Tormentas solares: entre el espectáculo celestial y la alerta científica
Estados del sur de EE.UU. han sido escenario inusual de auroras boreales, mientras la NOAA advierte sobre riesgos crecientes para la infraestructura terrestre.
Una serie de fenómenos solares ha captado la atención de científicos, observadores del cielo y agencias de monitoreo en las últimas semanas. Tormentas solares de alta intensidad han provocado la aparición de auroras boreales en zonas tan al sur como Texas y Florida, al tiempo que han encendido las alarmas sobre los posibles efectos adversos para sistemas eléctricos, satelitales y de navegación global.
Las tormentas solares se originan a partir de explosiones en la superficie del Sol, tales como llamaradas solares (flares) o eyecciones de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés).
Estos eventos liberan enormes cantidades de partículas cargadas y campos magnéticos, que al impactar con la magnetósfera terrestre pueden desencadenar tormentas geomagnéticas de diversa intensidad.
El pasado 9 de noviembre, una región activa del Sol —identificada como 4274— emitió una llamarada tipo X1.7, una de las más potentes de lo que va del año. Este evento fue seguido por varias eyecciones de masa coronal dirigidas hacia la Tierra, lo que generó una respuesta inmediata del Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC, por sus siglas en inglés) de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), que emitió alertas por tormenta geomagnética de nivel G4 (severa) para el 12 de noviembre.
Como resultado, se han reportado auroras boreales en una franja inusualmente amplia del territorio estadounidense, extendiéndose a estados del sur y, en algunos casos, incluso alcanzando zonas de México. No obstante, pese al atractivo visual del fenómeno, expertos insisten en que no debe subestimarse su potencial disruptivo.
Las tormentas geomagnéticas severas pueden inducir corrientes en redes eléctricas que alteren o dañen transformadores, interrumpan comunicaciones de alta frecuencia, afecten el posicionamiento GPS y comprometan operaciones satelitales y aéreas.
Un antecedente importante se remonta a 1989, cuando un evento similar provocó un apagón masivo en la provincia canadiense de Québec.
La NOAA ha emitido una vigilancia extendida para tormentas geomagnéticas entre el 11 y el 13 de noviembre, en previsión de impactos adicionales por la llegada secuencial de nuevas eyecciones solares.
Estos pronósticos se inscriben en el contexto del ciclo solar 25, que actualmente atraviesa su fase más activa, lo que aumenta la probabilidad de episodios similares en los próximos meses.
En cuanto a la visibilidad del fenómeno, los especialistas indican que, bajo condiciones adecuadas de cielo despejado y baja contaminación lumínica, las auroras podrían continuar siendo visibles en latitudes inusuales durante este periodo.
Además del fenómeno óptico, la ausencia de Estados Unidos y China —los dos principales emisores de gases de efecto invernadero— en foros climáticos recientes como la COP30, también relacionados con el impacto solar sobre satélites meteorológicos, evidencia una desconexión entre la magnitud del desafío y la respuesta política global.
El reciente incremento de actividad solar no solo ofrece imágenes espectaculares, sino que plantea desafíos reales para las infraestructuras críticas del planeta. Frente a esta dualidad, las agencias científicas reiteran la necesidad de vigilancia constante, protocolos de mitigación y una mayor conciencia pública sobre los efectos de la meteorología espacial.

