Tambores de Reelección
Manuel Cruz.
El mundo recibe el 2022 con una agenda cargada ingentes desafíos que matizarán el debate en todo el año. Verbigracia, enfrentar el nuevo rebrote global del Covid y sus variantes, profundizar en la recuperación económica, mitigar la inflación y continuar con la agenda para combatir el cambio climático, etc.
Sin embargo, en la jungla con escudo y bandera llamada República Dominicana ya han comenzado a repicar los tambores de la reelección desde la vocinglería retributiva y desde las propias políticas públicas del gobierno. Tal parece que vivimos en una incubadora ajenos a la globalización.
Carencia de Prioridades.
El más atiborrado pensador político y social de toda Hispanoamérica Juan Emilio Bosch Gaviño, en 1959 manifestó que “había un desfase en el desarrollo de la sociedad dominicana con relación al ritmo de Latinoamérica fruto del atraso social, cultural, económico y político”; a eso le llamó arritmia histórica.
Desde esa perspectiva, a pesar del continuo crecimiento económico de los últimos 20 años si analizamos y comparamos el índice de desarrollo humano (IDH) del país con otras naciones observaremos que seguimos inmersos en esa arritmia, todo eso porque confundimos lo importante con lo urgente.
Dentro de ese contexto, cuando ni siquiera la presente administración ha cumplido dos años ya tenemos a un grupo de jornaleros del poder promoviendo la teoría hamiltoniana de la continuidad. Por eso, mientras el mundo pelea por la hegemonía de la 4ta Revolución Industrial nosotros seguimos siendo dependientes de la 2da.
Asimismo, es como si algunos no entendieran que la política tiene formas y contenidos y que los mismos tienen su calendario. Apartarnos de los desafíos globales y de nuestros problemas vernáculos para meternos a destiempo en la prefectura de las distracciones gubernamentales y las lisonjas reeleccionistas; son acciones execrables.
Reelección e Imagen.
En los ensayos decimonónicos de Estados con orfandad institucional como es el caso de República Dominicana, las reelecciones propician un estado de cosas que rompen con la imagen de todo aquello que se preconizaba; toda vez que, la necesidad de mantener el poder convierte a los hombres en antropófagos de la democracia.
En ese sentido, nadie puede negar que en este momento el presidente Abinader tiene muy buenos números y una imagen bien valorada, sin que eso signifique lo mismo de los integrantes de su gobierno. Por ello, él mismo debe ser el gendarme de su gestión pues las reelecciones ponen en evidencia la carencia ética de muchos que se venden de impolutos.
Además, sin el debido control y vigilancia sobre individuos que son invertebrados de moralidad sería su propia perorata de transparencia y lucha contra la corrupción la que se estaría embadurnando, y no hay nada más mortífero para un político que dejar perder la fisonomía de su discurso.
Por tal razón, aun no siendo de su partido quiero apelar al firme compromiso del presidente con el país y con su propia figura para que frene esos posibles desaguisados de mañana. La reelección es un derecho que le asiste sí, pero no olvide que su antecesor ignoró todo eso y hoy está pagando esas facturas.