Rafael Alburquerque llama a retomar diálogo sobre reforma laboral y advierte de retos por la inteligencia artificial

Santo Domingo, 13 julio. – El exvicepresidente de la República y miembro de la Dirección Política de Fuerza del Pueblo, Rafael Alburquerque, abogó por retomar el diálogo tripartito para la reforma del Código de Trabajo y alertó sobre los desafíos que la inteligencia artificial (IA) representa para el futuro del empleo.

En una entrevista concedida al programa Propuesta de la Noche, transmitido por Teleimpacto y conducido por los periodistas Manuel Jiménez y Carlos Arturo Guisarre, Alburquerque lamentó que el Congreso Nacional no lograra aprobar la reforma tras más de dos años de negociaciones entre empresarios, centrales sindicales y el Gobierno.

El jurista explicó que, aunque no hubo consenso en todos los puntos, sí se alcanzaron acuerdos importantes que no deberían ser bloqueados por las diferencias en torno a la cesantía.

“Si hubo ese acuerdo, respetemos ese acuerdo y llamemos a un nuevo diálogo. La vía del diálogo no está cerrada”, sostuvo, recordando que la concertación social está consagrada en la Constitución desde 2010.

Alburquerque recordó que durante su gestión como secretario de Estado de Trabajo creó el Consejo Consultivo del Trabajo, inspirado en la Organización Internacional del Trabajo, como mecanismo permanente de concertación. Propuso que el Ministerio de Trabajo reactive ese espacio para replantear los temas pendientes, incluida la cesantía.

Alternativas a la cesantía

El exvicepresidente planteó opciones para sustituir el actual régimen de cesantía, como la creación de un fondo de garantía de prestaciones laborales con cuentas individuales para cada trabajador, alimentadas mensualmente por el empleador.

 Sin embargo, reconoció que este esquema podría resultar oneroso para las micro y pequeñas empresas. También advirtió que el seguro de desempleo, contemplado en la ley de seguridad social pero nunca implementado, podría ser más costoso que la cesantía debido a la alta rotación laboral en el país.

En cuanto a la propuesta empresarial de limitar la cesantía a siete años de servicio y un tope de diez salarios mínimos, Alburquerque indicó que los sindicatos estaban dispuestos a discutirlo, pero a cambio de beneficios como la reducción de la jornada laboral de 44 a 40 horas semanales, iniciativa rechazada por los empleadores.

Una reforma favorable al empleador

El dirigente político criticó que la reforma planteada favorece mayormente al sector empleador, flexibilizando procedimientos judiciales y permitiendo jornadas laborales de hasta 12 horas, lo que, en la práctica, implicaría que un trabajador pase 14 o 15 horas fuera de casa. Señaló que estas medidas fueron aceptadas por temor a perder la cesantía.

Asimismo, cuestionó la creación de una figura de conciliación previa al tribunal laboral, que, según dijo, otorgaría ventajas al empleador al validar parcialmente ofertas de pago insuficientes.

Retos de la inteligencia artificial

Más allá del debate sobre el Código de Trabajo, Alburquerque advirtió sobre la necesidad de actualizar las normas laborales ante la revolución tecnológica y la automatización.

“La legislación laboral nació como respuesta a los abusos de la revolución industrial. Ahora estamos en una sociedad postindustrial, en la era digital, y las reglas tienen que ser diferentes”, afirmó.

Señaló que la contratación de trabajadores ya empieza a depender de algoritmos que podrían discriminar sin supervisión, y que nuevas formas de empleo, como el trabajo en plataformas digitales, requieren regulación. Mencionó también el derecho a la desconexión y la protección de la intimidad de quienes laboran desde sus hogares.

Aunque reconoció que ciertas profesiones desaparecerán, el exmandatario se mostró optimista en que la tecnología creará nuevas oportunidades.

Comparó el impacto de la IA con la llegada de la electricidad, que, si bien hizo desaparecer industrias enteras como la de velas, generó nuevos empleos inimaginables hasta entonces.

Alburquerque concluyó que el país debe prepararse para un futuro laboral transformado, pero sin perder de vista la protección de los derechos adquiridos de los trabajadores.

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