Remesas impulsan la economía dominicana, pero revelan dependencia estructural preocupante

Santo Domingo, 25 de abril de 2025 — En 2024, la economía de la República Dominicana recibió un importante impulso externo con la entrada de US$10,756.0 millones en remesas, lo que representa un aumento del 5.9% respecto al año anterior.

Sin embargo, esta cifra, que equivale al 8.6% del Producto Interno Bruto (PIB), también revela una creciente dependencia del país de los recursos enviados por su diáspora, según un informe del Centro Regional de Estrategias Económicas Sostenibles (CREES).

Este notable flujo de ingresos convierte a las remesas en una de las principales fuentes de divisas del país. En efecto, el 26.8% del total de ingresos por divisas en 2024 provino de remesas, superando incluso los niveles previos a la pandemia, como el registrado en 2019 (24.6%), según datos del CREES.

Este indicador refuerza la percepción de que la economía nacional se apoya cada vez más en estos envíos para mantener su estabilidad macroeconómica.

Desde la óptica del CREES, esta constante entrada de remesas refleja, por un lado, el compromiso de los dominicanos en el exterior con sus familias, pero también pone de relieve las limitaciones estructurales del entorno económico local.

Muchas personas siguen viéndose forzadas a emigrar en busca de mejores oportunidades laborales y condiciones de vida, una dinámica que se traduce en la pérdida sistemática de capital humano.

El fenómeno, calificado por el CREES como una “exportación de talentos”, conlleva altos costos para el desarrollo nacional. En lugar de contribuir activamente al crecimiento desde el territorio, profesionales y trabajadores formados en el país terminan fortaleciendo otras economías.

Esta situación agrava la brecha de productividad y dificulta la consolidación de un modelo económico autónomo y sostenible.

Para revertir esta tendencia, el CREES sugiere que la República Dominicana debe avanzar hacia la creación de un entorno más propicio para el empleo y la inversión.

Mejorar el clima de negocios, reducir las trabas burocráticas y fomentar la creación de empleos formales y bien remunerados se convierten en pilares esenciales para retener el talento local y diversificar las fuentes de ingreso de la economía.

Desde esta perspectiva, el verdadero desarrollo, sostiene el CREES, no debe medirse únicamente por el volumen de divisas que ingresan al país, sino por la calidad de vida que se puede ofrecer a los ciudadanos que permanecen en el territorio. La capacidad de generar oportunidades reales, estables y de largo plazo es el indicador más sólido de una economía saludable.

El informe también destaca que, si bien las remesas ofrecen un alivio inmediato para miles de familias, su impacto a largo plazo en el desarrollo económico es limitado.

El uso predominante de estos fondos en consumo, y solo de manera marginal en inversión, restringe su capacidad para estimular mejoras sostenidas en productividad, infraestructura o capital humano, según el análisis del CREES.

Además, esta dependencia puede generar una ilusión de estabilidad económica que retrasa la implementación de reformas estructurales necesarias. Al permitir a muchos hogares sostenerse mediante ingresos externos, se corre el riesgo de consolidar un modelo económico que responde más a dinámicas externas que a fortalezas internas, concluye el CREES.

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