Solos y explotados, niños migrantes desempeñan trabajos crueles en EE. UU.

Llegan al país en cifras récord y acaban en labores peligrosas que violan las leyes de trabajo infantil, incluso en fábricas donde se hacen algunos de los productos más conocidos del país.

Por Hannah DreierPhotographs by Kirsten Luce

Para escribir este reportaje, Hannah viajó a Alabama, Florida, Georgia, Míchigan, Minnesota, Dakota del Sur y Virginia y entrevistó a más de 100 menores migrantes en 20 estados

26 Febrero 2023

Era casi medianoche en Grand Rapids, Míchigan, pero dentro de la fábrica todo estaba lleno de luz. En una cinta transportadora, las bolsas del cereal Cheerios pasaban ante un grupo de jóvenes trabajadores. Una era Carolina Yoc, de 15 años, que el año pasado llegó sola a Estados Unidos para vivir con una pariente a la que no conocía.

Cada 10 segundos, aproximadamente, metía una bolsa sellada de plástico —llena de cereal— en una caja amarilla de cartón que pasaba ante ella. Puede ser un trabajo peligroso porque tiene contacto con poleas y engranajes que han llegado a arrancar dedos, incluso en una ocasión le desgarraron el cuero cabelludo a una mujer.

La fábrica estaba llena de trabajadores menores de edad como Carolina, que habían cruzado solos la frontera sur y que ahora pasaban las últimas horas del día inclinados sobre máquinas peligrosas, en violación de las leyes de trabajo infantil. En plantas cercanas, otros niños atendían hornos gigantes que fabrican barritas de cereales Chewy y Nature Valley y empaquetaban bolsas de Lucky Charms y Cheetos. Todos trabajaban para Hearthside Food Solutions, una empresa gigantesca que envía estos productos a todo el país.

Oscar Lopez, estudiante de noveno grado, trabaja por las noches en un aserradero en Dakota del Sur. El día que fue fotografiado faltó a la escuela para poder dormir tras un turno de 14 horas.Credit…Kirsten Luce para The New York Times

“A veces me siento cansada, a veces me siento enferma”, dijo Carolina después de un turno, en noviembre. A menudo le dolía el estómago, y no estaba segura de si era por la falta de sueño, el estrés que genera el ruido incesante de las máquinas o por sus propias preocupaciones y las de su familia en Guatemala. “Pero me estoy acostumbrando”.

Hearthside Food Solutions, uno de los mayores contratistas de la industria alimentaria en Estados Unidos, fabrica y empaca productos para marcas bien conocidas de bocadillos y cereales.Credit…Kirsten Luce para The New York Times

Estos trabajadores forman parte de una nueva economía de explotación: los niños migrantes, que llegan a Estados Unidos sin sus padres en cifras récord, están trabajando en algunos de los oficios más duros del país, según descubrió una investigación de The New York Times. Esta fuerza de trabajo clandestina se extiende por sectores de todos los estados, burlando las leyes de trabajo infantil que están vigentes desde hace casi un siglo. Tejadores de 12 años en Florida y Tennessee. Menores de edad que laboran en mataderos de Delaware, Mississippi y Carolina del Norte. Niños que aserran tablones de madera en turnos nocturnos en Dakota del Sur.

Procedentes en su mayoría de Centroamérica, los niños se han visto obligados a desempeñarse en esos oficios debido a la desesperación económica agravada por la pandemia. Esta mano de obra ha crecido lentamente durante casi una década, pero se disparó desde 2021, al tiempo que los sistemas implementados para la protección de menores han comenzado a fallar.

El Times habló con más de 100 niños trabajadores migrantes en 20 estados, quienes describieron ocupaciones que los molían hasta dejarlos extenuados y que expresaron sus temores ante la posibilidad de estar atrapados en circunstancias que nunca se imaginaron. La investigación del Times también se basó en registros de tribunales e inspecciones y en entrevistas con cientos de abogados, trabajadores sociales, educadores y funcionarios que se encargan del cumplimiento de la ley.

En una ciudad tras otra, los niños friegan platos hasta altas horas de la noche. Manejan ordeñadoras en Vermont y reparten comidas en Nueva York. Cosechan café y construyen muros de piedra volcánica alrededor de residencias vacacionales en Hawái. Niñas de 13 años lavan sábanas en hoteles de Virginia.

A teenage boy in a black hoodie standing in front of a yellow slat wall with a large window, its shade pulled down.

Oscar Lopez, estudiante de noveno grado, trabaja por las noches en un aserradero en Dakota del Sur. El día que fue fotografiado faltó a la escuela para poder dormir tras un turno de 14 horas.Credit…Kirsten Luce para The New York Times

En muchas partes del país, los profesores de secundaria y bachillerato de los programas de aprendizaje de inglés dicen que es habitual que, al terminar sus clases, casi todos sus alumnos salgan a toda prisa a cumplir con largos turnos.

Cristian trabaja en la construcción en lugar de ir a la escuela. Tiene 14 años.

