Sergei Loznitsa usa de nuevo su cine como denuncia del impacto de la guerra
Cannes (Francia), 24 may (EFE).- El director ucraniano Sergei Loznitsa, cuyo cine abre los ojos contra los horrores de las guerras, vuelve a ese tema central de su cinematografía con «The natural history of destruction», estrenado fuera de concurso en el Festival de Cannes.
La cinta está inspirada en el libro homónimo del escritor alemán W.G. Sebald y utiliza imágenes de archivo de la II Guerra Mundial (1939-1945) para preguntar si es moralmente aceptable utilizar a la población civil como arma y si se puede justificar la destrucción masiva en nombre de un ideal «moral» superior.
No precisa los lugares que salen en la pantalla ni los ubica en el tiempo, pero según indicó este martes en un encuentro con medios internacionales, incluido EFE, puso el foco sobre todo en Alemania porque allí «la destrucción fue mayor».
El cineasta, que nació en Bielorrusia en 1964, creció en Kiev, estudió cinematografía en Rusia y vive actualmente en Berlín, busca hacer reflexionar sobre el uso de objetivos civiles como parte de la estrategia de guerra y en ese sentido justifica el anonimato de las tropas mostradas porque las grandes potencias de entonces siguieron todas la misma conducta.
«Hay un libro de historia sobre la I Guerra Mundial que dice que su preparación duró 15 años. Alemania, Francia y Reino Unido tenían la idea de empezar una guerra desde entonces. Desde ese punto de vista no es relevante quién atacó a quién porque todos querían pelear. Pasa igual en la II, todos los ejércitos contemplaban destruir objetivos civiles».
Su documental muestra desde la fabricación de los aviones y otro armamento militar a la colocación de las bombas en esas aeronaves, la destrucción que su lanzamiento provoca y discursos para levantar la moral de la población y las tropas.
En blanco y negro, sin voz en off, confía su potencial en la crudeza de las imágenes. «Si pusiera subtítulos o indicara qué representa fastidiaría la película y tampoco ayudaría a entenderlo», dijo.
No estaba tan interesado en el porqué del conflicto como en su impacto y las ruinas que deja esa confrontación a su paso hacen que desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania el pasado 24 de febrero se confunda pasado y presente.
«En este momento algunas ciudades ucranianas se parecen a las ciudades europeas al final de la II Guerra Mundial», subrayó.
A Loznitsa no le ha pillado por sorpresa el conflicto ucraniano. «Lo único sorprendente ha sido la brutalidad con la que la está librando el Ejército ruso. También la ausencia de protesta en la población rusa y que esta situación es un paso atrás de cien años en el tiempo».
La actual contienda en Ucrania, destacó, refleja que todavía hay líderes militares y políticos que ven legítimo utilizar a civiles como objetivo bélico y que por tanto «nada ha cambiado» desde entonces.
DEBATE POLÍTICO Y ARTÍSTICO
Él prefiere que el debate sobre esa guerra no se lleve al plano artístico ni alce como protagonistas de la discusión a cineastas y otros integrantes de esa industria, porque al hacerlo se desvía el foco «de una discusión mucho más amplia».
Esta 75 edición de Cannes, que se celebra del 17 al 28 de mayo, ha negado la participación a las delegaciones oficiales rusas, pero no a artistas alineados con el régimen ruso.
«Toda delegación oficial representa ahora a esa Rusia fascista, pero si un artista está contra la guerra y la condena, ¿por que debería verse vetado?», dijo en términos generales sobre la cancelación de obras rusas en instituciones culturales.
Loznitsa es en estos momentos el director de referencia sobre el conflicto ruso-ucraniano, al que ha dedicado documentales como «Maidan» y «Donbass», y en febrero abandonó la Academia de Cine Europeo al considerar tibia y «vergonzosa» la condena que ese organismo hizo sobre la invasión.
Menos de un mes después fue expulsado de la Academia de Cine ucraniana al no sumarse al boicot generalizado de cine ruso.
«La Academia europea debería organizar una conferencia para analizar este problema que existe sobre el boicot en el cine y abrir la discusión a sociólogos, antropólogos y otros expertos. Tal vez esto podría brindar una solución constructiva, en lugar de la actual postura del blanco y negro que cancela y boicotea», concluyó.
Marta Garde