¿Quién podrá librarse de los efectos de la guerra comercial?

Juan Temístocles Montás

En junio de 1930, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley Hawley-Smoot, que aumentó los aranceles a las importaciones extranjeras a Estados Unidos en un 20% aproximadamente. La reacción inmediata de más de 25 países afectados fue imponer sus propios aranceles a los productos estadounidenses, lo que condujo al desplome del comercio mundial y al aumento de los efectos nocivos de la Gran Depresión iniciada en 1929.

Entre 1929 y 1933, las importaciones estadounidenses se desplomaron un 66%, pasando de US$4,400 millones a US$1,500 millones; y las exportaciones cayeron 61%: de US$5,400 millones a US$2,100 millones. A nivel global, el comercio mundial cayó aproximadamente un 66% entre 1929 y 1934.

Aunque la Gran Depresión ya estaba en curso antes de la implementación de la ley, el aumento de los aranceles exacerbó la situación al restringir aún más el comercio internacional. La disminución del comercio afectó negativamente a las economías de muchos países, incluyendo a República Dominicana, que dependía de la exportación de azúcar, café, cacao y tabaco. La contracción del comercio internacional redujo la demanda de estos productos, afectando significativamente la economía dominicana.

Entre 1929 y 1933, el comercio global de la República Dominicana disminuyó un 59.2%, pasando de US$46.5 millones en 1929 a US$18.9 millones en 1933. Las importaciones se redujeron en un 59%, de US$22.7 millones a US$9.3 millones en el periodo indicado, y las exportaciones disminuyeron en un 59.4%, de US$23.7 millones a US$9.6 millones.

Las exportaciones de cacao cayeron de US$3.9 millones en 1929 a US$1.3 millones en 1933, las de café cayeron de US$2.4 millones a US$1.8 millones. El precio del Azúcar disminuyó un 58%, el del café un 65%, el del cacao un 64% y el del tabaco un 26.5%. En ese contexto, los ingresos del Gobierno se redujeron de US$15.4 millones en 1929 a US$8.4 millones en 1933, lo que representó una caída del 45.3%. Esa situación obligó al Gobierno a reestructurar la deuda pública.

La combinación de menos demanda por la crisis, barreras comerciales de Estados Unidos, sobre-oferta y competencia internacional llevó a una fuerte disminución de los precios de nuestros productos básicos entre 1929 y 1933.

La caída del comercio llevó a la quiebra de empresas, desempleo y hambre; lo que, combinado con otros hechos, generó un clima de descontento social que debilitó al gobierno del presidente Horacio Vásquez (1924-1930). Esa situación facilitó la llegada al poder de Rafael Trujillo, que impuso una dictadura que duró hasta 1961.

Ahora estamos frente a una nueva guerra arancelaria, iniciada por Estados Unidos bajo la dirección de Donald Trump, que involucra hasta ahora a China, Canadá, México y la Unión Europea. Probablemente la guerra se extienda a todos aquellos países que tienen superávit comercial con Estados Unidos, ya que la tesis de Trump es que todo país que tiene superávit con Estados Unidos trata mal a ese país.

Dicha guerra puede llevar a una reducción del comercio, menor crecimiento global, más inflación y desajustes en las cadenas de suministro. Si el conflicto se prolonga, el impacto puede ser similar al de la Gran Depresión o la crisis financiera de 2008, afectando la estabilidad económica mundial.

Trump ha puesto en vigor aranceles del 25% a todo el acero y el aluminio importado a Estados Unidos, y a China le ha impuesto un arancel general del 20%. La respuesta de los países afectados ha sido proporcional. De manera que ya estamos inmerso en una guerra arancelaria.

La incertidumbre generada por la política comercial de Trump comienza a reflejarse en la marcha de la economía estadounidense. La Reserva Federal de Atlanta estima que el PIB del primer trimestre puede disminuir a una tasa anualizada ajustada del 2.4%, la primera contracción trimestral en EE.UU. desde 2022.

Hay poco lugar a dudas de que la guerra arancelaria afectará negativamente a República Dominicana en términos de reducir el comercio, encarecer productos importados, frenar el crecimiento económico y poner en riesgo sectores clave como Exportaciones nacionales, Zonas Francas y Turismo.

Si el conflicto se prolonga, el país necesitaría diversificar sus mercados, fortalecer su producción interna para mitigar los efectos e implementar estrategias económicas y comerciales que protejan la estabilidad del país.

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