PRM: su gran reto político

Rosario Espinal

El sistema de partidos políticos que se estructuró en el postrujillismo se desarticuló. El PRSC, el PRD y el PLD se dividieron y colapsaron electoralmente, aunque el resultado final del PLD está pendiente.

Del viejo PRD surgió el PRM, ahora en el poder, y del viejo PLD surgió la Fuerza del Pueblo con Leonel Fernández aun luchando por volver a gobernar.

El PRM, en la coyuntura favorable nacional e internacionalmente del 2020, logró ganar las elecciones y de ahí deviene su poder. Se definió revolucionario y moderno, pero cinco años después de llegar al poder, no ha demostrado ser lo uno ni lo otro. El presidente Luis Abinader navega en aguas conservadoras.

Desde el poder, el PRM se consolidó a través de dos ejes: la retórica anticorrupción y la ampliación del Estado clientelar (más empleos públicos y más subsidios). Lo primero se evapora con el tiempo, lo segundo se mantendrá mientras no se presente una crisis fiscal de magnitud con incapacidad de pago de la deuda pública.

Este es un tiempo particularmente difícil para la República Dominicana porque tiene dos frentes complejos abiertos: la inestabilidad en Haití y a las incertidumbres arancelarias con Estados Unidos (esos son los principales destinos de exportación dominicana).

El PRM devino en partido dominante desde el Estado y por la división de la oposición (lo mismo ocurrió con el PLD del 2004 al 2020), y tiene el desafío de mantener la estabilidad económica en estos tiempos inciertos.

En este contexto de complejidades, el reto político mayor del PRM es preservar la unidad partidaria. Por eso, la precampaña que ha surgido muy temprano es negativa. Enfrentar este problema no es asunto de llamamientos públicos del presidente Abinader a que renuncien los funcionarios en campaña, requiere mucho más de su parte.

Si el presidente dio riendas sueltas a la vicepresidenta Raquel Peña para promocionar su candidatura (sin su anuencia no lo hubiera hecho), era de esperarse que otros aspirantes también salieran al ruedo político.

Ahí se encuentra ahora el PRM: en una precampaña a destiempo que ha genera do graves problemas: mayor ineficiencia gubernamental y mayor conflictividad interna en el partido. El presidente Abinader es la persona con mayor poder en el Gobierno y en el PRM, su desliz podría resultar muy costoso para su partido.

Tiene dos opciones: asumir realmente el papel de árbitro en la precampaña (sin favorecer a nadie de manera particular), o apoyar una precandidatura. Si hace lo primero, debe mostrarlo con acciones, no con palabras vacías. Si escoge lo segundo, debería esperar que se acerque más el período de precampaña para apoyar abiertamente su precandidatura favorita.

De lo contrario, el PRM se aproxima a una guerra brutal entre aspirantes que provocaría eventualmente una división del partido, un colapso de la gestión gubernamental y su salida del poder. No es un invento mío: que se miren en el espejo del PLD.

Ningún partido que haya gobernado en la República Dominicana ha logrado resolver el problema de la sucesión de la candidatura presidencial. ¿Lo logrará el PRM?

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