Recomendaciones de política

Jaime Aristy Escuder

Una mala política económica provoca efectos devastadores sobre la sociedad. Incluso podrían compararse sus consecuencias con las de catástrofes naturales, una epidemia o una guerra, debido a la intensidad, magnitud y persistencia de su impacto sobre el bienestar de la población. Los resultados de una deficiente gestión económica no siempre se manifiestan de inmediato, ya que puede haber una fase inicial con aparentes signos positivos. Sin embargo, tarde o temprano, estalla una grave crisis que deteriora las condiciones de vida y obliga a emprender un tortuoso proceso de ajustes, cuyo objetivo es recuperar saldos macroeconómicos dinámicamente sostenibles.

La meta principal de la política monetaria es la estabilidad de precios. Para mantener ancladas las expectativas de inflación, resulta indispensable ejecutar una política monetaria consistente y predecible. Cambiar con frecuencia la orientación de los instrumentos monetarios sin una estrategia clara genera incertidumbre en los mercados y debilita la confianza de los inversionistas, lo que repercute negativamente en el crecimiento económico. Asimismo, una expansión monetaria descontrolada puede estimular una inflación persistente que deteriora de manera sostenida el poder adquisitivo de los ingresos, perjudicando con mayor dureza a los hogares más pobres.

El cumplimiento de una regla compatible con una política monetaria óptima constituye el escenario ideal. La «regla de Taylor» es una referencia que, unida a un conjunto de indicadores e información relevante, permite diseñar políticas monetarias consistentes y predecibles. Esa regla indica a los bancos centrales cuándo y en qué magnitud se deben ajustar las tasas de interés en respuesta a desviaciones de la inflación y del producto interno bruto respecto a sus objetivos. Dicha estrategia establece un marco claro que contribuye a conservar la estabilidad económica, ya que los bancos centrales envían señales precisas al mercado sobre su reacción ante los distintos escenarios que se producen. De esta manera, el mecanismo de transmisión de la política monetaria opera eficientemente, fortaleciendo la credibilidad y confianza de los agentes económicos, quienes pueden planificar sus decisiones con mayor seguridad. 

La política fiscal debe crear oportunidades y promover el crecimiento económico para mejorar las condiciones de vida, respetando la restricción presupuestaria y la sostenibilidad del endeudamiento. Cuando, a lo largo del tiempo, el gobierno mantiene un nivel de gasto superior a sus ingresos, se acumula una deuda pública que conduce a los agentes económicos a anticipar que en algún momento será necesario utilizar el impuesto inflacionario. Esa expectativa dificulta el trabajo al banco central, pues crea dudas sobre su independencia y se teme que en algún momento el déficit público será financiado, directa o indirectamente, mediante una excesiva emisión monetaria, lo cual alimenta la inestabilidad de precios y del tipo de cambio.

Una gestión inadecuada de la política cambiaria suele desencadenar consecuencias muy negativas.  Inflación elevada y fuera de control, pérdida de competitividad, crisis de balanza de pagos y desconfianza en la demanda de moneda nacional son algunos resultados de un desajuste significativo de la tasa de cambio respecto a su nivel de equilibrio. En ese contexto, las autoridades deben evitar la creación de condiciones monetarias y fiscales que incrementen la volatilidad cambiaria, lo que forzaría al banco central a intervenir de forma recurrente en el mercado cambiario mediante la venta de reservas internacionales. Asimismo, es crucial impedir la adopción de medidas que permitan el uso de información privilegiada, dado que esto propicia oportunidades de arbitraje beneficiosas para unos pocos agentes del mercado, en detrimento del interés general.

El saldo de las cuentas externas ha de considerar la entrada de capitales sostenible en el largo plazo. Cuando una economía presenta un nivel de gasto interno -privado y público- superior a su producto interno bruto (PIB), se registra un déficit en su balanza comercial de bienes y servicios, lo que obliga a recurrir al ahorro externo; es decir, a utilizar capitales mediante la colocación de instrumentos de deuda a los agentes económicos del exterior. Es un error suponer que se pueda eliminar dicho déficit mediante el aumento de los aranceles, ya que, por lo general, su aplicación reduce tanto las importaciones como las exportaciones de manera simultánea. Además, se ha demostrado teórica y empíricamente que los elevados aranceles distorsionan el proceso de asignación de recursos y generan ineficiencias que perjudican al conjunto de la sociedad. 

Todo lo anterior permite comprender mejor la situación actual de los Estados Unidos, principal socio comercial de la República Dominicana. Donald Trump asumió la presidencia en enero de 2025, con una economía que presentaba un mercado laboral cercano al pleno empleo y una tasa de inflación que, si bien se redujo bastante en los últimos dos años, todavía se resiste a converger hacia la meta del 2 %. En términos de saldos macroeconómicos, Trump heredó un déficit federal del 6.3 % del PIB y un déficit de la balanza comercial de bienes y servicios equivalente al 3.6 % del PIB. 

Con el objetivo de reducir el déficit de las cuentas externas, la Casa Blanca ha adoptado una política arancelaria de incrementos de tasas que ha estado creando perturbaciones excesivas capaces de destruir millones de millones de dólares de riqueza financiera, sea en forma de acciones, bonos o monedas. Esa política arancelaria, lejos de aumentar las recaudaciones fiscales y reducir el déficit, tenderá a propiciar una recesión económica y a elevar la tasa del desempleo, lo cual disminuiría los ingresos tributarios. En cuanto al gasto público, se creó un departamento, bajo la responsabilidad de Elon Musk, encargado de optimizar la gestión gubernamental. El recorte de gastos públicos tendrá un impacto recesivo en el corto plazo, el desafío es lograr que la buena gestión permita mejorar su aporte al crecimiento económico.

A fin de evitar esa recesión, Trump pretende que la Reserva Federal reduzca su tasa de interés. No obstante, sus críticas al presidente del banco central, Jerome Powell, han provocado una mayor incertidumbre y una significativa caída de los mercados financieros. Afortunadamente, a mediados de la semana pasada, Trump mostró indicios de corregir el rumbo de su política y ha afirmado que no despedirá a Powell y que está dispuesto a negociar los aranceles recíprocos, incluso con China. Ante ese posible cambio de política, los mercados financieros, aliviados, reaccionaron al alza.

Diario Libre

Comentarios
Difundelo