¿Sabe Abinader por qué los precios no bajan, sino que siguen subiendo?

Por Felipe Ciprián

El presidente Luis Abinader declaró paladinamente el lunes que quien prometa que va a bajar los precios de los alimentos habla mentiras y practica el “populismo barato”.

Parece que se miró al espejo antes de afeitar (cuando era candidato presidencial) y luego, cuando siendo Presidente decidió, deliberadamente, quebrar la agropecuaria nacional para que los intermediarios hicieran negocios, ahora importando alimentos.

Esos intermediarios, liderados por Hipólito Mejía y sus alicates políticos y de negocios, que ya tenían una cuota importante en las importaciones cedidas gentilmente por el gobierno de Danilo Medina, trazaron la “política” agropecuaria.

Desde el Ministerio de Agricultura, donde Hipólito instaló a Limber Cruz; y desde el Banco Agrícola, donde Hipólito instaló a Fernando Durán y a Juan Rosario, principalmente, se impulsaron las acciones más bárbaras contra los productores nacionales para sacarlos del mercado y golpear las exportaciones.

Lo primero que hicieron fue botar a más de 600 profesionales agropecuarios, eliminando el apoyo técnico a los productores y criadores, luego eliminaron el sistema de licitación de importaciones para entregar permisos a manos llenas, coronados con créditos generosos del Banco Agrícola.

Abinader se encargó de crear los instrumentos legales para la exención de aranceles totales a esas importaciones sin preocuparle que miles de asociaciones de productores que tenían proyectos exitosos financiados por las “Visitas Sorpresa” de Danilo, se fueran a la ruina.

No solo el gobierno de Abinader e Hipólito no continuaron el apoyo a las iniciativas agropecuarias de pequeños productores que inició Danilo en 2012, sino que jamás les dieron un centavo ni un mantenimiento de carretera, sino que hasta llegaron a despojarlos de equipos donados por el anterior gobierno, como si los actos de aquel fueran ilegítimos.

El gobierno de Abinader alegó que por la pandemia facilitaba la importación de carnes, granos, grasas y cereales que antes se producían aquí y hasta se exportaban.

Naturalmente, es una falsa narrativa porque eso no ha pasado en ningún otro país de la región, salvo Puerto Rico, por razones muy diferentes.

El presidente que quiebra su agropecuaria para dar oportunidad de ampliar los negocios de los intermediarios, no puede dar lecciones de estabilidad de precios, sino del progreso de sus socios políticos mientras él gobierna.

Pocos presidentes –tal vez José Mujica, de Uruguay– han entendido que su trabajo es gobernar obedeciendo, enfocados en la masa empobrecida para sacarla de ese escalón con educación, empleos, nuevas tecnologías, financiamiento y respeto a sus derechos.

Una muestra palpable

Nacido en el corazón de la cordillera Central donde viví mis primeros cinco años, llevo la producción de alimentos y la crianza en los genes.

Por eso en 2009 compré una pequeña porción de terreno donde cultivo aguacates, mangos, guandules, viandas y veo multiplicarse las guineas silvestres y otras aves.

Hace un mes fui, como en otros años a la Feria Ganadera, a varios mercados donde usualmente compraba semillas de guandules para sembrar para con su producción aprovecharlos en la familia y compartir con vecinos y amigos.

En esas plazas comerciales tengo amigos de hace mucho tiempo. Fui a comprar diez libras de semillas de guandules para sembrarlos y en todos los negocios me dijeron lo mismo: ya no hay semillas, todo el guandul que hay en el mercado es importado y si lo siembras, no germina.

¿Que aquí no hay guandules secos para siembra? –les pregunté sucesivamente.

¡No hay! ¡Todo es importado! Si quieres sembrar tienes que buscar la semilla en vainas para que no pierdas tu dinero.

Fui más dramático y le pregunté a una señora en el mercado de Baní cuál de los granos que vendía era de producción nacional y fue seca su respuesta: ¡Ninguno!

Todas las variedades de habichuela, guandul, maní, maíz y otros son importados.

Al preguntarle cuál era la razón de que desaparecieran los productos nacionales, la dama me dijo: “Los granos importados duran más tiempo en almacén y los productos del campo dominicano no están apareciendo”.

El resultado es muy claro: Los granos importados que se consumen en el país están totalmente deshidratados (son piedras) para que no fomenten gorgojos y por tanto carecen de los nutrientes que tienen los frescos, y los agricultores dominicanos dejaron de producir por el abandono del gobierno y la competencia desleal de las importaciones financiadas y subsidiadas por el gobierno de Abinader.

En un país que ya no produce lo que consume –salvo en las estadísticas oficiales y la propaganda mentirosa gubernamental– y que depende de las importaciones de una claque anclada en el gobierno, los precios no pueden bajar, sino que tienen que subir continuamente según varíe la tasa de cambio de las divisas, los combustibles, fletes y las metas de ganancias de estos especuladores.

Mientras este país esté dominado por políticos anfibológicos –en el gobierno y fuera de él– el pueblo dominicano tendrá que seguir pagando una alta cuota de sacrificio para supervivir y padecerlos.

Pero los hombres como los pueblos tienen que soportar el yugo que se les impone hasta que aprendan la lección de que es imposible vivir eternamente de rodillas.

Los grandes aprovechados de la política y la ingenuidad del pueblo dominicano pueden seguir riendo un tiempo más porque les llegará el tiempo que tendrán que llorar mucho.

Listín Diario

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