“No deberían trabajar jornadas de 12 horas diarias, pero eso es lo que está pasando”, dijo Valeria Lindsay, profesora de lengua y literatura en Homestead Middle School, cerca de Miami. Lindsay comentó que, en los últimos tres años, casi todos los alumnos de octavo grado de su programa de inglés como segunda lengua, comprendido por unos 100 estudiantes, también desempeñaban la carga laboral de un adulto.

Según el análisis del Times, el trabajo de los niños migrantes beneficia tanto a las empresas que trabajan en negro como a las multinacionales. En Los Ángeles, niños zurcen las etiquetas de “Made in America” en las camisas de J. Crew. Hornean los panecillos de Walmart y Target, procesan la leche que se usa en los helados de Ben & Jerry’s y ayudan a deshuesar el pollo que se vende en Whole Foods. Este otoño, alumnos de secundaria fabricaban calcetines de Fruit of the Loom en Alabama. En Míchigan, menores fabrican piezas de automóviles para Ford y General Motors.

En 2022, los menores no acompañados que entraron a Estados Unidos alcanzaron la cifra de 130.000 —el triple que el número registrado cinco años antes— y se espera que este verano se produzca otra oleada.

No se trata de niños que hayan entrado al país sin ser detectados. El gobierno federal sabe que están en Estados Unidos, y el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés) es el organismo responsable de garantizar que sus patrocinadores los mantengan y los protejan de la trata o la explotación.

Pero, a medida que llegan más y más niños, la Casa Blanca de Biden ha incrementado las exigencias de los funcionarios para que saquen rápidamente a los jóvenes de los centros de acogida y se los entreguen a adultos. Los asistentes sociales afirman que deben analizar a los patrocinadores de manera apresurada.

Aunque el HHS verifica el estado de todos los menores con una llamada un mes después de que empiezan a vivir con sus patrocinadores, los datos obtenidos por el Times muestran que, a lo largo de 2021 y 2022, la agencia no logró contactar a más de 86.000 niños. En total, el departamento perdió el contacto inmediato con un tercio de los niños migrantes.

Una portavoz de HHS dijo que la agencia quería liberar a los niños rápidamente, para garantizar su bienestar, pero sin comprometer la seguridad. “Hay numerosos lugares, a lo largo del proceso, para asegurar de manera continua que la colocación se hace para proteger el mejor interés del niño”, dijo la portavoz, Kamara Jones.

Lejos de casa, muchos de estos niños están sometidos a una intensa presión para ganar dinero. Envían sumas en efectivo a sus familias, y a menudo están endeudados con sus patrocinadores por los pagos que deben hacerles a los coyotes, el alquiler y los gastos de manutención.

“Se está convirtiendo en un negocio para algunos de estos patrocinadores”, dijo Annette Passalacqua, que dejó su trabajo como asistente social en Florida Central el año pasado. Passalacqua dijo que vio que muchos niños eran puestos a trabajar y se dio cuenta de que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley tenían poco interés en investigar esos casos, por lo que dejó de hacer denuncias. En vez de eso, se conformó con explicarles a los niños que tienen derecho a hacer pausas para comer y a cobrar horas extras.

Los patrocinadores tienen la obligación de enviar a los niños migrantes a la escuela, y algunos estudiantes hacen malabarismos para compaginar las clases y las pesadas obligaciones laborales. Otros, cuando llegan al país, descubren que han sido engañados por sus patrocinadores y no serán escolarizados.

El gobierno federal contrata a agencias de bienestar infantil para que hagan el seguimiento de algunos menores que se considera que están en alto riesgo. Pero los asistentes sociales de esas agencias afirman que el HHS suele ignorar los signos evidentes de explotación laboral. La agencia niega este señalamiento.

En entrevistas con más de 60 trabajadores sociales, la mayoría estimó de forma independiente que alrededor de dos tercios de todos los niños migrantes no acompañados terminan en trabajos de tiempo completo.

Un representante de Hearthside dijo que la empresa recurre a una agencia de empleo con el fin de suministrar algunos trabajadores para sus plantas de Grand Rapids, pero admitió que no le exigía a la agencia que verificara las edades a través de un sistema nacional que comprueba los números de Seguridad Social. Los niños migrantes no acompañados suelen obtener identificaciones falsas para conseguir trabajo.

“Estamos aplicando inmediatamente controles adicionales para reforzar el estricto cumplimiento por parte de todas las agencias de nuestro requisito habitual de que todos los trabajadores deben ser mayores de 18 años”, dijo la empresa en un comunicado.

Rick Angstman, el maestro de ciencias sociales de Carolina en la escuela Union High School, en Grand Rapids, ha visto el costo que sus alumnos pagan por las largas jornadas laborales. Dice que una de sus estudiantes, que trabajaba de noche en una lavandería comercial, empezó a desmayarse en clase por el cansancio y tuvo que ser hospitalizada dos veces. Como no podía dejar de trabajar, abandonó los estudios.

“Desapareció en el olvido”, dijo Angstman. “Es el nuevo trabajo infantil. Estás sacando a niños de otro país y sometiéndolos casi a un estado de servidumbre por contrato”.

Fuente: The New York Times

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