Recuperar esperanzas, ¡ahora!
Guillermo Caram
Respiramos desesperanzas por desconciertos gubernamentales iniciando nuevo período. Por reiteradas torpezas y desaciertos del funcionariado, degradando investidura presidencial, desgastándola abruptamente a meses de reelegido. Por inventar soluciones que luego rectifican, actuaciones repentistas, inculpar ciudadanos de fracasos.
Graves problemas socioeconómicos penden sobre nuestras vidas abonando desesperanzas.
Autoridades estatales fiestean en medio de tormentas ante ciudadanos acechando sus pasos.
Pretendiendo sacarle provecho a desesperanzas, liderazgos partidistas y comunicadores alientan candidaturas presidenciales 2028, vendiendo ilusiones esperanzadoras.
Así, los “sombreros llegarían cuando no queden cabezas” (Mons. Flores)
Hay que recuperar la esperanza ahora.
Hemingway escribió en “Por Quién Doblan las Campanas”: “La muerte de cualquier hombre me disminuye…/por eso/…nunca preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti”.
En política, al fracasar una experiencia gubernamental, fracasamos todos: gobernantes y opositores.
Apostadores del relevo, acicateados por repliegue prematuro de Abinader, deberían tomar conciencia que cualquier fracaso presente los arrastrará.
Aspirar 2028 requiere que para entonces dispongamos nación en democracia.
Para ello impónese aunar esfuerzos para eliminar desesperanzas ahora.
Propósito complicado, no visualizable con precisión.
Requerirá cambiar: actitudes prevalecientes de autosuficiencia, de creerse con endoso ciudadano porque ganaron elecciones. Recordar aquella admonición de Balaguer: “Democracia es más oír que hablar” y del político-militar romano que sentó las bases del imperio, Julio César, a sus allegados: “No solo deben ser honrados sino parecerlo”. Abandonar proactividad y excesos protagónicos, administrar más que pregonar. Convencerse que líderes conducen, no son conducidos traduciendo complacencias y populismo.
Opositores deben asumir responsabilidades, posponiendo aspiraciones.
Junto al gobierno e instancias sociales, explorar soluciones esperanzadoras:
¿Gobierno de unidad entre partidos con representación congresionales?
¿Gabinete de precrisis integrado por exfuncionarios apolíticos que filtren ímpetus innovadores?
¿Aliviar cargas administrativas cotidianas al presidente para reforzar su rol constitucional de jefatura del Estado?
¿Consejos de Ancianos que modere “modernismo”? Siguiendo a Cicerón: “El viejo no puede hacer lo que hace un joven, pero lo hace mejor”
¿Recurrir a ley 1-12 poniendo en vigencia sistema de revisión de la estrategia de desarrollo instituido (Art.37), con participación social (Art.39) para rediseñar futuro esperanzador?
Hoy