Tiempo de priorizar

Marisol Vicens Bello

Son tantas las necesidades que tiene el país, las cuales se multiplican cada día y surgen nuevas, y tan extensa la deuda acumulada de reformas por realizar, de obras por ejecutar, de promesas y aspiraciones por lograr y de situaciones que remediar, que no hay forma humana de poder darles respuesta satisfactoria a todas, y probablemente solo sea posible atender un limitado número, por lo que resulta indispensable definir prioridades que sean realistas, trazar una línea de tiempo de ejecución con asignación de responsabilidades y hacer que no solo el aparato gubernamental, sino el Estado en su conjunto las asuma.

El Gobierno tiene restricciones presupuestarias y limitaciones para mayor endeudamiento, y aunque todos aspiramos a que haya mejores servicios públicos y más gastos de capital en obras públicas necesarias, pocos están dispuestos a aceptar que esto requiere un aumento de los ingresos tributarios, idealmente por la vía de reducción de la evasión y la elusión, pero indudablemente también por la de mayores pagos de impuestos, lo que resienten sobre todo los que los pagan mientras otros no lo hacen, así como también se requiere de una mejor gestión de los recursos públicos con más transparencia y control, y menos corrupción.

El Congreso por su parte tiene serias limitaciones, demasiados integrantes, una composición tan variopinta como la sociedad dominicana con la agravante de que generalmente no son los mejores representantes de cada localidad los que deciden lanzar sus candidaturas y quienes resultan favorecidos tampoco lo son necesariamente por sus méritos, por lo que la deficiencia es casi la regla y la competencia la excepción. Si a esto sumamos el fuego cruzado de intereses de distintos partidos, la lucha de egos por tratar de brillar y ganar puntos a todo precio, y el juego de intereses y manos invisibles a los ojos, pero perceptibles en sus acciones que por debajo de la mesa promueven, mutilan, desvirtúan o engavetan determinados proyectos de ley por más importantes que sean, fuerza concluir que es un verdadero reto lograr buenas leyes.

Así como la próxima llegada del primer aniversario del presente mandato de gobierno provocará recuentos para valorizar las ejecutorias, debe generar una cuenta regresiva que recuerde que solo restarán 3 años, y con cada minuto transcurrido restará un poco menos del tiempo de este segundo periodo de gobierno del presidente Luis Abinader, que será el último, hecho que dejó meridianamente claro con la reforma constitucional aprobada poco después de iniciar su segundo gobierno en un hecho calificado por algunos como innecesario y hasta de políticamente inoportuno porque erosionaría su poder, el cual indudablemente será su mayor legado, acto no solo atípico en este país en el que históricamente la mayoría de los gobernantes intentaron extender su estadía en el poder, sino en Latinoamérica, en la cual recién presenciamos como el presidente Bukele de El Salvador, electo casi a su par, primero se reeligió llevándose de encuentro la prohibición constitucional gracias a una cuestionable sentencia de la corte constitucional, para luego de asumir su nuevo gobierno vestido con aires imperiales, hacer aprobar la reelección indefinida en una reforma constitucional.

Estos 3 años que restan podrán ser largos para los que ansían volver o llegar al poder, pero serán muy cortos para los que están y tienen deseos de trabajar, sobre todo porque la campaña política que a pesar de las prohibiciones se siente activa estará omnipresente en el 2027, y eso tiene sus consecuencias, por lo que la única forma de aprovecharlos es definir cuanto antes una lista corta de prioridades y un cronograma de acciones para ejecutarlas, evitar las dispersiones y garantizar enfoque y dedicación total. Hay un tiempo para todo en la vida señala el Libro del Eclesiastés, ojalá que nuestras autoridades tengan presente que este será el tiempo de decidir cuáles reformas desean impulsar y aprobar, y cuáles metas no se perdonarían no haber podido lograr, y como el tiempo es corto y los recursos muy limitados, mientras más sensatos sean en la definición de las prioridades para que estas no solo estén en sintonía con lo que la ciudadanía valora y espera, sino con lo que objetivamente tiene el mayor efecto multiplicador para beneficio del país, más probabilidades tendrán de ser efectivos a pesar de la finitud.

El Caribe

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