San Cristóbal bajo asedio: temor y tensión crecen ante el auge de la delincuencia
San Cristóbal, 11 nov — La provincia de San Cristóbal vive días de incertidumbre y miedo. Desde finales de octubre, se ha convertido en uno de los focos principales de la creciente ola delictiva que afecta al país, provocando alarma entre sus residentes y preocupación en los sectores productivos.
Las denuncias provenientes del municipio cabecera, que lleva el mismo nombre de la provincia, han elevado la presión sobre las autoridades. Comerciantes, ciudadanos y representantes del empresariado han alzado su voz, exigiendo una respuesta firme ante la criminalidad que golpea con fuerza la cotidianidad local.
Frente a esta situación, organismos de seguridad del Estado han incrementado su presencia en las calles. Sin embargo, pese al despliegue policial y militar, el temor persiste entre la población.
“Cuando salimos de casa, lo único que podemos hacer es pedirle a Dios que nos cuide. Ya no sabemos si seremos asaltados o incluso asesinados por quitarnos nuestras pertenencias”, expresó Jorky Montero, residente desde hace dos años en los alrededores del centro de San Cristóbal.
Montero, como muchos otros trabajadores del polígono central de la ciudad, depende más de la fe que de las medidas oficiales. “Salgo todos los días a las 5:00 de la mañana, y lo primero que digo es: Dios, cuídame. Esa incertidumbre se ha vuelto parte de mi rutina”, afirmó.
La inseguridad no distingue horarios. Comerciantes y empleados denuncian que incluso en pleno día son víctimas del acoso criminal. Durante un recorrido realizado por esta redacción, una trabajadora, que prefirió no revelar su identidad, indicó: “Uno tiene que estar alerta hasta saliendo del trabajo por la tarde. Aquí ya no hay hora segura”.

A pesar del visible contingente policial en las avenidas principales, dos preocupaciones principales se mantienen entre los empleados de tiendas y negocios locales: el temor de ser asaltados en cualquier momento y la ansiedad permanente sobre la seguridad de sus seres queridos.
“Mis hijos salen a la escuela y hasta que no regresan, no estamos tranquilos. La delincuencia está tan desatada que uno vive con el corazón en la mano”, narró Araceli Alcántara, empleada de un negocio de comida rápida.
Lo más inquietante para muchos es que estos hechos se registran a escasa distancia del centro administrativo de la provincia, donde se encuentran tanto la sede de la Gobernación como el comando regional de la Policía Nacional.
Para César Cruz, transportista y residente de San Cristóbal desde hace más de cuatro décadas, la respuesta de las autoridades ha sido insuficiente. “La Policía solo está apostada en las entradas de los pueblos. Su trabajo es muy pasivo, muy preventivo. Necesitamos que actúen con más firmeza, con más agresividad contra los delincuentes”, sostuvo.
Además, Cruz considera que el auge del microtráfico de drogas en la zona es un factor determinante del incremento de los crímenes. “Aquí todo el mundo sabe dónde están los puntos de droga, dónde viven los delincuentes. Pero parece que las autoridades no quieren ver”, denunció.
Ante esta crisis de seguridad, las autoridades locales han hecho un llamado a la ciudadanía para que formalice sus denuncias. “La Policía no es adivina. Necesitamos de las denuncias ciudadanas para identificar los focos delictivos y enviar más agentes a esos puntos”, explicó el vocero regional de la Policía, Víctor Garcés.
Mientras tanto, la ciudad presenta un panorama marcado por la presencia constante de agentes armados, motocicletas de patrullaje circulando a alta velocidad y camiones policiales estacionados en esquinas estratégicas. A diario se procesan personas en la sede policial de la avenida Constitución por su presunta vinculación con diversos delitos.
San Cristóbal, que históricamente ha sido un punto neurálgico en el sur del país, hoy se encuentra sumida en una espiral de violencia que ha alterado profundamente la vida de sus ciudadanos. A pesar de los esfuerzos oficiales, la sensación general es que se necesita una acción más decidida y sostenida para devolver la tranquilidad a esta comunidad.

