¿Qué comerán los cardenales que deberán elegir al nuevo Pontífice?
Alojados en la Casa Santa Marta, en el más estricto aislamiento, degustarán latos de la tradición italiana, poco vino y nada de licor. Gastronomía sencilla, pero de calidad.
CIUDAD DEL VATICANO, 25 abril 2025. – Tras la muerte de un papa, la atención del mundo entero se concentra en la Capilla Sixtina, a la espera del humo que anunciará la elección de un nuevo pontífice.
Pero detrás de las puertas cerradas y selladas, lejos de los reflectores, funciona una «máquina organizativa» tan silenciosa como esencial: la cocina, ya que los cardenales deben alimentarse hasta definir el futuro de la Iglesia Católica.
Durante el cónclave, todos los cardenales electores se alojan en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, donde vivía el Papa Francisco, en la que se instaló una cocina dedicada exclusivamente a servirles, con un equipo cuidadosamente seleccionado, guiado por el principio de «reclusión absoluta».
Según las normas citadas por el diario italiano La Repubblica, los religiosos no pueden tener contacto con el mundo exterior, al igual que los cocineros y camareros.
Están prohibidos los teléfonos y dispositivos electrónicos, y las entradas y salidas son estrictamente controladas por la seguridad vaticana.
En cónclaves más recientes, incluso se han instalado dispositivos antiespionaje en áreas comunes y cocinas.
Cada miembro del equipo debe firmar un juramento de confidencialidad que prohíbe no solo la divulgación de información, sino también cualquier intercambio innecesario de palabras con los cardenales.
El servicio de mesa es silencioso, con interacciones reducidas al mínimo.
Antiguamente, monjes y monjas preparaban las comidas, pero hoy se prefiere a chefs laicos, que ya trabajan en el Vaticano o provienen de instituciones confiables. A veces se contratan proveedores externos, pero siempre bajo control y siguiendo un protocolo estricto.
La mesa se caracteriza por su sencillez, con comidas ligeras, pero completas: el desayuno incluye café, té, pan y mermelada; el almuerzo consta de entrada, plato principal, guarnición y fruta; y la cena es más liviana, aunque similar.
El vino se ofrece en pequeñas cantidades y solo a pedido, mientras que las bebidas destiladas están excluidas.
Algunas necesidades personales de los cardenales, como alergias o intolerancias, se tienen en cuenta en la medida de lo posible, pero no se hacen concesiones «gourmet».
A pesar de la sencillez, la cocina del cónclave no carece de sabor, ya que los platos se inspiran en la tradición italiana, incluyendo risottos, pastas, carnes blancas, pescados al horno, vegetales grillados y frutas de estación.
Además, el pan es fresco todos los días y, en ocasiones especiales como el domingo, los cardenales pueden recibir un postre simple: una tarta o un budín.
En el cónclave de 2013, incluso, varios cardenales -especialmente estadounidenses y sudamericanos- elogiaron la calidad de la comida y la atmósfera discreta durante su estadía en la Casa Santa Marta.
Según La Repubblica, la historia de la comida en los cónclaves ha cambiado con el paso de los siglos. En 1274, el papa Gregorio X introdujo reglas estrictas para acelerar el proceso electoral: si no se llegaba a un veredicto en tres días, los cardenales recibían solo un plato por comida; después de ocho días, únicamente pan, vino y agua. El objetivo era evitar estancamientos como el que se produjo en su propia elección, que duró casi tres años (1268-1271).
La medida fue tan eficaz que en el cónclave de 1276, en Arezzo, el nuevo papa fue elegido en solo un día. Con el tiempo, sin embargo, estas restricciones fueron relajándose. (ANSA)