Si Abinader impone reelección díganle adiós a la paz del país
Felipe Ciprián
Cuando Mon me llamó para preguntarme quién creía yo que sería el ganador de las elecciones del domingo, me quedé mudo por unos segundos buscando una respuesta positiva y esperanzadora para este agricultor de montaña que quiere lo mejor para su país.
Tratando de ganar tiempo para que me entendiera y mantuviera su confianza en mi honradez y apego a la verdad, le dije que la cosa estaba complicada.
Escucha Mon –le advertí-: Si Abinader gana las elecciones en primera vuelta, el pueblo dominicano pierde. Si Abinader se queda en 45 por ciento, en la segunda vuelta lo aplasta Leonel con el voto castigo de la mayoría de los ciudadanos.
Si Abinader triunfa, el pueblo perderá y mucho. Si quien se alza con la victoria es Leonel, el pueblo solo gana si como nuevo Presidente se vuelca para el campo a producir alimentos, cambia el sistema de seguridad social, enfrenta la delincuencia y la corrupción que reinan hoy en las calles y la administración pública.
Si Leonel no hace eso, abandona al pueblo y se apoya en la oligarquía que se ha quedado con el patrimonio estatal en sus gobiernos pasados y en este del PRM, sería más de lo mismo.
Oye Mon: Si Abinader es reelecto, seguirá dándole el dinero del Banco Agrícola a los comerciantes importadores para que traigan cebolla de Bélgica; pollo, cerdo y maíz de Brasil; yuca, limón y plátanos de Costa Rica; habichuela de Argentina, aceite de soya de la Florida. Los agricultores dominicanos tendrán que seguir cogiendo la yola para Puerto Rico o hacer la Vuelta por México porque aquí no habría vida para ellos.
Reforma constitucional y tributaria
De hacer pasar su reelección, lo primero que hará Abinader es seguir comprando legisladores y alcaldes para tener mayoría y tratar de cambiar la Constitución para limitar las libertades públicas y reelegirse indefinidamente. ¡Una especie de Lilís sin aquel talento proverbial!
¿Acaso Abinader no dijo decenas de veces que iría por un solo período y ya? ¿Y qué hizo después?
Milagros Ortiz Bosch fue a la televisión a decir que había que cambiar la Constitución para que Abinader pudiera ganar su reelección en primera vuelta con el 40 por ciento, no con el 50 por ciento como es ahora.
Simultáneamente, el PRM modificó sus estatutos para permitir que Abinader pudiera reelegirse. Y como es natural, el hombre más honesto de este país, porque él mismo se lo dice, se olvidó de sus promesas anti-reeleccionistas.
Y para ir sin tropiezos, Abinader botó de la dirección del PRM a personalidades patrióticas y emblemáticas, como Fafa Taveras y Cucuyo Báez Pérez, que probaron su patriotismo bajo las torturas de los esbirros trujillistas y los sicarios de los Doce Años, cuando el actual Presidente aun no había resuelto el problema de nacer.
También les cortó las alas a Guido Gómez Mazara y a Ramón Alburquerque, quienes entonces lo desafiaban para disputarse la candidatura presidencial del PRM, pero luego se pusieron a su servicio y ahí andan, con sus mismas caras y sus nuevos discursos, apoyando la reelección que criticaron tanto por gobernar para los ricos y olvidarse de los pobres.
Mientras Abinader y sus socios en el gobierno se empeñarán en modificar la Constitución para quedarse arriba y restringir todas las libertades como ya inició con la Ley del Caliesaje Colectivo del DNI (Ley 01-2024), ellos mismos se verán obligados a hacer aprobar una reforma tributaria.
Sin una reforma para aumentar los impuestos y mantener el exorbitante gasto corriente de su gobierno, la deuda interna y externa explotaría tan tarde como en la primavera de 2025. Con el aumento de los impuestos, hasta el agua de los acueductos pagará tributos al Estado para disponer de fondos para evitar una cesación de pagos de deuda. ¡Tremendo legado del perredeísmo moderno!
Un barril de pólvora
Con una reforma constitucional que permita la reelección indefinida para Abinader y un aumento de los impuestos, el país estará sentado sobre un barril de pólvora y cambiarán, definitivamente, las condiciones.
Óiganlo bien señores oligarcas, ustedes que son los únicos que tienen algo que perder: Con reelección indefinida y aumento de impuestos, se rompen todas las reglas de la democracia y al pueblo dominicano no le quedará más medio que lanzarse a las calles como en abril de 1984, como en Caracas en febrero 1989, como en Colombia en 2021.
Todas ellas fueron sublevaciones masivas, violentas y combatidas militarmente matando a la población. Pero todas determinaron el fin de los presidentes que hicieron los aumentos de impuestos y ordenaron la represión criminal.
Salvador Jorge Blanco hundió su pasado y llevó a su partido a la derrota y a la cárcel; Carlos Andrés Pérez, en Venezuela, enterró su honor y su país tuvo que recurrir a Rafael Caldera para que hiciera la transición al coronel Hugo Chávez.
Iván Duque, entrañable de Abinader, con sus impuestos y represión le abrió las puertas del Palacio de Nariño a Gustavo Petro, combatiente del M-19 del legendario Jaime Bateman, y aunque sigue conspirando con sus socios fascistas, su empeño es inútil porque Colombia está movilizada en defensa de la paz y de su Presidente democrático.
Gobierno de Leonel
No creo que en este país haya un periodista que criticara más a Leonel que este humilde servidor.
Nunca lo hice por encargo ni revanchismo porque no existe en la Tierra el oro que pueda seducirme para entrar en agendas perversas y hace muchos años que no soy miembro de ningún partido político.
Lo critiqué porque esperaba que siendo de mi generación y postulante de la liberación nacional, hiciera un gobierno del pueblo que le dio su voto y acabara con la peste que dejó Hipólito Mejía.
Hasta el 2012 no fue así. Él debió gobernar para las grandes mayorías y no para los grandes ricos que se beneficiaron en su administración.
Es innegable que tiene un gran chance de ganar en la segunda vuelta con el voto anti-reeleccionista.
Si vuelve para hacer lo mismo, este pueblo se encargará de despedirlo bajo un temporal de protestas sociales populares.
Su eventual regreso –probable ante el colosal fracaso de Abinader- tiene que marcar un ahora y un después.
Todos los estudios sostienen que habrá una votación masiva el domingo, superior al 80 por ciento, pero si solo votara el 75 por ciento, que son seis millones de votos, ¿de dónde va Abinader a sacar tres millones de votos por su reelección?
Si el pueblo le confía a Leonel nuevamente el derecho de dirigir los destinos del país y se lanza en brazos de la oligarquía, se juntará con Abinader en el traspatio de la historia y las grandes masas se encargarán de encarnar los nuevos liderazgos que nacen cada siglo.
No es gran cosa, pero yo estaré junto a mi pueblo, combatiendo en la trinchera que me corresponde y que no abandonaré mientras viva.
Listín Diario