¿Pueden los haitianos crear un entorno seguro y estable en el que pueda desarrollarse un proceso político?
Juan Temístocles Montás
Desde que terminó la dictadura de los Duvalier en 1986, Haití ha vivido en una constante y crónica inestabilidad política. Ha habido 19 presidentes (un presidente cada 1.8 años) y cuatro golpes de estado, situación que ha hecho imposible desarrollar instituciones y políticas públicas de largo plazo. Los resultados están a la vista. Entre 2010 y 2019 la economía haitiana creció menos de un 1% (este crecimiento está por debajo de la tasa de crecimiento de la población) y la producción per cápita en dólares corrientes era en 2019 prácticamente igual a la de 2010, evidencia de un país estancado. Mas del 58% de la población vive por debajo del umbral nacional de pobreza según el Informe de Desarrollo Humano del PNUD, que, además, lo ubica como el país de América Latina con el menor índice de Desarrollo humano, con una esperanza de vida al nacer de 64 años.
En 1995 el ejercito haitiano fue disuelto por orden ejecutiva del entonces presidente Aristide, y desde 2004 el país dependió en gran medida de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, mejor conocida como la MINUSTAH, que se creó con el propósito de “trabajar en el país para establecer un entorno seguro y estable en el que se pudiera desarrollar un proceso político, fortalecer las instituciones del Gobierno de Haití, apoyar la constitución de un estado de derecho, y promover y proteger los derechos humanos”. Trece años después, (octubre de 2017), por disposición del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la MINUSTAH terminó su misión en Haití, asumiéndose que Haití disfrutaba ya de un ambiente mas estable y seguro.
Ocho meses antes de que terminara la misión de la MINUSTAH, en febrero de 2017, tomó posesión del gobierno haitiano Jovenel Moïse, quien, al momento de obtener la victoria electoral en noviembre de 2016, le hizo un llamado “a la juventud del país, a todos los haitianos que viven en el exterior, a todos los profesionales del país, para que se comprometan para poner al país de pie, porque Haití está de rodillas».
El ambiente político en Haití comenzó a deteriorarse a partir de julio de 2018, apenas transcurrido un año y 5 meses de la toma de posesión de Moïse, debido a las grandes protestas que se produjeron motivadas por el incremento de los precios de los combustibles. La magnitud y la violencia generada por esas protestas provocaron la revocación de los aumentos y obligó a la renuncia del primer ministro. Esos acontecimientos fueron seguidos por una nueva ola de protestas motivada en una supuesta malversación de los recursos económicos que Haití había recibido de los financiamiento de Petrocaribe. Un informe elaborado por una comisión parlamentaria había señalado que los fondos que fueron objeto de malversación podrían llegar a 2,000 millones de dólares y que varios ex primeros ministros y un ministro se encontraban entre las personalidades con obras no realizadas, gastos no justificados y millones de dólares entregados a empresas dominicanas, venezolanas y haitianas luego del terremoto para la construcción de obras de infraestructuras no ejecutadas o que no habían sido terminadas.
Los primeros meses de 2019 estuvieron matizados por las protestas y para mediado de ese año, la situación de Haití se agravó más debido a que la Corte Superior de Cuentas emitió un informe en el que se involucraba a una empresa del presidente Moïse en el supuesto manejo irregular de los fondos recibidos por Haití como parte de Petrocaribe. El 9 de junio, miles de haitianos volvieron a protestar violentamente pidiendo ahora la dimisión del presidente. El presidente rechazó la petición y negó su implicación en la malversación de los fondos de Petrocaribe. A finales de 2019, Puerto Príncipe estuvo prácticamente paralizado y mas de 40 personas murieron en enfrentamiento entre manifestantes y la policía. El país, que había logrado una cierta estabilidad con la MINUSTAH, lo que se reflejó en crecimiento económico durante la casi totalidad de los años en que estuvo presente dicha Misión en Haití, vio como empezó a deteriorarse la situación económica; ese año la economía decreció 1.7% y la inflación se trepó a casi el 20%.
Un problema medular de Haití ha sido la imposibilidad de llegar a acuerdos entre los sectores políticos, económicos y sociales. Alguien ha señalado que el problema de Haití se explica por el hecho de que cuando se juntan tres haitianos aparecen seis posiciones distintas. Por eso ha sido difícil lograr gobernabilidad en ese país. Eso quedó claramente evidenciada en el gobierno de Moïse, que vivió en una disputa permanente con el Parlamento lo que imposibilitó la aprobación de su programa de gobierno. A los problemas con el Parlamento hay que agregar los continuos cambios de los primeros ministros, que llegaron a ser cinco durante el gobierno de Moïse.
Frente a la crisis institucional y política, Moïse planteó la necesidad de una nueva constitución que detenga las continua disputas entre el ejecutivo y el legislativo, asegurándole mas poder al ejecutivo para así lograr estabilidad política. Adicionalmente, Moïse entendía que su mandato culminaba en febrero de 2022. Amplios sectores políticos rechazaron la intención de Moïse de propiciar una nueva constitución y se oponían a la culminación del mandato en febrero del próximo año por entender que constitucionalmente su mandato terminaba en febrero de 2021.
Creo que la idea de impulsar una nueva constitución y el desacuerdo con el momento en que terminaba el mandato de Moïse condujeron a la conspiración para su asesinato.
Lo que si resulta claro es que el propósito de la comunidad internacional del lograr en Haití, a través de la MINUSTAH, un entorno seguro y estable en el que se pudiera desarrollar un proceso político, fortalecer las instituciones del Gobierno, apoyar la constitución de un estado de derecho, y promover y proteger los derechos humanos, no se ha podido lograr. La expresión mas concreta de esta lamentable situación son las bandas armadas que controlan partes importantes del territorio haitiano. El país vive en una situación de ingobernabilidad crítica.
Al ver todo lo que está ocurriendo en Haití, cabe hacer la siguiente pregunta: ¿es posible todavía crear en ese país un entorno seguro y estable en el que pueda desarrollarse un proceso político, desarrollar y fortalecer instituciones, crear un estado de derecho y promover los derechos humanos? Vista la experiencia histórica, resulta difícil responder esa pregunta.