistema de vida frugal y austeridad económica consecuente?

No parece, aun guardando distancias entre guerras cuerpo presente de ayer versus misiles y drones de hoy.

Las guerras traen graves consecuencias. Productos estratégicos como petróleo son demandados y suben de precios. Hay pronósticos de US$120/barril. Sembradíos son devastados. Se deja de sembrar por falta de brazos. Instalaciones industriales son destruidas. Transporte marítimo se dificulta y encarece.

Potencias en guerra necesitan recursos para financiar material bélico. Sus faltantes suelen procurarlo en las mismas fuentes privadas que nos financian para cubrir nuestros déficits.

¿Qué pasará si esos recursos gubernamentales o privados que nos financiaban son requeridos para financiar material bélico?

¿Habrá disponibilidad para nuevos financiamientos? ¿Si privados se tornan en acreedores exigentes?

Estando hipotecado 58%/PBI, con deuda absorbiendo 1/3 de nuestras recaudaciones para pagar su servicio, el caos fiscal sería inminente y, con ello, espirales inflacionarias.

Prepararse para la guerra implica imponer cultura más frugal en sociedad que solo puede lograrlo un gobierno auténticamente austero: dejar de dispendiar gastos improductivos, burocracias y subsidios, para financiar producción.

¿Seguiremos malgastando alegremente recursos, aun en guerra?

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