Testimonio del hijo de la médico del Ejército revela detalles desgarradores del caso de su hermana decapitada

Santo Domingo, 21 agosto – En un caso que ha conmocionado a la República Dominicana, el hijo de cinco años de la médico del Ejército Ana Josefa García Cuello, hermano de la niña de seis años que fue brutalmente decapitada, narró a las autoridades lo que presenció y lo que su madre le dijo el día del trágico suceso.

Este testimonio fue recopilado por el Departamento de Crímenes y Delitos Contra Personas mediante una entrevista forense solicitada por el fiscal Wilson Díaz el 13 de agosto, apenas dos días antes del arresto de la madre.

El niño relató que el día de los hechos se encontraba durmiendo en la cama con su madre, cuando ella lo despertó abruptamente. Según su testimonio, García Cuello le dijo que había un atracador en la casa.

El niño describió cómo su madre se levantó después de escuchar un ruido y vio a su hermana, Elianna Frías García, tirada en el suelo. En su inocente pero aterrador relato, el pequeño mencionó que su madre agarró un cuchillo, que estaba sin nada en la mano, y lo lanzó por la ventana de la habitación del niño, afirmando que esa era la única salida que cabía.

La narrativa del menor revela cómo la tragedia se desplegó ante sus ojos. Mencionó que su madre, visiblemente alterada, salió de la casa para preguntar a una vecina sobre el paradero de Elianna, a lo que la vecina respondió que no sabía nada.

A pesar de la confusión y el miedo, la madre continuó buscando a su hija mientras lloraba, aunque según el niño, lloraba «como un bebé, ñí ña», sugiriendo que sus sollozos eran débiles y contenidos, un detalle que contrasta con la magnitud del horror que acababa de descubrir.

El niño también describió la escena en la casa, mencionando que había mucha sangre en la cocina, la cual se extendía hasta la habitación de su madre. En medio de esta atmósfera macabra, el pequeño expresó que él también lloraba, del mismo modo en que lo hacía cuando recibía castigos físicos.

Su inocencia quedó plasmada en su declaración cuando manifestó que, tras el incidente, no quería comer, sentía dolor en el estómago y llegó a vomitar en la estación de policía. Su corazón, dijo, le decía que Dios había decidido enviar a su hermana al cielo.

Durante la entrevista forense, el niño mostró signos de tristeza, preocupación, miedo y contención emocional, describiendo a su madre como alguien que, aunque no era mala, les daba pelas a él y a su hermana cuando se portaban mal. A pesar del horror de los acontecimientos, el niño expresó el deseo de estar con su madre, un reflejo de la complejidad emocional de su vínculo con ella.

El informe del equipo forense destacó que el menor llegó a la entrevista en buenas condiciones de higiene, mostrando un nivel adecuado de atención y concentración, y utilizando un lenguaje acorde con su edad.

Acompañado por su padre, quien firmó el consentimiento informado, el niño se mostró consciente de su entorno y de las personas a su alrededor. Su testimonio estuvo lleno de indicios de reactividad emocional, mostrando claramente su tristeza y miedo ante la situación.

El niño recordó cómo jugaba con su hermana, Elianna, con una muñeca que pertenecía a ella, mencionando que él no tenía ninguna porque se la habían regalado a otros niños. Este detalle, aparentemente insignificante, subraya la cercanía entre los hermanos y cómo compartían su tiempo y sus juegos.

A pesar de la tragedia, el niño manifestó que siempre se llevaban bien y que nunca se separaban, una realidad que hace aún más desgarrador el relato de lo sucedido.

El menor también habló sobre la relación con su padre, describiéndolo como alguien que lo trataba bien, aunque también les pegaba cuando se portaban mal. Sin embargo, señaló que cuando su madre estaba en Chicago y ellos se portaban mal, su padre no los castigaba, sino que esperaba a que ella regresara para que lo hiciera. Este detalle resalta el papel de la madre en la disciplina de los niños y cómo la dinámica familiar estaba centrada en su autoridad.

Ana Josefa García Cuello, una médico de profesión y miembro del Ejército de la República Dominicana, fue arrestada el 15 de agosto en su hogar en el Residencial Razón 1, en el sector Isfapol, después de que los vecinos alertaran a las autoridades sobre lo sucedido.

El juez Leomar Cruz Quezada, de la Oficina Judicial de Servicios de Atención Permanente de Santo Domingo Este, dictó un año de prisión preventiva como medida de coerción, acusándola de haber asesinado y decapitado a su hija de seis años.

La prisión preventiva será cumplida en el Centro de Corrección y Rehabilitación Najayo Mujeres, mientras que García Cuello será evaluada por el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) para determinar su estado mental.

Desde que se conoció la tragedia, los fiscales han trabajado intensamente en la recolección de pruebas que sustenten las acusaciones contra García Cuello. Aunque en un principio la acusada afirmó ser inocente ante la prensa, más tarde admitió haber decapitado a su hija, un hecho que ha dejado perpleja a la sociedad dominicana.

El relato del menor, aunque confuso en algunos aspectos, ofrece una visión escalofriante de lo que sucedió ese fatídico día. Mencionó que estaba durmiendo con su madre cuando ella escuchó un ruido y lo despertó. Al levantarse, la madre vio a Elianna tirada en la cocina y le dijo al niño que un atracador la había acuchillado en la cara.

Sin embargo, el menor no vio a ningún atracador y describió cómo su madre lanzó el cuchillo ensangrentado por la ventana de su habitación. Este detalle, junto con la falta de una amenaza visible hacia la madre, plantea serias dudas sobre la versión de los hechos que García Cuello intentó presentar.

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