Tras los restos de Colón

Miguel Reyes Sánchez

Un documental recién difundido trae un nuevo examen de los supuestos restos de Cristóbal Colón trasladados a España desde La Habana hace 125 años. La Universidad de Granada, con el uso de nuevas tecnologías, ratifica una presumida “fiabilidad absoluta” de su autenticidad.

Se trata de las pequeñas partes de osamentas del Descubridor o de su hijo, que se encuentran en La Cartuja de Sevilla desde 1899, las cuales han sido analizadas por más 20 años por el médico forense José Antonio Lorente de dicha Universidad.

El navegante murió en mayo de 1506 y fue sepultado en el Convento de San Francisco de Valladolid. En 1509 fue trasladado a La Cartuja de Sevilla.

Pero en su testamento el conquistador expresó su voluntad de ser sepultado en La Española. Sus restos fueron trasladados en 1537 a la Catedral de Santo Domingo. Después en 1795, tras el Tratado de Basilea, fueron reubicados en la Catedral de La Habana, pero se llevaron una sola urna encontrada.

En 1877, al realizarse obras de reparación al presbiterio de la Catedral de Santo Domingo, se encontró el sarcófago de plomo –que contiene actualmente su tumba en el Faro a Colón- con una inscripción que rezaba: “Varón ilustre y distinguido, Don Cristóbal Colón”. Además, figuraban D. de la A. en el exterior, que el canónigo Billini tradujo como abreviatura de “Descubridor de América”.

Cuando Cuba logró su independencia de España en 1898, las autoridades españolas que presumían que esos restos eran los del Descubridor, los trasladaron en 1899 a La Cartuja de Sevilla.

De acuerdo con estudios de ADN realizados en Sevilla, sobre los huesos que tenían en La Cartuja, ya en 2006 Lorente afirmaba que “no cabía ninguna duda” de que la urna en la Catedral de Sevilla eran los restos de Colón. Sin embargo, un genetista aseveraba que “todos los miembros de la familia Colón enterrados en Santo Domingo compartían información genética”. Es decir, que era muy difícil discernir entre unos restos quien era cada persona.

Asimismo, existe otra teoría de que en esos tiempos era costumbre dividir los restos en varias partes y conservarlos en varios lugares.

Estas nuevas afirmaciones de Lorente son más de lo mismo, solo reafirman su teoría esbozada por años, aunque en esta ocasión usa el término de “fiabilidad absoluta”, pero revela que ambas posturas “podrían ser ciertas, ya que los dos conjuntos de huesos estaban incompletos”, mostrándose abierto a la posibilidad de que los restos estén divididos entre Sevilla y Santo Domingo. El duque de Veragua, descendiente directo de Colón, se pronunció también con cautela, subrayando que “ni están todos en Sevilla ni están todos en Dominicana”.

Los huesos en República Dominicana han sido históricamente objeto de estudio, y de manera oficial no existen dudas de su autenticidad, como lo demuestran los textos de Emiliano Tejera, Emilio de la Cruz Hermosilla y Carlos Esteban Deive, citados en la obra “Los restos de Colón. Bibliografía” de Frank Moya Pons (2006).

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